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La historia del hombre de cobre, una secreta disputa entre Chile y Estados Unidos

Por Revista Cultura y Tendencias | 19 Diciembre, 2014 - 16:16
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Desde una vidriera en un connotado museo estadounidense, un minero aymara del año 500 d.C. mira hacia al sur. Encontrado a fines del siglo XIX en una ladera del actual yacimiento Chuquicamata en Chile, el primer minero conocido del país espera volver a su tierra natal.

La zona de Chuquicamata, en la que esta semana la cuprífera chilena anuncia la inversión de más de US$3.000 millones para que la mina a tajo abierto más grande del mundo se transforme en un yacimiento subterráneo, es también epicentro de una importante y poco conocida historia patrimonial.
 
En un connotado museo estadounidense, desde una fría vidriera, el minero aymara del año 500 d.C. mira hacia al sur. Encontrado a fines del siglo XIX en una ladera de lo que hoy es la citada e importante minera chilena, se trata de un importante símbolo de la relación de ese país con la actividad extractiva.

El primer minero local del que se tenga registro se encuentra en una caja de vidrio, frente al Central Park de Nueva York. Se trata del cuerpo momificado de un hombre de mediana edad  que quedó atrapado en un derrumbe.

Fue descubierto en octubre de 1899 por el ingeniero francés Maurice Pidot, cuando Chuquicamata era una pequeña pertenencia minera llamada “La Restauradora”.

Pidot dirigía faenas para la extracción de cobre cuando una de las laderas cedió con gran estrépito, dejando al descubierto un cuerpo humano que denotaba no ser contemporáneo, pero que se encontraba en muy buenas condiciones de mantenimiento. Junto a él habían antiquísimos artefactos para sacar mineral y variados utensilios personales.

Se trataba del hallazgo de un aymara, que ya en los primeros 500 años después de Cristo, se dedicaba a la extracción de cobre en la zona, lo que simbólicamente marca con claridad la importancia de esta actividad en la historia de Chile. El malogrado primer minero perdió la vida al sufrir el derrumbe y quedarse sin oxígeno.

La donación del banquero

La falta de humedad de la tierra, entre otras cosas, debido a la existencia del metal rojo, facilitó las condiciones para que el cuerpo quedara recubierto por una característica capa verdosa que lo hizo llamar desde el primer momento en que se descubre como "El hombre de cobre". La suerte corrida por el primer minero local a partir de su descubrimiento ha sido, sin duda, de dulce y agraz.

Comprado, revendido, mal pagado y mal usado como elemento de cambio, la figura momificada ha conocido las más diversas manos que lo han hecho formar parte desde fines del siglo XIX en diferentes escenarios y lugares entre Chuquicamata, Valparaíso, Búfalo y Nueva York, por citar algunos.

Desde circos de personas y artículos extraños hasta curiosidad científica, el cuerpo momificado que data del año 500 d.C. finalmente llegó hasta el Museo de Historia Natural de Nueva York el año 1905, en una de cuyas vidrieras se ubica simbólicamente frente al Central Park hasta el día de hoy.

Chile ha hecho tres intentos por recuperar la simbólica momia, pero la operación es particularmente compleja. Si bien ha sido posible recuperar en parte la ruta que debió hacer "El hombre de cobre" hasta llegar al destacado museo estadounidense, lo cierto es que desde el primer momento sus transacciones se dieron en el ámbito privado.

De hecho, es la intervención del banquero John Piper Morgan lo que –al adquirir la momia- facilita la llegada del cuerpo a una entidad científica: el inversionista donó su compra al citado museo neoyorquino.

Mirando al sur

La primera gestión por recuperar la momia fue en 1990 por parte del director del Museo Precolombino, Carlos Aldunate, y del actual Premio Nacional de Historia, Lautaro Núñez. En esa oportunidad, la instancia estadounidense rechazó de plano la posibilidad, entre otras razones, por considerar que Chile no contaba con las condiciones necesarias para la buena conservación del cuerpo.

La segunda solicitud fue realizada el año 2005 por parte de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), el Museo Precolombino y la minera estatal Codelco. Esta vez la negativa se mantuvo en cuanto a la posibilidad de traslado, pero finalmente se llegó a la posibilidad de que expertos chilenos y estadounidenses pudiesen efectuar un escáner tridimensional de la momia, lo que permitió construir una réplica cien por ciento fiel al original.

Dicha operación se efectuó y la copia exacta de la momia recorrió el país por varias ciudades hasta llegar a su destino actual, que es el Museo de Lasana, ubicado en la segunda región de Chile.

La tercera y última negociación se lleva a cabo el año 2011, en un especial contexto: la muestra en Washington de la exposición “Against all odds: Rescue at the Chilean Mine”, dedicada al exitoso rescate de las 33 personas atrapados en la mina San José. La directora de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile (Dibam) de entonces, Margarita Krebs, se reunió con la directora de Conservación de la División Antropología del Museo de Historia Natural de Nueva York, Judith Levinson.

Como la momificación que sufrió el cuerpo no fue producto de un proceso pensado para eso, el paso del tiempo le restan grados de seguridad a su conservación. De allí es que sea imprescindible mantenerlo en las condiciones que lo tiene el museo neoyorquino. Su eventual traslado requiere, entonces, delicadas fases que permitan mantenerlo tal cual se encuentra actualmente.

Por todo ello, la entidad estadounidense le pidió a la autoridad chilena que le entregue una propuesta en torno a cómo Chile pretende llevar adelante el proceso de recuperación de "El hombre de cobre", especialmente en cuanto a las condiciones científicas del traslado. De eso ya pasan tres años y hasta ahora no se conocen mayores novedades.

Por mientras, frente al Central Park de Nueva York, la figura del primer minero de Chile sigue mirando al sur. A la espera de un difícil regreso a casa.