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¿Cuánto deben dormir niños y adolescentes?

Por Vida y Salud.com/ LifeStyle | 12 Diciembre, 2015 - 08:13
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El buen dormir ayuda a que los niños crezcan sanos. Las necesidades del sueño van cambiando a medida que pasa el tiempo.

Algunas de las preocupaciones que desvelan a los padres, sobre todo a los primerizos, se centran en las horas de sueño de sus hijos. ¿Cuántas horas deben dormir? ¿Es saludable que compartan la cama con papá y mamá?, ¿deben dormir de corrido?, ¿cuánto deben durar las siestas?, son sólo algunas de las dudas.
 
El buen dormir ayuda a que los niños crezcan sanos y fuertes. Lo primero que se debe saber es que las necesidades del sueño van cambiando a medida que pasa el tiempo.
 
Durante los primeros meses de vida, por ejemplo, los bebés duermen casi todo el día y se despiertan cada tres o cuatro horas para alimentarse. Así, aunque parezca mucho, hasta los seis meses se duerme entre 16 y 20 horas para recuperar energías y aprender a defenderse fuera del vientre materno.
Poco a poco, los horarios se van ordenando hasta que los menores logran dormir de corrido por la noche. A los tres años de edad, es bueno que duerman de 10 a 13 horas por noche.
 
La rutina del sueño seguirá cambiando a medida que los hijos crecen. En general, los niños necesitan dormir más horas que los adultos. Y si bien en cada etapa del crecimiento las necesidades del sueño son diferentes, lo importante es que desde pequeños aprendan a tener una rutina saludable para dormir y descansar bien.
 
En ese sentido, cada persona es diferente y las costumbres pueden variar de una a otra.
En general, se considera que los niños de 3 a 5 años de edad necesitan dormir de 10 a 12 horas por noche, con un período de siesta durante el día. Alrededor de los 5 años de edad, las sietsas debieran ser menos. Poco a poco se debe ir adelantándoles el horario para acostarse por las noches.
 
Durante esta etapa, también puede darse que el niño duerma lo suficiente por la noche y no necesite tomar siesta durante el día. En esos casos, se reemplaza por un período de tranquilidad y reposo.
 
Por eso, en la mayoría de las guarderías y de los jardines de niños hay momentos de tranquilidad en los que los niños se acuestan en colchonetas o descansan de algún modo.
 
Desde los 6 años y hasta la pre adolescencia, los niños necesitan de 10 a 12 horas de sueño nocturno, aunque no es necesario ser estricto con esto. Quizás alguno prefiera repartir las horas entre la noche y la siesta.
 
Lo importante en esta etapa es que incorpore buenas prácticas de sueño, ya que es en este momento en el que pueden comenzar los problemas a la hora de ir a dormir.
Poco a poco comienzan a tener más independencia: aumentan las actividades sociales, familiares y escolares, y se ven atraídos por la televisión, la computadora (el ordenador), los mensajes de texto,  los móviles y los juegos, lo que puede mantenerlos despiertos por más tiempo y retrasar el horario en que quieran ir a acostarse.
 
Si a esta situación se agregan horarios familiares caóticos, por ahí se centran las causas de que los niños no duerman lo suficiente, pudiendo afectar su comportamiento. Los niños que no duermen bien pueden estar irritables, ser hiperactivos y tener problemas para prestar atención en la clase o sentirse cansados durante el día.
 
Al llegar a la adolescencia, las necesidades en cuanto a la cantidad de sueño se parecen a las de los adultos: los adolescentes necesitan dormir de 8 a 10 horas por noche, aunque la mayoría de ellos no lo haga.
 
Y a pesar de que el descanso sigue siendo tan importante durante esta etapa como en las anteriores, las presiones sociales típicas de esta edad se tornan en contra de este hábito tan saludable.
 
Además, los cambios físicos en la pubertad hacen que los adolescentes quieran permanecer despiertos por la noche y recuperar el sueño durante el día, algo que es imposible ya que, en general, tienen que levantarse temprano para ir a clases y luego deben cumplir con una gran cantidad de tareas para hacer en casa, así como otras actividades sociales y extra académicas, que hacen que dormir quede como ultima prioridad.
 
Por eso, además, los adolescentes suelen intentar recuperar el sueño durante el fin de semana. Sin embargo, la falta de sueño se acumula y si sumas una hora menos de sueño por cada noche, se obtiene una noche entera sin dormir al final de una semana.
 
La falta de sueño puede hacer que los hijos tengan menos capacidad para prestar atención y dejen de manejar la memoria a corto plazo, así como el rendimiento y el tiempo de respuesta.
 
Lo importante es que el descanso no sólo hace disfrutar del sueño, sino que -mejor aún- desarrollar de mejor manera las actividades que se llevan a cabo. Y lo principal: establecer desde muy temprano en la infancia, hábitos y costumbres saludables a la hora de dormir.