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FIFA… ¿gay friendly?

Por Excelsior | 4 Mayo, 2017 - 10:41
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Insultar o buscar denigrar a partir de valoraciones de tipo sexual constituye un acto inadmisible, enfatiza en esta columna de opinión Luis Manuel Arellano Delgado.

Miente la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA). Es falsa su preocupación por la integridad de las personas homosexuales. Detrás de las multas aplicadas -en varios países- por supuestos gritos homofóbicos subyace un oportunismo mediático e hipócrita de sus directivos.
 
Si desde la afición se silba y gritan mentadas de madre o el proscrito “¡ehhhhhhhh… puuuuuuuto!”, entre otras expresiones consideradas malsonantes o discriminadoras, es porque la dinámica misma del futbol descansa en principios machistas en una lógica de virilidad fortalecida con dopajes donde se permite y alienta ese lenguaje.
 
Que mucha gente ingresa al estadio con odio es verdad, pero no que sea precisamente homofóbico. Se trata de una inquina cultural, de incomodidad estructural que se trasforma en grima contra el rival, un sentimiento acumulado que el propio espectáculo futbolístico ha sembrado a través del tiempo.
 
La derivación de esta dinámica tiene consecuencias dramáticas: pleitos campales de jugadores o de sus barras, agresiones contra aficionados o la policía, descalificación de los árbitros, desmesurada venta de cerveza, etcétera. No hay que confundirse: el foco rojo dentro de los estadios no se enciende con el insulto de género, ni siquiera con la xenofobia, sino a través de la violencia explícita que acumula heridos y muertos.
 
Insultar o buscar denigrar a partir de valoraciones de tipo sexual constituye un acto inadmisible. Hay que rechazarlo. Sin embargo, la FIFA de ninguna manera está asumiendo compromisos contra la homofobia cuando simultáneamente da cobijo a federaciones de países que prohíben la  homosexualidad. El hecho más revelador de esta hipocresía es haberle asignado a Rusia la sede del Mundial de Futbol 2018. Sí, en este país donde los homosexuales son reprimidos y se les ha prohibido durante 100 años cualquier manifestación pública. Además, 74% de los rusos creen que gays y lesbianas tienen problemas mentales y son amorales, según una encuesta difundida en 2012 por el Centro Yuri Levada.
 
¿Es posible creerle a la FIFA cuando dice luchar contra la homofobia? Hace unos días se dio a conocer que México ya acumula siete sanciones de la Federación a partir de ese compromiso falso, y que todas están vinculadas al ya clásico “ehhhhhh…..” aunque la expresión no siempre se termine de pronunciar.
 
Por ello es necesario preguntarnos: ¿en realidad el coro de aficionados que entonan ese “puto” comenten un acto de odio? El sociólogo Daniel Borillo ha concluido que la homofobia  designa dos aspectos diferentes de una misma realidad: 1) la dimensión personal de naturaleza afectiva manifestada en el rechazo a los homosexuales, y 2) la dimensión cultural de naturaleza cognitiva que rechaza la homosexualidad como fenómeno psicológico y social.
 
Tomando en cuenta esa conceptualización puede decirse que, en las circunstancias al menos del futbol mexicano, el grito “puto” no es homofóbico dentro del estadio, ya que no va dirigido a ningún homosexual en la cancha y tampoco está orientado a rechazar esta preferencia sexual como realidad social. Insisto: se trata de un grito catártico que ciertamente no debería manifestarse, pero que tampoco puede exorcizarse cuando la cultura mexicana es en sí misma homofóbica y misógina. Es más fácil que se suspenda un partido a que los aficionados dejen de insultarse.
 
Por otro lado, se olvida que la expresión homoerótica está incorporada a la narrativa futbolística dentro de la cancha o los vestidores: tocamientos en genitales y nalgas, besos, abrazos, apapachos o caricias entre jugadores cuando se mete gol o al concluir los partidos. El intercambio de camisetas dentro de la cancha o lucir el cuerpo semidesnudo generan contenidos sexuales que un poco de morbo podría confundir con afiches propios de la imagen gay.
 
Escribió el ensayista Didier Eribon que con su presencia el homosexual obliga a los heterosexuales a pensarse en términos de su propia identidad sexual. Una verdad que la propia FIFA podría aprovechar para impulsar realmente ese respeto que tanto se jacta de alentar y ello podría dar paso para invitar a los futbolistas gays a salir del clóset. Una medida de esa magnitud convertiría sin duda alguna a la FIFA en una federación gay friendly.