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En materia de finanzas, ¿eres liebre o tortuga?

Por Edith Esquivel/ Dinero en Imagen | 7 Febrero, 2017 - 10:36
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En estilos de elección, podemos pertenecer a tres categorías. Responde a las siguientes preguntas para conocer la tuya.

En un restaurante, ya no se puede pedir un café sin enfrentar una crisis existencial: ¿grande, chico o mediano? ¿americano, capuchino, machiato, mocha, au lait, espresso o lungo? ¿azúcar refinada, mascabada, stevia o edulcorante sin calorías? ¿frappé o caliente? ¿Con crema batida, chispitas, vainilla o canela? ¿Con Kahlúa, Brandy o licor de naranja? Después de escuchar la lista de posibilidades acaba uno agotado y abrumado, hasta el grado de callar al barista para pedir un simple americano sin nada.
 
Los seres humanos modernos tenemos más opciones a nuestra disposición que en cualquier otra época. Piénsalo: puedes ir al supermercado y comprar un pescado que nadaba tranquilo en Tailandia hace apenas 24 horas, o un bistec que mugía contento en Uruguay el lunes.  Gracias a Internet, puedes discutir con un iraní acerca del video de un perro que baila Tango en Argentina. Si así lo deseas, puedes comprar ropa que brilla en la oscuridad, papel de baño de colores,  o un bolso hecho con cabello humano...tú decides.
 
Sin embargo, la gran cantidad de opciones significa que, para decidir mejor, deberemos invertir mayor tiempo. En su libro: La paradoja de la elección, Barry Schwartz nos dice que tener demasiadas opciones, en lugar de hacernos felices, es fuente de gran ansiedad porque cada una representa una nueva posibilidad de elegir mal y una cosa más que rechazaremos.
 
En estilos de elección, podemos pertenecer a tres categorías. Responde a las siguientes preguntas para conocer la tuya:  
 
1. Llegas a un restaurante con tu pareja y, después de veinte minutos, el mesero regresa para tomar la orden, tú: 
 
a) Le pides más tiempo. No es fácil elegir cuando debes considerar el precio del platillo, qué tan nutritivo es, si logrará saciarte, si la receta es novedosa o la puedes preparar en tu casa, etc.
 
b) Ordenas lo de costumbre. ¿Pollo en un restaurante de mariscos?, dice tu pareja mientras entorna los ojos. 
 
c) Ordenas lo mismo que tu pareja, para evitar la fatiga.
 
 
2.- Quieres comprar un terreno, y la primera semana de búsqueda encuentras uno que te fascina, sólo que el precio, ubicación y situación legal no son muy buenos, tú: 
 
a) Sigues buscando opciones.
 
b) Esperas dos semanas más, no ves nada mejor, así que intentas convencer a tu pareja. ¡Entre los dos sí alcanza!
 
c) Das un anticipo para apartarlo y pides un préstamo en el banco.
 
3.- Quieres invertir tu dinero, y tu agente bancario te comenta sobre un pagaré anual con rendimiento del 3%, tú: 
 
a) Le agradeces la información y te tomas varios meses para investigar otros instrumentos en bancos y casas de bolsa.
 
b) Le preguntas sobre un pagaré con plazo más corto e inviertes ahí “por mientras”.
 
c) Te gusta la idea, inviertes en el pagaré y te olvidas del asunto.
 
4.- Quieres comprar un automóvil, tú: 
 
a) Investigas modelos, y preguntas sobre el consumo de combustible y el costo de los servicios y refacciones principales. Esperas a que los modelos de ese año bajen de precio, y buscas opciones de usados para no pedir un préstamo.
 
b) Investigas en Internet y visitas la agencia del coche que más te gustó. Pides la opinión de tus amigos. Si escuchas dos opiniones buenas del modelo que pretendes, te lo compras. 
 
c) Visitas la agencia, firmas los papeles del préstamo, y sales ese mismo día con auto nuevo.
 
 
5. Es tu último año de prepa y debes empezar a decidir la carrera que estudiarás, tú: 
 
a) Tú empezaste el proyecto de decisión desde el primer día de preparatoria. Hiciste una lista de las carreras que podrían interesarte, visitaste las escuelas y universidades que las imparten, entrevistaste a gente que ya trabaja en esas ramas, y te propusiste como voluntario en las industrias que más te convencieron. Para el último año sólo te falta ultimar detalles.
 
b) Te imaginas cómo sería trabajar en cada una de las carreras que te interesan. Haces una lista mental de pros y contras, contestas un test vocacional y ¡listo!
 
c) Te inscribes en la misma carrera que tu mejor amigo, o te dedicas al negocio familiar, aunque no te guste particularmente. 
 
Si respondiste con mayoría de (a), eres una tortuga.
No sabes lo que es arrepentirse de una mala compra, porque reconoces lo que no sabes, y te tomas el tiempo para investigar, aunque a veces se te van oportunidades valiosas porque tardas mucho en decidirte. Tu dedicación es excelente, aunque podrías buscar más rapidez cuando se trata de decisiones sin importancia que tienen un tiempo límite.
 
Si respondiste con mayoría de (b), eres una tortuliebre.
Es decir, no eres ni muy rápido ni muy lento para decidir, lo cual significa que no la riegas tan seguido, pero tu poca paciencia para investigar y explorar te ha resultado en malas experiencias. Ser tortuliebre puede hacerte propenso a errores en las decisiones más importantes, y también a quedarte en tu zona de confort.
 
Si respondiste con mayoría de (c), eres una liebre.
Las decisiones te ponen incómodo, o tienes demasiada confianza en tu instinto o conocimientos, así que te apresuras lo más posible para decidir, y cuando algo sale mal culpas a otros o a las circunstancias.
 
Si eres una liebre, estás en una posición muy vulnerable cuando tomas las decisiones difíciles. Es necesario que aprendas a tolerar la falta de certeza que acompaña todas las decisiones: podrá parecer injusto que la vida nos exija elegir una cosa y rechazar muchas otras, sin poder saber con anticipación cuál será el resultado, pero la forma más madura de actuar es recabando la mayor información posible para reducir las posibilidades de error. Sin embargo, sigue conservando la actitud de liebre para las decisiones insignificantes de todos los días.
 
Vivimos en tiempos confusos, donde se alaba a quienes toman decisiones rápidas, con seguridad y firmeza, pero las decisiones importantes requieren tiempo. Al igual que en la historia de la liebre y la tortuga, para llegar primero hay que saber reconocer lo que uno no sabe y tener paciencia. Esta es la clave para desarrollar buenas estrategias, y una de las lecciones financieras más importantes.