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Los problemas que enfrenta la mascota del Mundial de Brasil

Por El Mundo | 16 Mayo, 2014 - 18:01
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"Fuleco", la mascota oficial del Mundial de Fútbol, es un armadillo que con dificultad pelea contra la extinción. Su nombre es una combinación de las palabras "fútbol" y "ecología", pero aunque muchos pensaron que eso iba a significar una ayuda en la disputa que da la especie para no desaparecer, la verdad es que las cosas no han sido fáciles.

Fuleco, la mascota del Mundial de fútbol de Brasil, es un animal real y entrañable: un armadillo bolita que lucha contra la extinción. Pero hasta ahora la Copa no le está ayudando mucho.

Un grupo de científicos pide que cada gol del Mundial, que se celebra en doce ciudades brasileñas del 12 de junio al 13 de julio, se transforme en más protección para el armadillo.

El armadillo bolita es un curioso animal de 50 centímetros que cuanto se siente en peligro se recoge y con su duro caparazón forma una perfecta bola, de ahí su elección como mascota de la Copa del Mundo. La caza y la destrucción de su hábitat -noreste de Brasil- son las principales amenazas a su supervivencia.

La ONG Asociación Caatinga propuso a la Fifa que adoptara el "tatú bola" como mascota, convencida de que Brasil, país de enormes bosques y selvas, tenía que vincular la Copa del Mundo al medio ambiente y aprovechar el evento para proteger especies y ecosistemas en peligro.

Casi dos millones de personas votaron por bautizar al pequeño armadillo, que pesa menos de un kilo y se alimenta de hormigas, raíces y frutas, como "Fuleco", la combinación de las palabras "fútbol" y "ecología".

Sin embargo, son varias las organizaciones que se quejan de la nula promoción del mensaje que se quería enviar con la mascota por parte de los responsables del evento mundial. Se quejan de que la Fifa permite la venta de productos de merchandasing con la figura de Fuleco, incluido un millón de peluches producidos en China, pero nada de ese dinero -por ejemplo- se destina a alguna promoción en favor del tatú bola.

Varias agencias recogen un comunidado de la Fifa en el que la entidad rectora del fútbol afirma que "como mascota oficial, Fuleco ha ayudado a aumentar la conciencia en Brasil en torno al armadillo bola y su estatus como especie vulnerable". Sin embargo, la entidad no se compromete a nada en específico.

Por eso, la propuesta de científicos del Instituto de Biodiversidad de Brasil (Icmbio) suena "provocadora": que cada gol del Mundial se transforme en 1.000 hectáreas de protección de la Caatinga. "Queremos que la elección del armadillo bola como mascota del Mundial no sea apenas simbólica, sino que efectivamente contribuya a la conservación de esta especie tan carismática. Y de su ambiente", afirma José Alves Siqueira, profesor de la Universidad Federal del Valle de San Francisco (Univasf), en un artículo de la revista Biotrópica en el que los científicos lanzaron la campaña.

Desde el gobierno, señalan que el ministerio del Medio Ambiente contará con un plan de metas específicas para su conservación. "Sin la Copa del Mundo, seguramente eso no hubiera ocurrido", dice el responsable de la Asociación Caatinga, Rodrigo Castro.

Una patrocinadora de la Copa, la filial brasileña de la fabricante alemana de neumáticos Continental, decidió apoyar la campaña del armadillo.

La zona de Caatinga, que ocupa un área más extensa que Francia, Reino Unido y Suiza juntos, y que conserva aproximadamente 50% de su cobertura vegetal, es el hábitat de otras especies emblemáticas y amenazadas que podrían beneficiarse de esa protección, como el puma y la jaguatirica, un felino menor.

El armadillo bolita -cuyo nombre científico es Tolypeutes Tricinctus, en referencia a los tres cinturones que permiten que su caparazón se acople en forma de balón- es considerada como la única especie de armadillo endémica de Brasil, además de ser la menor y menos conocida, según el Libro Rojo de la Fauna Brasileña Amenazada de Extinción.

"El armadillo bola no excava agujeros, y sus únicas estrategias de defensa son la fuga y recogerse bajo su caparazón pero, incluso corriendo en fuga, puede ser alcanzado fácilmente por una persona, y cuando se enrolla (una posición que puede mantener por 20 o 30 minutos), puede ser agarrado sin riesgo para quien lo caza", informa el Libro Rojo.