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Circuncisión: el dilema entre cortar y no cortar

Por Belén González/ Diario Las Américas | 12 Diciembre, 2016 - 09:54
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Procedimiento suele ser ambulatorio, se realiza con anestesia general y bloqueo de los nervios del pene, para disminuir el dolor postquirúrgico.

La circuncisión es un procedimiento quirúrgico que implica el corte circular de la piel que cubre el glande y que conocemos como prepucio. Se trata de una intervención bastante común, considerando que según datos de la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente 33% de la población masculina mundial mayor de 15 años de edad ha sido circuncidada.
 
El prepucio es un tejido especializado compuesto por músculo liso, piel, vasos sanguíneos y lleno de nervios que cubre la cabeza del pene, teniendo como funciones principales el mantener la humedad del glande, proteger el roce del genital masculino en el útero femenino, y aumentar el placer sexual.
 
El término circuncisión, viene del latín “circumcidere”, que significa cortar alrededor, y según reseña el historiador y anatomista Grafton Elliot Smith, se trata de una práctica con más de 15.000 años de antigüedad. Esta se realiza por razones médicas, religiosas y culturales, siendo especialmente común entre los judíos, los musulmanes en Oriente Medio y Asia Central, y relativamente rara en Europa, América Latina, y ciertas zonas de África meridional y Oceanía.
 
Práctica multicultural
 
El primer registro histórico de una circuncisión, data del 2400-2300 aC, se trata de una talla encontrada en una antigua tumba egipcia, pero además en los semitas, judíos, musulmanes, africanos bantúes, aborígenes australianos y polinesios, e incluso, entre los aztecas y mayas, esta era una práctica común.
 
Ya en el siglo XIX, la circuncisión fue considerada la estrategia médica adecuada para combatir la masturbación, práctica a la cual le achacan un sin número de enfermedades físicas y mentales, como la epilepsia, la gonorrea, la tuberculosis, los problemas motores, y hasta la locura.
 
Un siglo más tarde, el prepucio fue considerado un foco de infección, y en consecuencia, la circuncisión infantil se convirtió en una recomendación médica, aunque aquí en Estados Unidos, las opiniones en torno a los beneficios de esta intervención siempre han sido tema de discusión.
 
 
Entre los pros y los contras
 
Desde una perspectiva de salud, y dejando de lado los temas religiosos y culturales, las bondades de la circuncisión han sido a lo largo de la historia un tema de debate. Hay quienes afirman que se trata una práctica de orígenes bárbaros que suponen la eliminación de una parte de tejido sano y funcional del organismo, y que además estimula la aparición de enfermedades de transmisión sexual y limita el placer sexual al generar una pérdida de la sensibilidad y la alteración en la lubricación natural del pene.
 
En contraparte, hay quienes afirman que esta intervención es beneficiosa para el organismo pues previene las infecciones del tracto urinario en los hombres, minimiza el riesgo de contraer VIH y de desarrollar enfermedades como el cáncer de pene. De hecho, la Organización Mundial de la Salud promueve la circuncisión como una medida preventiva en el caso de aquellos hombres sexualmente activos que forman parte de las poblaciones con alto riesgo de contraer el Virus de Inmunodeficiencia Humana, una postura que cuenta con el aval de la International Antiviral Society-USA.
 
Quienes están a favor de la circuncisión aseguran además que esta no afecta de forma adversa la función o sensibilidad del pene o la satisfacción sexual.
 
Desde el punto de vista de la medicina, la circuncisión tiene unas indicaciones precisas relacionadas con prepucios muy grandes que no se retraen correctamente o impiden la salida normal de la orina; en casos de fimosis, una condición caracterizada por un prepucio demasiado estrecho que no permite al glande deslizarse durante la erección; y cuando es recurrente la presencia de parafimosis o infecciones crónicas.
 
Bien sea en niños o adultos, este procedimiento suele ser ambulatorio, se realiza con anestesia general y bloqueo de los nervios del pene, para disminuir el dolor postquirúrgico, y tras la extirpación del tejido se sutura con puntos reabsorbibles.
 
Como en el caso de cualquier otra intervención quirúrgica, existen riesgos como: la necrosis o muerte del pene, las fistulas, anomalías por efecto de la cicatrización, cierre del orificio urinario, hipersensibilidad, hematomas, inflamación, y cicatrización queloide.
 
Más allá del dilema de si cortar o no cortar es lo correcto, lo cierto es que aproximadamente el 75% de los adultos estadounidenses está circuncidado, y cada año se producen más de un millón de estas intervenciones quirúrgicas, el equivalente a una cada tres segundos.