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Cabo Polonio, un rincón para enamorarse de Uruguay

Por El Espectador | 21 Septiembre, 2016 - 14:15
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Para llegar a este paraiso, en el que las noches se iluminan con la luz de la luna y las velas se encienden en las casas de los pescadores para no cenar en la penumbra, hay que desplazarse en carro unos 264 km desde Montevideo por el departamento de Rocha y luego caminar otros 7 km entre dunas y bosques o subirse a una camioneta 4x4.

Un extraordinario paisaje sorprende a quienes, cansados, se recuestan sobre la arena para contemplar el Atlántico golpeando contra las rocas y a lo lejos un enorme faro que parece custodiar estas tierras poco exploradas, declaradas en 2009 área protegida. Dicen que el nombre de este cabo, Polonio, que cada vez está en el radar de más viajeros en busca de un destino solitario e inundado de naturaleza para disfrutar en pareja, hace honor a una embarcación que se hundió allí a mediados del siglo XVIII.
 
Pescadores, artesanos y quienes trabajan en el faro son los habitantes de este paraíso que frente a sus costas tiene tres islas: Rasa, Encantada e Islote, en las que viven varias familias de lobos marinos. El gran faro de Polonio, que se ha convertido en una referencia para los navegantes, fue construido en marzo de 1881. Tiene un alcance de 21,8 millas náuticas y cada 12 segundos lanza destellos blancos. En 1976 fue declarado monumento histórico y desde entonces se ha consolidado como un atractivo turístico del departamento de Rocha.
 
Como no hay alumbrado público, las noches despejadas permiten deleitarse viendo las estrellas y caminando bajo la luna. El clima es de extremos. En invierno hace mucho frío y en verano el calor es agobiante. Por eso la mejor época para visitarlo es la primavera, cuando la temperatura no supera los 25 °C y una agradable brisa refresca el ambiente.
 
Aunque es posible dormir en Cabo Polonio, la falta de luz y la escasez de agua han hecho que muchos viajeros prefieran disfrutar del día en sus playas y por la noche, cuando se encienden los faroles en los coloridos puestos de artesanías y locales de comida, trasladarse a alguno de los dos balnearios más cercanos: Valizas y Aguas Dulces.
 
Cabalgatas sobre la playa y el avistamiento de aves y exóticas especies que viven en este oasis de tranquilidad son algunos de los planes más apetecidos por los visitantes, además, por supuesto, de tomar el sol contemplando la inmensidad del mar. Quienes se animen a conocer Cabo Polonio no pueden irse sin pasar por La Golosa, una pintoresca tienda de dulces, con productos locales, para sorprender el paladar y llevarse de recuerdo un pedacito de este balneario que, junto a la naturaleza y el silencio, invita a relajarse y disfrutar de unos días en otro mundo.