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Mondo cane: las sorprendentes representaciones del perro en la historia del arte

Por LifeStyle/ Diario ABC/ Agencias | 6 Diciembre, 2015 - 07:44
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Desde Anubis, dios cinocéfalo, hasta "Ayudante de Santa", la escuálida mascota Simpson, pasando por el inocente Pluto, son incontables los ejemplares de cuatro patas presentes en la historia del arte y la cultura.

Asoman el hocico en mitos y religiones. Miran desde los cuadros de Edward Hopper, Durero, Goya o Renoir, entre otros. Persiguen su cola, yacen a los pies del amo o ante el umbral de su morada u otean la caza en tapices y códices medievales.

Familiares enigmas, reflejos impenetrables de lo que en parte somos y señas crípticas de lo que ignoramos de nosotros mismos, a veces están divinizados y otras son lo más cotidiano. En mil películas y cuentos de hadas se ven antropomorfizados y con voz, actuando de maneras bastante humanas, y otras veces parecen lo más rudo e inocente del estado natural.

Son lo más próximo y elementalmente íntimo y -al mismo tiempo- son un misterio.

En la ficción más antigua y en la más moderna, en bajorrelieves de templos antiguos y en el animé y los videojuegos, sus variadas representaciones alzan la pata y ladran. Dejan sus pulgas en canciones, historietas, series de televisión, chistes, fábulas y hasta en la cerámica popular.

La forma en que se conciben habla en gran parte de las ideas del ser humano en cada época y cultura, sobre algunos valores (la lealtad, la amistad) y sobre el animal que las personas son y no son.

Acercan sus hocicos, sus patas, sus colas y sus colmillos en la pintura, el cine, la fotografía, la publicidad, el cómic, el diseño gráfico, industrial, etcétera. Su imagen es una parte importante de la dimensión estética de todas las sociedades humanas hasta hoy.

El perro, el callado y discreto, fiel compañero de la especie humana, está presente en toda la historia, siempre en un rincón o al lado, pero está en cada momento del desarrollo de la humanidad, en todo lugar y época, dispuesto siempre a morir por las personas y siempre alegres de acompañarlas.

Durante la prehistoria –unos 4.500 años a. C.– aparecen las primeras representaciones del perro en las pinturas rupestres, como un animal de caza, con características que no se parecen a ninguna de las razas conocidas en la actualidad.
 
Es en el antiguo Egipto cuando las pinturas de perros comienzan a presentar ejemplares que se asemejan a los de hoy. En el imperio Romano, en tanto, adoptan el rol de guardianes del hogar, transformándose en un animal domesticado.
 
En la Edad Media, en tanto, recupera su colaboración en la activida de la caza. Las posteriores crisis de hambre y enfermedades, le confieren al perro cierta condición negativa, ya que abandonados y vagabundos, muchos se unen en jaurías agresivas, hambrientos y adictos a la carroña. 
 
Es en el Renacimiento cuando el perro recupera su lugar en las cercanías de las familias y, prácticamente, se humaniza. Ya desde fines de la Edad Media, los canes aparece en los cuadros ya sea al lado de las damas, sobre sus rodillas o a sus pies.
 
Artistas de todos los países pintan perros; en Venecia por ejemplo, los Bichons, confortablemente instalados sobre un cojín, se dejan mimar por su dueña durante un paseo en góndola. A pesar de esto, no deja de ser un compañero indispensable para la caza.