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Escritora mexicana Carmen Boullosa: "la conversación es una expresión de resistencia"

Por Claudio Pereda Madrid | 2 Julio, 2014 - 18:23
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Con más de una treintena de obras que abarcan narrativa, poesía y ensayos, la escritora mexicana Carmen Boullosa ofrece una atractiva propuesta en el panorama literario regional.

Con una apariencia delgada y con su trato amable, Carmen Boullosa pasea sus recientes 60 años con alegría y tranquilidad. "Soy una sesentona", reconoce coloquialmente, pero sus inquietudes creativas tienen la gracia de renovarse en los desafíos y de mantener un espíritu inquieto.

El teatro, la poesía, la narrativa y el ensayo conocen de su trabajo, ampliamente reconocido en México y en la región con becas y premios literarios. Si bien su centro temático se ubica en la situación de la mujer en el desarrollo creativo mexicano, "siempre lejos del afecto del poder" como insiste, sus obras son capaces de situar al ser humano contemporáneo en varios y atractivos escenarios.

Prepara una historia de México vista desde la perspectiva de las mujeres, algo poco usual en el ámbito latinoamericano, "aunque se trata de figuras capitales que se han mantenido en una corriente subterránea", explica, con una voz suave y acogedora, pero con una certeza que inquieta y atrae.


Uno de los principales temas de su interés es la mujer en el ámbito literario y creativo de México. ¿Cree posible que se pueda ampliar un poco el foco e intentar el hallazgo de los principales aspectos que, a su juicio, estén presentes en la región y que sean comunes para aquellas que están "lejos del afecto del poder", como usted lo señala?

- Sí, es posible anunciar algunos puntos, aunque -claro- no me siento autorizada como para hacer un trazo preciso de nuestra región. Aunque compartamos una lengua y un impacto histórico común como es el período de la Colonia, América Latina es una zona muy diversa. Haciendo esa consideración, lo que puedo señalar es que me parece muy interesante que la primera escritora de proyeccion internacional de la América hispana fue una mujer, sor Juana Inés de la Cruz, y que el primer premio Nobel que obtiene la literatura de este continente -porque se puede llamar así- fue Gabriela Mistral. Ambos ejemplos no son producto del azar.

Lo extraño es que pertenezcan a una corriente subterránea. Si bien es cierto que se trata de dos figuras capitales, y que en el camino ha habido mujeres que han incidido con aportes históricos en momentos coyunturales de América Latina, lo cierto es que si se piensa en LA historia de la region, así con letras mayúsculas, las mujeres  no aparecen como las protagonistas, excepto muy recientemente. Hasta ahora, las mujeres habían estado reservadas para otros territorios.

Sólo hay que hacer el ejercicio de pensar en la independencia de nuestros países y las primeras figuras que surgen son hombres: Hidalgo, Bolívar, San Martín, O'Higgins. No se piensa, por ejemplo en el caso de México, en el papel que jugó la propia hija de Hidalgo o en las mujeres insurgentes, quienes fueron muy importantes al acuñar la ideologia que luego capturaría el regimen post revolucionario. Son una corriente muy importante, mas no siempre formulada.

Con la excepción de sor Juana, tengo la impresión de que para ser aceptadas en América Latina, las mujeres debieron pasar las fronteras de sus países.

Hoy pareciera vivirse una corriente que busca reentender los espacios ocupados por las mujeres en la historia de la región. En el mismo caso de sor Juana Inés de la Cruz, hoy se entiende que una mujer como ella, de una mente tan adelantada, haya decidido entrar al monasterio porque era el único espacio que la época le entregaba para seguir su proceso educativo. Era un espacio en el que una mujer podía sentarse a leer sin causar sospecha...

- Claro, ella elige la vida del monasterio porque le repugnaba la idea del matrimonio, no veía su futuro siendo la esposa de alguien. En el convento se convierte en una gran administradora, crece la infraestructura y el financimiento del lugar, genera pequeñas industrias, especialmente ligadas al agro y a la comida, desarrolla teatro  e investiga en torno a la filosofía. Así y todo, igual le cae el peso del poder que le "recuerda": "ándate con calma, sólo eres una mujer". Ella opta por una dinámica que yo llamo "de toreo", es decir, esquivar el punto cuando se le subraya que hacía muchas cosas para ser sólo una mujer. Ella se defendía diciendo "soy neutra, mi cuerpo es neutro". Sólo en nuestros días una mujer puede decir lo que es con claridad.

De todas formas, esa imagen de una mujer que opta por la dinámica "del toreo" parece mantenerse...

- Sí, aunque ya no mi generación. Conozco grandes escritoras que aún juegan magistralmente al toreo. "Yo no sé nada", dicen. Y saben mucho... El "toreo" permite no enfrentar directamente.  Ahora lo más peculiar para mí, lo cual feminiza a todo nuestro continente, es que -a excepcion de Argentina- la región es experta en el "toreo". No confrontamos, esquivamos las respuestas. La situación de sumisión nos marcó. A un mexicano es imposible sacarle un "no". Como decimos nosotros "ni yendo a bailar a Chalma" un mexicano dice "no". Usamos mucho el luego, el ahorita, el ya verás. El "no" es un acto casi exclusivo del poderoso, el que no tiene suficiente poder, pues "torea". Ese es el camino que tomó la mujer.

Sin embargo, a pesar de esa opción, sigue siendo interesante conocer la existencia de esas mujeres y de su aporte al desarrollo de la historia...

- Efectivamente. Y es que se trata de un punto de vista que se ha mantenido vivo todo el tiempo y que no ha sido formulado. Lo que sí conviene subrayar es que eso no ha pasado en los pueblos indígenas. Pienso, por ejemplo, en Guajaca hoy en México, cuántos años de resistencia van y siguen hablando su propia lengua, vistiendo su propia ropa, haciendo su propia comida. La resistencia de las mujeres ha sido distinta, no todas comparten lengua o clase social, pero -eso sí- la marginación de la sociedad ha sido transversal, ha sido hacia todas. Es algo rarísimo. Y sólo se lo debemos a Occidente...

Pasando a su dinámica literaria, usted tiene una mirada muy particular de la figura de los escritores. Considera que son "seres de poco fiar, el escritor le saca a la gente todo cuanto puede utilizar y hacer parte de su libro, con mayor o menor fortuna"...

- Ja, ja... sí, exactamente es lo que pienso...

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Y aceptando eso, por qué -entonces- las sociedades necesitan tanto de los escritores, de sus propuestas creativas...

- Porque la verdad siempre tiene que ser retada y considerarla que tal vez no sea tan cierta. La ficción no es independiente de la realidad, siempre le está hurtando elementos y la pone en el sillón de los interrogatorios. Si se voltea a ver la realidad con algo que se le roba desde la ficción, la realida se vuelve una materia de duda, hay que repensarla. El trabajo de los escritores, de los narradores, es confrontar la realidad...

Algo así como lo que plantea Mario Vargas Llosa y su concepto de "la verdad de las mentiras"

- Sí, algo así. Y la ficción como una bomba que se impregna en la solidez de la verdad...

¿Y cómo observa el panorama literario en América Latina?
- Lo que me parece muy fascinante es la novísima generación de narradores. Hubo un momento en que no tuve fe, pensé que la literatura perdería toda importancia ante la avalancha de los nuevos medios. Pienso en mexicanos como Valeria Luiselli o Daniel Saldaña París, por nombrar sólo algunos de los que conozco, y veo en ellos un ejercicio de ficción pura. El deseo de poner la realidad en entredicho. Y lo mejor, sin el apetito de hacer un best seller. Porque el tema de fondo es que si alguien escribe pensando en alabar al público para que compren su libro, entonces se vuelve un libro bastardo. No es el caso. Se trata de propuestas seductoras, propias, desafiantes. Pienso sí que la literatura viaja muy lentamente, especialmente la joven. Pero estos casos me dicen que este oficio no se acaba, lo que significa que no se acaba el espíritu crítico.

A su juicio ¿cuál es el principal enemigo de la lectura hoy?
- Me parece que es la ética ambiente, esa idea que estimula el aprovecharse de los demás para beneficio de tí mismo. Se trata, claramente, de una moral repugnante. Y lo malo es que eso arrasa con todo, con las personas, con la lengua, con los sentidos. El poeta español inmigrado a México, Tomas Segovia, decía que en el evangelio del automovilista mexicano sólo había un mandamiento: "jode a tu prójimo aunque por ello te jodas a tí mismo". Es algo que se aplica perfectamente a lo que se vive hoy. El automóvil es el mejor ejemplo de ese cambio de mentalidad. Se pasa a un mundo del yo, poniéndole fin a la ciudad colectiva. Esa idea de que la calle es sólo tuya porque andas en auto constituye la mejor representación de la ética universal de hoy.

Aunque usted indaga en varios géneros, lo cierto es que sus obras ofrecen una rica permeabilidad entre ellos...
- Sí, es algo que surge naturalmente. Mis novelas son un poco líricas y mis poemas son un poco narrativos. Nuestra lengua es una herramienta muy rica, que ofrece una flexible capacidad de servir como espejo y revelación. La lengua es como la orografía de la tierra y permite diferenciar a las personas. Por eso creo que la conversación es una expresión de resistencia. Algo que, por cierto, va más allá del Twitter o las redes sociales. Reconozco que soy una sesentona, aunque veo los posteos o los twits y -claro- siento un cosquilleo con el murmullo de la multitud. Pero, claramente, no hay como el murmullo del Metro, ese es el verdadero supra twitt, el más trascendente.