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Elena Poniatowska: literatura intensa y sin vanidad

Por EFE | 21 Abril, 2014 - 11:06
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Por su edad le tocaría relajarse, pero a Elena Poniatowska nunca le gustó hacer "lo que le tocaba". Por eso decidió convertirse en periodista. Y por eso casi no descansa, escribe cada día, participa en actos públicos, en eventos culturales, en mítines políticos, en manifestaciones y atiende a casi todo el que llama a su puerta. Es una merecida ganadora del Premio Cervantes.

A sus 81 años , la destacada escritora no quiere descansar. Escribir es su “manera de vivir”. ¿Qué podría hacer ahorita? Ya ni modo que me meta de bailarina, de vedette, ¿de qué me puedo meter?, ¿en qué puedo trabajar?, cantar tampoco puedo, entonces lo que tengo que hacer es lo que he hecho toda la vida, que es escribir, y lo voy a hacer hasta que me petatee, como decimos en México, o que me lleven con los tenis por delante en mi cajón de muertos", dice”.

Por su edad le tocaría relajarse, pero a Elena Poniatowska nunca le gustó hacer "lo que le tocaba". Por eso decidió convertirse en periodista, siendo una jovencita de una famlia de clase alta formada por la mexicanofrancesa Paula Amor de Ferreira Yturbe y por el príncipe polaco Jean E. Poniatowski. Y por eso casi no descansa, escribe cada día, participa en actos públicos, en eventos culturales, en mítines políticos, en manifestaciones y atiende a casi todo el que llama a su puerta.

Desde que comenzó en el periodismo en los años 50, en la sección de sociales del diario Excélsior, no ha parado de escribir ni de entrevistar a grandes personalidades de la talla de Luis Buñuel u Octavio Paz.  

A nadie se le quedó una pregunta pendiente, pero sí entrevistas pendientes que hubiera querido hacer, como “a Nelson Mandela, en general a los luchadores sociales, a César Chávez o a líderes como Zapata”.  

Pero su gran pasión han sido los seres menos conocidos, a quienes ella ha dado voz para convertirlos en figuras entrañables, como Josefina Bórquez, mujer pobre que luchó en la Revolución e inspiró su novela “"Hasta no verte Jesús mío"” (1969).  
 
Siempre tratando de retratar las entrañas de un país al que llegó con diez años y que siente más suyo que ningún otro. Arrivó en los años 40, junto con su madre y su hermana Kitzia, huyendo de los estragos que la Segunda Guerra Mundial estaba produciendo en Europa. Y este país del que no supo hasta pisarlo (de niña desconocía incluso que su madre fuera mexicana), acabó convirtiéndose en uno de los amores de su vida.
 
OBRA INTENSA, ESCRITORA SIN VANIDAD
 
La escritora recibió el Premio Cervantes, que la reconoce como uno de los personajes más relevantes en la cultura en castellano. En medio del desorden que, asegura, domina su vida, ha estado rebuscando fotos antiguas que le han pedido. Un día de noviembre del 2013 la llamaron por sorpresa y no se lo creyó hasta que “un tropel de periodistas” invadieron su casa. "“Para mí es sorprendente y es un gusto enorme porque yo soy periodista, toda la vida he hecho crónicas, reportajes, millones, miles de entrevistas"”.  
 
En rigor, Poniatowska ha tocado casi todos los géneros literarios: novela, cuento, poesía, ensayo, crónica y entrevista; ha colaborado en innumerables publicaciones, entre ellas el diario "La Jornada", de la que es fundadora. Se ha desempeñado como profesora de literatura y periodismo, ha realizado cortometrajes cinematográficos y es socia y fundadora de la editorial Siglo XXI y de la Cineteca Nacional. Autora de libros como "La noche de Tlatelolco" (1971), en la que narra la matanza estudiantil de 1968, "Tinísima" (1991) sobre la fotógrafa italiana Tina Modotti y "Leonora" (2011), en la que recorre la vida de la pintora Leonora Carrington.
 
En su larga carrera ha cosechado numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Periodismo de México 1978, cuando se convirtió en la primera mujer en obtenerlo, y el María Moors Cabot 2004, que concede la prestigiosa Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia (Nueva York). Aún así, sigue sin considerarse a la altura de sus contemporáneos y en algúna ocasión ha llegado a decir que está convencida de que muchos escritores la consideran “la cocinera, la barrendera, la criada que está limpiando los escusados de la gran casa de la literatura”.
 
El complejo de inferioridad o la falta de vanidad siempre han dominado la vida de la mexicana, quizás porque pese a que varias universidades la han nombrado Doctora Honoris Causa, nunca estudió en la universidad. Sí fue a un colegio en Estados Unidos, cerca de Filadelfia, pero debido a una devaluación en México sus padres no pudieron financiar su educación universitaria y tuvo que regresar.
 
"AMAR A MÉXICO"
 
La casa de Elena Poniatowska es, claramente, un hogar de literatura, con paredes llenas de libros, un patio plagado de flores (jacarandas, bugambilias), fotos de familia, recuerdos de viajes y sus animales, Shadow, un labrador negro, y sus gatos Monsi y Vais, llamados así en honor a su gran amigo el escritor Carlos Monsiváis.

Sentada en su sofá, sobre un cojín bordado con la imagen del político Andrés Manuel López Obrador, enumera las cosas que le preocupan hoy de México. “"Me duele toda la pobreza, me duele la corrupción, me duelen las leyes que se están pasando, la ley del petróleo". En los últimos años, la abanderada de las causas de la izquierda ha mostrado su apoyo incondicional al que fuera candidato presidencial en dos ocasiones.
 
Poniatowska habla con pasión, también, de sus hijos, Mane, el mayor, científico como su padre el astrónomo Guillermo Haro, “doctorado”, “especialista en nanotecnología”. Paula y su casa de cultura en Mérida, Felipe y sus documentales. Ahora anda haciendo uno sobre su madre y el camino hacia el Cervantes.
 
"Tienen hijos todos y yo espero que mis nietos sean unos luchadores y no sean unos niños que no sirvan para nada. Que le sirvan a México, que amen a México y que traten de sacarlo adelante y de participar en sus mejores luchas", señala.