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Por qué James Rodríguez es un ejemplo de vida para los japoneses

Por El Espectador | 6 Abril, 2017 - 09:12
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Editor nipón de la biografía del futbolista colombiano ensalza valores como la convicción, la disciplina y la perseverancia.

Keisuke Okada, el editor del prestigioso sello japonés Jitsugyo no Nihon Sha, se arriesgó a leer James, su vida. Historia de un héroe y de un país, y no se arrepintió. Le dijo al gestor de la traducción del español al japonés, el colombiano Gonzalo Robledo, radicado en Tokio hace más de 30 años, que la biografía de James Rodríguez y sus 14 más cercanos amigos de infancia, escrita por el periodista colombiano Nelson Fredy Padilla publicada por Aguilar después del mundial Brasil 2014, “es una revelación”.
 
No sólo se acercó al alma de los futbolistas colombianos y los sintió como un ejemplo universal, sino que recibió un retrato de país que bien podría interesarle a muchos lectores en Japón. Dijo que antes de leerlo estaba convencido de que debido a las necesidades económicas, las estrellas sudamericanas del fútbol solo podían triunfar con grandes dosis de egoísmo, pero su conclusión fue opuesta: “Los gestos de James hacia sus amigos de infancia descritos en el libro y su labor de ayuda a los niños de su país, transmiten en cambio una gran generosidad”.
 
Okada sólo puso una condición: que la versión japonesa se publicara bajo la palabra japonesa “shinjiru” (creer). Según él, la vida de James y sus compañeros está condensada en ese término, trascendental para esa cultura oriental porque implica sueños, metas claras, convicción, disciplina, perseverancia, crecimiento y consolidación personal. Y desde otro punto de vista, encierra el significado “creer en James Rodríguez”, que es la historia de cómo su familia, sus amigos, sus entrenadores, sus colegas del fútbol, los empresarios, todos, creyeron en él y en sus capacidades para llegar a ser un referente global del fútbol. “Quisiera que todos los niños de Japón lo leyeran”, dijo Okada antes de dar luz verde a la edición que salió a la venta en Tokio en julio de 2015, dirigida a jóvenes japoneses atraídos por el diseño tipo manga y por un ícono como James Rodríguez, que allí es una imagen cotidiana por el fútbol y porque es el rostro para vender desde automóviles último modelo hasta teléfonos celulares pasando por la última versión de la Play Station.
 
 
La editorial Jitsugyo no Nihon Sha, fundada en 1897 y de las más respetadas en Japón, ya publicó biografías de Neymar y Cristiano Ronaldo y escogió como traductora principal del libro de James a Asa Kanaseki, que había trabajado en otro relacionado con el Real Madrid: Yo quiero ser Raúl, del español José María Plaza. Ella contó con el apoyo del colombiano Robledo y de Keisuke Okada, joven editor y conocedor del fútbol que encontró los mejores equivalentes japoneses a la terminología futbolística de la obra.
 
El convencimiento que rodea la vida y el pensamiento de James está ligado a los japoneses. El primer capítulo de esta edición cuenta cómo creció influido por la tecnología nipona y cómo su mente se alimentó, por ejemplo, de la serie de dibujos animados Supercampeones y el Play Station. Su familia y sus amigos recuerdan que desde los cinco años de edad, cuando no estaba pateando un balón en la calle la pasaba sentado frente al televisor viendo las aventuras de Tsubasa Ozora (Oliver Atom en el anime en español).
 
En la cancha de los colegios donde estudió en Ibagué era común oírlo gritando las consignas de Oliver: “El balón es mi amigo”, “Cuanto más entreno, más suerte tengo”. Viendo esa serie todas las tardes después de entrenar empezó a entender qué significa dentro del fútbol “ser amigos en la cancha”, “tener corazón”, “ser valiente”, “luchar por lo que se ama”, “ser fanático”, “pensar positivamente”. Además de entretenerse, James aprendió valores gracias a esa manga japonesa y los utilizó a su favor en los equipos infantiles y juveniles en los que siempre marcó la diferencia como su amado Oliver. Esos programas también le enseñaron a soñar, primero con ser campeón en su colegio y en su ciudad, luego con hacer parte de la selección de su región y finalmente la de su país. Tsubasa sueña cada uno de esos pasos y los cumple hasta llegar a la selección de Japón y al Barcelona y James hace lo mismo con Colombia y el Real Madrid. Al tiempo, hizo parte de lo que los sicólogos infantiles han llamado la generación Play Station: niños que crecieron inmersos en los videojuegos. Nació en 1991 y tres años después los japoneses empezaron a vender la consola a la que James es adicto.
 
 
Aprendió a creer tanto en sus posibilidades que en los momentos de crisis era él quien calmaba a su padrastro Juan Carlos Restrepo y a su mamá Pilar Rubio diciéndoles: “Tranquilos. Yo voy a jugar en el Real Madrid”. En el libro lo ratifica su preparador físico en el club Envigado, Juan Carlos Grisales Zapata: “Lo entendimos desde que una vez vino un portugués llamado Luis de Oliveira, ahora directivo del Porto, y dijo: ‘James es un elegido’. Por eso, a su convicción le sumamos el trabajo de todos nosotros hasta completar la fórmula: ‘querer, saber y poder’. Que él quiera, que sepa en lo técnico y táctico, y que pueda desarrollarlo a nivel físico y mental”.
 
Quien más lo oyó hablar de su futuro en el Real Madrid fue su amigo y compañero de selección Colombia juvenil, Julián Guillermo Rojas: “James me decía: ‘Juli, voy a jugar en el Real y voy a ser de los mejores del mundo’. Lo hacía con una seguridad como si supiera lo que le iba a pasar. ¿Por qué? Porque siempre sabe lo que quiere, se ha visto allí mentalmente y asimila mejor las cosas que se le presentan, no se amedrenta. Por eso, cuando uno lo conoce nunca le sorprende de lo que logra”.
 
La percepción japonesa del espíritu de vida del 10 del Real Madrid fue coincidente con la del Ministerio de Cultura de Colombia. En 2016 un comité técnico leyó James, su vida. Historia de un héroe y de un país y lo incluyó como texto pedagógico del Plan Nacional de Lectura, por su valor testimonial y educativo para niños y adolescentes. Ahora el ejemplo de vida de James Rodríguez no sólo está disponible en las librerías de Japón, sino en las bibliotecas públicas de Colombia.