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El reloj despertador, desde 1787 un mal necesario

Por LifeStyle.com/ El Observador.com | 16 Junio, 2016 - 09:57
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Muchos se preguntan qué hubiese pasado si el relojero Levi Hutchins, el inventor del artefacto, se hubiese dedicado a otra cosa. ¿La manera de despertar seguiría siendo la luz del sol y el gallo madrugador?

En New Hampshire, Estados Unidos, se encuentra la cuna del reloj despertador. Los registros de historia anotan que en 1787 un relojero llamado Levi Hutchins revolucionó para siempre la forma de levantarse, imponiendo el ruido por sobre los rayos del sol y del gallo madrugador.

La duda la marcaban los días nublados y la confusión que originiban en las aves de corral. Así es que Hutchins hizo un pequeño cambio en el sistema de relojería que usaba, atando un cordelito a la manecilla pequeña del reloj, lo que hacía sonar una campanita cuando llegaba a la hora que se determinaba. Para él esa hora clave eran las cuatro de la mañana.

La precisión del invento lo llevó a preguntarse si dentro de su profesión podría sacarle algún provecho. Aunque a muchos no le agrade la labor que cumple, lo cierto es que la innovación de Hutchins debe ser entendida como el primer pequeño gran paso hacia la modernidad.

En los días actuales son pocos los electrodomésticos o aparatos hogareños que no cuenten con un sistema similar. Sofisticados, digitales, del siglo XXI, pero similares.. Tostadoras de pan, microondas, hervidores y celulares por nombrar sólo algunos de los artefactos modernos que beben aún del invento de Hutchins.

Aunque la tarea original del despertador es ingrata y sigue cumpliéndose con precisión cada mañana del mundo, lo cierto es que siempre está claro que hecha la ley del despertador, hecha la trampa al artefcato y a quien lo apaga y sigue durmiendo.

Y así, en muchos hogares del planeta se desarrolla una hermosa dinámica en la que cada cinco minutos se apaga el sonido, hasta que una adormecida moral obliga a dar el salto hacia la realidad cotidiana. Sin la ayuda del sol ni menos de un madrugador gallo de corral.

Si existen personas que consideran el reloj un invento maquiavélico, lo cierto es que el despertador debería ocupar la delantera. Porque el reloj depende de cada cual, pudiénsose decir que sólo existe en tanto se observa: si se mira a las tres, serán las tres, pero si a esa hora la decisión es no mirarlo, el reloj queda "condenado" a ver cómo pasan sus tres sin que a nadie le importe.

Sin embargo, el despertador se impone, obliga, llama para que sea visto y se cerciore la hora que es, comenzando otro día con el tiempo partido en casilleros.

Para esa gente que lo mira de reojo, los despertadores disfrutan de esa realidad que imponen. Porque saben que son odiados por todos y cada uno de los seres humanos, aunque los compren y los consideren necesarios.

Son algo así como el destacador que subraya que la vida ya no le pertenece a la gente que quiere seguir durmiendo bajo el sol, que no es dueña ni de sus vidas ni de sus sueños. ¿Qué hubiese pasado si Levi Hutchins hubiese sido sólo un jardinero?...