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La violencia que silencia la música, tercer aniversario de la muerte de Facundo Cabral

Por Isabel Martínez Pita / Lifestyle | 9 Julio, 2014 - 18:08
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La muerte de Facundo Cabral, artista y enamorado de la vida, pero enojado con la injusticia, se suma a la violencia que en la región silencia el arte.

Tras años dedicado a cantar contra la injusticia y la desigualdad, el trovador argentino se topó con la muerte cuando se disponía a abandonar Guatemala donde había ofrecido dos conciertos en la capital y en Quetzaltenango. Un grupo de sicarios le abatió a tiros el 9 de julio de 2011. 

Según el ministro guatemalteco del Interior, Carlos Menocal, el ataque a tiros en el que falleció el artista de 74 años no iba dirigido en su contra, sino contra el empresario nicaragüense Henry Fariña, que lo contrató para cantar en Guatemala y Nicaragua y que lo llevaba en su automóvil hacia el aeropuerto internacional La Aurora. 

Fariña, un nicaragüense radicado en Guatemala desde hace varios años, según investigadores guatemaltecos, además de dirigir una empresa dedicada a organizar conciertos de artistas internacionales también era propietario de varios centros nocturnos en Centroamérica. 

‘Peligroso cantautor protesta

El autor de la famosa canción “No soy de aquí, ni soy de allá”, nació en La Plata, provincia de Buenos Aires, el 22 de mayo de 1937, en el seno de una familia humilde. Facundo fue abandonado por su padre poco antes de nacer y a los nueve años dejó su casa familiar para ir a la aventura de conocer al entonces presidente argentino Juan Domingo Perón, porque había oído que éste ofrecía trabajo a los pobres. 

Tras una intensa juventud no exenta de los excesos del alcohol, el artista se refugió en la religión cristiana y comenzó a actuar cantando sus propias canciones inspiradas en ideas sociales de justicia y solidaridad, además de poesía, lo que hacía de él un cantautor protesta.

Por esa condición de la que era ya conocido en su país tuvo que abandonar Argentina en 1976 durante la última dictadura y se exilió en México donde continuó componiendo y haciendo representaciones.  

A los 40 años, conoció en Nueva York al "amor de su vida", una joven veinte años menor que él con la que tuvo una hija. Ambas murieron en un accidente de avión. 

Abatido por la tragedia, fue precisamente la Madre Teresa quien le sacudió preguntándole "Facundo, ¿dónde vas a poner el amor que te va a sobrar?", y así se lo llevó a bañar leprosos a Calcuta. 

En 1984, regresó a Argentina para ser profeta en su tierra, vendiendo discos y llenando teatros y estadios. Hombre de mil anécdotas, de vida intensa, vivía desde hace algunos años en un hotel de Buenos Aires, ya casi ciego, pero sin dejar de crear y comunicar su arte. 

Grabó decenas de discos y escribió varios libros, una decena de ellos editados, entre ellos "Borges y yo", donde repasa sus diálogos con el célebre escritor argentino. 

Declarado por la Unesco "Mensajero mundial de la paz" y nominado al Nobel de la Paz en 2008, Cabral murió paradójicamente víctima de una atroz violencia, a la que no le tenía miedo. 

"Si estás poblado de amor no podés tener miedo porque el amor es valentía. Yo me crié en la violencia, con siete hermanos, nueve años en el desierto y cuatro de ellos murieron de hambre y de frío. Me crié con la violencia, luego la dictadura, el abandono de mi padre", dijo Cabral en un entrevista en México, cuando le preguntaron si no tenía miedo de actuar allí. Hoy, se cumplen tres años de su trágica partida.