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La responsabilidad de tener una mascota

Por Marisol Rey/ Télam | 1 Mayo, 2017 - 10:37
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Una vez que el nuevo integrante llegue a su nuevo hogar, sea cachorro o adulto, es importante conocer algunas cuestiones que ayudarán a que se adapte de la mejor manera.

Tenemos una relación especial con las mascotas y en particular con los perros, por eso incorporarlos a nuestro hogar y a nuestra familia es una decisión que nos llenará de alegría, pero también es una responsabilidad para toda la vida. Hay ciertos recaudos que debemos tener en cuenta para cuidarlos adecuadamente.

Lo primero es saber cuánto tiempo requiere el cuidado, la salud y la educación de un perro y, consecuentemente, si se tendrá el tiempo suficiente para lograr satisfacer sus necesidades y una correcta adaptación al nuevo habiente en el cual vivirá. Otro tema no menor es que un perro, en todas las etapas de su vida, va a implicar una inversión económica. No tiene por qué ser un gasto muy grande, pero hay que tener en cuenta sus visitas al veterinario, alimento especial, juguetes y recreación.

Podemos investigar con los refugios y protectoras de nuestra zona si tienen algún perro con las características que estamos buscando que necesite una segunda oportunidad. Si finalmente nos decidimos por un perro de raza, es importante que sepamos que no necesariamente tendrá un temperamento específico garantizado. Cada individuo es único; por eso para modelar el temperamento es aconsejable comenzar su educación cuanto antes. Y recordemos siempre consultar con un profesional en comportamiento canino ante cualquier duda.

Una vez que el nuevo integrante llegue a su nuevo hogar, sea cachorro o adulto, es importante conocer algunas cuestiones que ayudarán a que se adapte de la mejor manera. La rutina ayudará a reducir posibles ansiedades y estabilizar el comportamiento del perro. Así sabrá cuándo le toca su comida y también ayuda a que siempre sepa cuándo llega ese momento sin desesperarse, de igual manera ocurre con el paseo o los momentos de juego.

Un tema importante es mantener las reglas claras a lo largo de toda su vida. Lo que se permita de cachorro debería mantenerse, al igual que lo que se le prohíba. Si no se le va a permitir subir a sillones o camas de adulto, no deberá permitírsele de chiquito. El perro no entenderá las reglas si estas cambian continuamente.

Es común que de cachorros se les permita dormir en nuestras habitaciones y hasta incluso en camas. Pero aun así llore, él tiene que entender que hay momentos de soledad e independencia. Si esto no se respeta después costará mucho más que entienda por qué se cambió ese hábito o qué pasó que ya no tiene ese privilegio. Además esto ayudará a que pueda quedarse solo cuando tengamos que salir de casa y no podamos llevarlo.

Por último, del tercer al cuarto mes de vida del perro es fundamental que conozca el entorno que lo va a rodear. De eso dependerá su relación con determinados estímulos de adulto: que tenga miedo, ansiedad o agresividad. Es importante que tenga buenas experiencias con el veterinario, niños, ruidos molestos, otras personas, otros animales, y todo aquello con lo que vaya a relacionarse en su vida adulta.

De igual manera, si nuestro nuevo miembro de la familia es un perro adulto y presenta problemas de sociabilización, se lo puede ayudar trabajando en conjunto con profesionales. Todos podemos aprender, sin importar la edad o experiencia que haya vivido, darle una segunda oportunidad a un perro es un hermoso gesto de amor.

El compromiso familiar es clave, ya que las reglas y rutinas que se establezcan el primer día deberán ser respetadas por todos los integrantes del grupo familiar. Lo más sano para un perro son las mismas reglas con todos. Es muy importante para tener un perro educado, ya que lo ayudará mucho a entender cómo debe comportarse.

Marisol Rey es directora de Patita Patita Adiestramiento y especialista en gestión del comportamiento