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La generación sub 7, niños que se comportan como adultos

Por El Espectador | 25 Enero, 2017 - 08:21
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A pesar de su edad, son más responsables, más rígidos y se interesan por los temas de los grandes.

Samir tiene seis años, vive en Cartagena y, a pesar de ser tan pequeño, su curiosidad, su expresión oral, los temas en los que se interesa y hasta su forma de vestir han llamado la atención de los adultos que lo rodean. Cuando va a salir no le gusta usar bermudas, prefiere vestir de pantalón; está pendiente de que no quede el televisor encendido o de que no se use más agua de la necesaria para bañarse, incluso, está atento de la dieta de su mamá.
 
“Se comporta como un hombre mayor. No se queda con nada y, muchas veces, cuestiona lo que ve en televisión”, cuenta Tatiana Jiménez, madre de este niño fanático de los dinosaurios que también usa con frecuencia la tableta y otros elementos digitales. Samir podría encajar en ese grupo de niños, de los que seguramente ha escuchado hablar, conocidos como la generación sub 7, que tienen comportamientos, actitudes de personas  adultas y que dentro de su vocabulario incluyen palabras que los hacen parecer mayores.
 
Y, definitivamente, estos niños no son un mito ni son cuestión de percepciones. Nancy Consuelo Martínez, directora de la Especialización en Psicología Infantil y Autoeficacia Personal de la Universidad El Bosque, señala que la estimulación temprana desde el vientre materno posibilita que estos niños desarrollen más habilidades y que la crianza o diferentes experiencias a las que se ven expuestos influyen en su nivel de madurez y su comportamiento frente a situaciones de la vida cotidiana. A estos factores se le agregan los contenidos que puedan consumir a través de los medios de comunicación.
 
 
Sin embargo, considera que no se trata de una generación especial sino de niños con ciertas características que los hacen ver mayores de lo que realmente son. “Pueden ser más regañones, más independientes, más serios y más malgeniados”, explica Martínez. Dentro de las ventajas que tiene la forma de ser estos pequeños se destacan su mayor nivel de responsabilidad, organización y colaboración en casa, no obstante, podrían tener una menor tolerancia a la frustración.
 
Por su parte, Victoria Cabrera, investigadora en temas de familia de la Universidad de La Sabana, considera que los comportamientos de estos niños son una cuestión de épocas. “No siempre se trata de chicos más inteligentes. Anteriormente, desarrollaban unas habilidades que estaban acordes a los tiempos en que crecían, sin embargo, hoy tienen más oportunidades de expresarse y tienen una relación más abierta con los padres”, explica la docente, quien destaca que, en otras épocas, si un niño opinaba o hablaba de ciertos temas o se ocupaba de cosas de adultos era sinónimo de irreverencia o rebeldía. “Podían ganarse un regaño por estas actitudes”, añade.
 
En todo caso, Cabrera cree conveniente que las experiencias de vida se desarrollen de acuerdo con la edad y con el nivel de madurez propio de cada etapa de crecimiento. “A veces es preocupante que un niño no se comporte como tal, como cuando un adulto también se comporta como niño”, explica Cabrera.
 
Ambas expertas coinciden en que la crianza es fundamental en las formas en que un infante puede actuar o desarrollarse y que, a pesar de que pueden verse influenciados por contenidos de los medios de comunicación o Internet, estos no son completamente determinantes si no son reafirmados en el contexto familiar.