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“Detonarte”, el festival que llena de colores el ritmo urbano de Quito

Por El Universo/ LifeStyle | 27 Diciembre, 2015 - 14:43
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Impulsar la participación pública de los jóvenes a través de la intervención gráfica urbana es uno de los objetivos que se busca con esta iniciativa.

A Juan Sebastián Aguirre, artista gráfico ecuatoriano de 28 años más conocido como Apitatán, le tomó cuatro días pintar en la espalda del Bloque 8 del conjunto habitacional Chiriyacu, en pleno Quito, su obra “No se encariñe con la merienda, mijo”.
 
En el llamativo mural se plasma la imagen de una mujer indígena que carga a su pequeño hijo en sus espaldas, mientras él juega con un cuy. El trabajo de Apitatán forma parte de otros cinco similares realizados en la citada zona quiteña. 
 
 
La oportunidad de intervenir en seis edificios, de cinco pisos de altura cada uno, la abrió el Festival Internacional de Arte Urbano "Detonarte", organizado por el colectivo artístico Neural Industrias Creativas, con colaboración del municipio de Quito, entre el 15 y el 19 de diciembre pasados.
 
En esta sexta edición fueron invitados a intervenir con obras de gran formato artistas como Stinkfish, de Colombia; Onesto, de Brasil; Mantra, de Francia; y los ecuatorianos Steep, de Puyo (Napo); Vera, de Ambato (Tungurahua); y Apitatán, de Quito.
 
 
Los organizadores califican al “Detonarte” como un evento anual que busca impulsar la participación pública de los jóvenes a través de la intervención gráfica urbana.
 
Apitatán, como le decían a este artista cuando era un niño, cree que el arte urbano, incluido el verdadero y trabajado grafiti, tiene un poder impresionante de cambiar los espacios grises y monótonos de las grandes ciudades.
 
El autor está seguro de que si se retiran las normas que sancionan drásticamente los dibujos en zonas públicas y se abren más espacios de expresión urbana, los artistas tendrían más tiempo para entregar obras gratuitas bien trabajadas que embellezcan las ciudades.
 
 
Y es que para los habitantes de la zona, tener dibujos bien logrados en una pared, en lugar del frío color gris del cemento o el blanco, es una ganancia para la urbe.
 
Muchos piensan que la iniciativa se debería extender a toda la ciudad. Así se contaría con espacios en los que se puede reflexionar sobre el mensaje del artista.