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Ola de crímenes siembra el miedo en la comunidad transgénero de El Salvador

Por Reuters | 31 Marzo, 2017 - 15:12
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Activistas de los derechos humanos culpan a las poderosas pandillas callejeras y a los arraigados prejuicios sociales.

Cada vez que los perros del vecindario ladran en la noche, Teresa, una mujer transgénero de 44 años de El Salvador, se despierta presa del pánico.
 
"Es un constante miedo, una fobia que yo siento y que no me deja vivir en paz", afirma Teresa, que trabaja como dependienta en una tienda en la ciudad costera de San Juan Talpa. "En la noche, cuando estoy en mi cama, durmiendo y un perro ladra, yo imagino que es alguien que viene a matarme".
 
Tres personas transgénero fueron asesinadas en San Juan Talpa solo en febrero, según la policía, situación que ha extendido el temor entre los miembros de la comunidad lesbiana, gay, bisexual y transgénero (LGBT) de El Salvador.
 
La ola de crímenes ayudó a poner el foco en la violencia que enfrenta la comunidad LGBT salvadoreña, un problema del que los activistas de los derechos humanos culpan a las poderosas pandillas callejeras y a los arraigados prejuicios sociales.
 
Hasta hace poco, la comunidad LGBT de San Luis Talpa, un pueblo rodeado de fértiles colinas verdes a una hora de la capital San Salvador, tenía un equipo de sóftbol que solía jugar cerca de la playa. Pero desde entonces han parado con miedo de que puedan ser los siguientes en la lista.
 
La última víctima local fue Elizabeth Castillo, una mujer transgénero que, según la policía, fue secuestrada en febrero tras asistir al funeral de dos mujeres transgénero. Su cuerpo, que mostraba señales de tortura, fue hallado arrojado al borde de la carretera.
 
Hasta el momento, no hay nadie arrestado.
 
"Ellos (las pandillas) (...) no aceptan ni lesbianas ni chicos gay, la diversidad no entra ahí, pero estas estructuras pandilleriles lo que han hecho es ocupar a la población LGBT para que haga los actos ilícitos por ellos", dijo Teresa, que prefirió no dar su nombre completo.
 
El Salvador es uno de los países más letales del mundo fuera de una zona de guerra. Barrios enteros de las ciudades están controlados por dos poderosas pandillas: Barrio 18 y su rival, la Mara Salvatrucha.
 
 
Para mantener el control, los miembros de las pandillas extorsionan para conseguir dinero a punta de pistola, violan a mujeres y niñas y asesinan.
 
Las personas LGBT no son víctimas solo de la violencia pandillera genérica, como otros salvadoreños, sino que también son perseguidos por su orientación sexual.
 
El matrimonio entre personas del mismo sexo no es reconocido por la ley y las personas transexuales no pueden cambiar el género con el que se identifican en los documentos públicos.
 
La influyente Iglesia Católica del país y la mayoría de las iglesias evangélicas condenan públicamente el matrimonio y el sexo gay.
 
"Nos están criminalizando, están usando la palabra de Dios y la Biblia para juzgarnos", dijo Karla Avelar, directora del grupo de derechos Comunicando y Capacitando a Mujeres Trans (COMCAVIS). "Lejos de ayudarnos, nos están afectando, nos están destruyendo, nos están tirando al vacío, nos están exponiendo a grupos organizados", señaló.
 
El año pasado, 25 integrantes de la comunidad LGBT fueron asesinados en este pequeño país de seis millones de habitantes, y siete personas transgénero han muerto en lo que va de año, según Vanda Pignato, secretaria gubernamental de Inclusión Social.
 
"Yo estoy muy preocupada y no es solamente por los últimos asesinatos en San Luis Talpa", comentó Pignato.
 
"Tenemos que entender que la comunidad LGBT son ciudadanos como todos nosotros (...) y tener una identidad de género que sea diferente no es motivo para poder perseguir, matar y tratar de destruir esa comunidad", afirmó a Thomson Reuters Foundation.
 
No obstante, la intolerancia es un obstáculo para el cambio. Una encuesta realizada en 2013 por el Centro de Investigación Pew de Estados Unidos descubrió que casi dos tercios de los salvadoreños cree que la sociedad no debe aceptar la homosexualidad.
 
Decenas de miles de salvadoreños huyen de sus hogares cada año escapando de la violencia pandillera y la pobreza, y las personas LGBT también están escapando del país por miedo a perder la vida.
 
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) califica como una "crisis de refugiados" el éxodo de El Salvador y otras naciones centroamericanas como Honduras y Guatemala por culpa de la violencia de las pandillas.
 
Este año en San Juan Talpa, alrededor de 40 transexuales han huido de sus hogares, según COMCAVIS.
 
"Mucha población trans se ha visto obligada a migrar a otros países para buscar la garantía de sus derechos y para salvaguardar su vida", comentó Avelar de COMCAVIS, que ha sobrevivido a dos intentos de asesinato.
 
 
En todo El Salvador, al menos 136 personas LGBT han abandonado el país desde 2012, aseguró, buscando refugio en Europa, Estados Unidos y México.
 
"Las personas LGBT que buscan asilo se han enfrentado a graves riesgos y sufren sin duda discriminación", señaló Francesca Fontanini, portavoz de ACNUR en México.
 
En lo referente a la región, la violencia contra la comunidad LGBT está extendida. Latinoamérica es la región más letal para las personas LGBTI, según el grupo de investigación Transrespect versus Transphobia Worldwide (TvT).
 
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) afirmó que recibió reportes de al menos 41 ataques y asesinatos de personas LGBTI en la región este año.
 
"Esta situación es preocupante e insostenible", señaló el comisionado Francisco Eguiguren, relator sobre los derechos de las personas Lesbianas, Gay, Bisexuales, Trans e Intersexuales (LGBTI) de la CIDH, en un comunicado la semana pasada. "Es menester que no haya lugar a la impunidad".
 
El Salvador ha dado pasos para aumentar la protección de las personas LGBT.
 
En 2015, los legisladores reconocieron los crímenes de odio motivados por causa del género o la orientación sexual e impusieron sentencias de cárcel más severas. Sin embargo, hasta el momento nadie ha sido condenado en virtud de esta ley, indicaron activistas.
 
Mientras, Teresa sopesa si deja su casa y comienza un viaje por tierra hacia México para buscar refugio.
 
"No dudaría en salir de mi casa, he pensado estar fuera del país porque aquí en cualquier lugar las pandillas te encuentran", declaró.