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Mujer e indígena: el último umbral de la vida en Guatemala

Por Ellen Wulfhorst/ Reuters | 15 Mayo, 2017 - 14:47
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En la mayor economía de Centroamérica, unos ocho millones de personas son descendientes mayas. Víctimas de racismo y violencia, cuatro de cada cinco son pobres y tienen tres veces más probabilidades de vivir en la pobreza que el resto de sus compatriotas.

Una mujer indígena en Guatemala tiene más probabilidades de enfermar, ser analfabeta, pobre y apabullada por demasiados hijos no planificados.

Eso si no está ya muerta.

En Guatemala, la mayor economía de Centroamérica, casi la mitad de la población es indígena. Pero no todos corren la misma suerte. Las mujeres indígenas, en particular, están especialmente marginadas y sufren más racismo y violencia que los hombres, dijeron activistas.

"Somos discriminadas, primero, porque somos pobres; segundo, porque somos indígenas, y tercero, porque somos mujeres", dijo Victoria Cumes Jochola, coordinadora de Nuestra Voz, del grupo de derechos Our Voice, a la Fundación Thomson Reuters.

Unos ocho millones de indígenas viven en Guatemala, la mayoría descendientes de la civilización maya que una vez dominó América Central. Cuatro de cada cinco, son pobres, y tienen tres veces más probabilidades de vivir en extrema pobreza que el resto de los habitantes del país, según el Banco Mundial.

Ganan menos que los no indígenas y suelen tener empleos informales, como peones agrícolas o vendedores callejeros. Su esperanza de vida es 13 años menor y la tasa de mortalidad infantil es más del doble. Muchos hablan al menos una de las 20 lenguas nativas de Guatemala, además de español.

Las mujeres indígenas tienen menos probabilidades de finalizar la escuela, como María Francisca González, quien dejó el colegio después de tres años de primaria y ahora vive en la montañosa Tecpan.

Con 43 años, está criando a su undécimo hijo, recién nacido, mientras una de sus nietas se esconde entre los amplios pliegues de su falda.

"Fue una sorpresa", dijo, hablando suavemente en lengua Kaqchikel, mientras su esposo trabaja en el campo.

Una de cada tres mujeres indígenas no tienen acceso a servicios de salud ni planificación familiar, según WINGS, una organización que lucha por derechos reproductivos en Guatemala.

La gran mayoría de los niños indígenas tienen malnutrición crónica y sufre de crecimiento retardado.

Las comunidades nativas celebran el nacimiento de los niños, pero no de las niñas, dijo Debora Cobar, directora nacional para Guatemala de Plan International, un grupo que aboga por los derechos de la infancia.

"No ven que las niñas merezcan la pena", dijo.

Reprimidas por siglos tras la conquista española, los pueblos indígenas supusieron más del 80 por ciento de las 200.000 víctimas de la guerra civil en Guatemala, según una Comisión de la Verdad respaldada por la ONU que investigó los abusos del conflicto que terminó en 1996.

La violación fue un arma letal en la estrategia bélica de "tierra quemada", dijo el informe.

"La población indígena, y particularmente las mujeres indígenas, sufrieron la peor parte del conflicto", dijo Sarah Taylor, del grupo Human Rights Watch.

Los sucesivos gobiernos democráticos, casi siempre envueltos en escándalos de corrupción, poco hicieron para buscar justicia o aliviar la miseria de las mujeres indígenas, dijeron activistas.

"La pobreza en Guatemala afecta más duro a las mujeres, especialmente mujeres indígenas", dijo Antonia Batz, comadrona de 40 años en Tecpan. "Cada día somos más y más pobres", agregó.

Además, la nación tiene una de las mayores tasas de feminicidio del mundo, con al menos dos mujeres asesinadas cada día, según Naciones Unidas.

Las autoridades apenas ofrecen ayuda, dijo una mujer de 23 años en el centro Casa de la Mujer, una organización para víctimas de violencia de género en Sololá.

Fue acosada por un hombre que amenazó con hacerle daño a ella y su familia, pero los fiscales, reticentes a ayudarla, propusieron un reunión de conciliación para que detuviese las amenazas, relató la mujer.

"Las leyes están ahí, pero le dicen a las mujeres que no deberían ir (y) presentar una denuncia", dijo, pidiendo no ser identificada. "Eso es lo que las mujeres necesitan hacer. Deberían ser valientes".

Las mujeres indígenas a menudo esconden su ascendencia, dijo Eleanor Unsworth, directora de programas en WINGS.

"Si le preguntas a alguien '¿eres indígena?, puede que esté con un vestido tradicional, puede que ni hable español y puede que diga: 'No, no soy indígena', y que se ofenda", dijo Unsworth. "Eso implica muchos estigmas aquí".