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Ai Weiwei, la voz denuncia del arte

Por Milagros Trenas | 6 Junio, 2016 - 13:32
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Con un activismo, a veces ácido y provocador, que nunca pasa desapercibido, el artista chino Ai Weiwei ha trasladado al terreno del arte los intentos de silenciarlo y utiliza su prestigio artístico para denunciar injusticias y problemas de derechos humanos en su país.

Sus exposiciones recorren el mundo logrando importantes éxitos y el Museo Martin-Gropius-Bau de Berlín le dedica la muestra individual más ambiciosas de las organizadas hasta ahora sobre su obra. Pero Ai Weiwei tiene que vivir estos acontecimientos a miles de kilómetros desde su casa de Pekín, ciudad de la que no puede salir.

Considerado como el artista más reconocido del país asiático, famoso diseñador del Estadio Olímpico de Pekín, es también uno de los disidentes más críticos contra el régimen comunista. Fue en el año 2011 cuando las autoridades chinas le requisaron su pasaporte debido al inicio de un proceso por fraude fiscal contra él, aunque esta acusación parece más una represalia por su activismo.

Tras pasar 81 días retenido e incomunicado por la Policía, Ai fue puesto en libertad pero se le prohibió salir no ya de China, sino hasta de la ciudad de Pekín, y se le exhortó a que limitara al mínimo sus declaraciones a la prensa internacional, aunque no por ello ha dejado de conceder entrevistas.

Desde entonces, el artista, de 56 años, no ha podido abandonar el país pero eso no ha sido impedimento para que tanto su obra como sus acciones sean protagonistas de la actualidad social y artística, como ocurre actualmente en Berlín, donde ha excusado su ausencia a través de un vídeo en el que afirma que las autoridades le han prometido muchas veces que le devolverán el pasaporte, algo que no ha ocurrido hasta el momento.

"Ahora, debido a que tengo varios proyectos fuera, entre ellos la exhibición en Alemania, he vuelto a escribir a las autoridades, al Ministerio de Seguridad Pública, para preguntarles si me lo pueden devolver y así poder viajar. Si no lo hacen, querría saber claramente el porqué", afirma el artista en el vídeo.

RETROSPECTIVA EN BERLÍN

Bajo el título "Evidencia", la exposición que ocupa dieciocho salas del Museo Martin-Gropius-Bau se inauguró coincidiendo con el tercer aniversario de la detención de Ai, que fue muy criticada por grupos de Derechos Humanos internacionales y numerosos gobiernos occidentales.

En la muestra se puede contemplar el vídeo en el que el artista recrea los 81 días que estuvo recluido, bajo permanente luz artificial, por sus denuncias de corrupción y violaciones de los Derechos Humanos del régimen de Pekín. En él se ve a Ai, conducido por una pareja de guardas carcelarios, mientras se rasura el cráneo, come fideos, se ducha, duerme en la cama o está sentado en el retrete de su celda. Esta celda ha sido reproducida a tamaño real y se ha convertido en uno de los lugares que más interés despierta en la exposición.

Otra de sus piezas emblemáticas es "Stools", integrada por 6.000 taburetes de madera. Cada uno de ellos muestra en su superficie las huellas del tiempo y representa el hogar que dejaron atrás en miles de pueblos sus compatriotas, en virtud de los desplazamientos forzosos, desde tiempos de las dinastías Ming y Qing a la actualidad. Igualmente espectacular es la instalación con 150 bicicletas de la popular marca "Forever", alusivas a un joven ejecutado por el asesinato de seis policías en Shangai, acto que cometió tras haber sido detenido y torturado por el robo de una bici.

Ai tampoco pudo acudir a la 55 edición de la Bienal de Arte de Venecia, donde fue uno de los grandes protagonistas con tres instalaciones. "S.A.C.R.E.D.", sobre su encarcelamiento en un lugar secreto durante 81 días; "Straight", realizada con las barras de hierro de los colegios que se desplomaron en el terremoto de Sichuan del 2008 y "Baby Formula", en la que recrea un mapa de China formado por 2.000 latas de leche de fórmula infantil, despertaron gran interés durante la Bienal.

Desde sus inicios, Ai ha utilizado el arte para denunciar hechos o situaciones y ha desarrollado un fuerte activismo a través de las redes sociales occidentales, su vía de salida contra la censura china.

Y EN EL CINE

En su intensa trayectoria, ha cultivado géneros como la pintura, la escultura o la música ("heavy metal"), y ahora llega su primera incursión como actor en una película, un cortometraje de ciencia ficción titulado "Tormenta de Arena", que previsible se estrenará el próximo verano.

El corto, dirigido y con guión del estadounidense Jason Wishnow ha sido financiado con aportaciones voluntarias de internautas a través de la web de "crowdfunding" Kickstarter, en la que se presenta como "un film secreto rodado en China".

"Cuando el aire es tóxico y el actor protagonista está bajo vigilancia (policial), la película debe ser corta, y el rodaje rápido", ha afirmado Wishnow sobre "Tormenta de Arena", film en el que Ai asume el papel de un contrabandista de agua en una China de un futuro cercano, donde este bien es muy escaso.

En el vídeo promocional, Ai considera que la película "no es en realidad una historia sobre el agua, sino sobre la información", en la que el líquido elemento es metáfora y donde el Pekín del "smog" es un perfecto escenario para un futuro distópico.

Hijo del poeta Ai Qing, un escritor afín al maoísmo que sufrió sin embargo las purgas contra intelectuales en los años cincuenta y sesenta, Weiwei pasó junto a su familia cinco años en un campo de trabajo en la región de Xinjiang (noroeste), adonde fue deportado su padre. Durante años Ai Weiwei ha defendido todo tipo de causas sobre Derechos Humanos, desde el apoyo al Nobel de la Paz Liu Xiaobo a la defensa de las víctimas del terremoto de Sichuan de 2008.