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"Santoral", cuentos despiadados sin otra salida que la locura

Por Télam / Lifestyle | 19 Mayo, 2015 - 10:07
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Autora Acheli Panza (1974), es licenciada en psicología y autora de varios cuentos reunidos en la antología "Relatos deliberados", siendo éste su primer libro individual.

"Santoral", el primer libro de Acheli Panza, reúne cinco cuentos que evitan la psicología y el sentimentalismo para darle lugar a historias simples pero perturbadoras, donde lo siniestro aparece más en la forma que en el fondo y la tensión se lleva al extremo sin necesidad de explicaciones o desenlaces.

En el primer cuento del libro publicado por Blatt & Ríos, que le da nombre al libro, una empleada doméstica narra su rutina en una casa de familia de clase alta, a partir de un santoral diario, y mientras trabaja escucha una voz que le dice cosas de los demás y le anticipa situaciones posibles.

En "Andresito" se narra un crudo retrato de su protagonista y de la falta de compasión en los lazos familiares, que cierra su historia con "La vuelta de Andresito"; en "El pelirrojo", relato que roza lo fantástico, una mujer se relaciona con un muerto que encuentra en su casa; y "Talavera" compone un cuadro tormentoso de pescadores con el río de fondo.

Acheli Panza (Posadas, Misiones, 1974), licenciada en psicología y autora de varios cuentos reunidos en la antología "Relatos deliberados", habló con Télam sobre el origen de su primer libro.

- ¿Cómo nacieron estos cuentos?

- Hace aproximadamente cuatro años iba a un taller literario que decidí dejar porque estaba complicada con los horarios, casi no tenía tiempo para escribir, y entonces me pasó una cuestión afortunada: cuando dejé ese taller vi que se abría otro a cargo de Damián Ríos y Mariano Blatt. Ahí encontré un lugar en dónde podía expresarme. Luego Mariano dejó el taller.
 
Damián, una persona que ha leído de todo, me habilitó todo el tiempo a seguir con lo que estaba haciendo, nunca me corrigió, me incentivó siempre a que siguiera escribiendo. Y así fue, todos los cuentos nacieron en ese taller.

- El trabajo con el estilo, austero, propone un ritmo de lectura fluido que deja entrar lo extraño de una manera casi imperceptible…

- Tengo una manera muy austera en todo sentido y creo que eso se refleja en mi escritura. No me interesa explicar, sino contar. Nunca tuve la intención de publicar, nada de lo que escribo está pensado para que alguien lo lea. Escribo porque me divierte y porque me permite abstraerme de muchas obligaciones que no tienen que ver con la escritura.

El tema de lo ominoso lo incluyo mucho en la vida misma. Cuando llevás adelante cualquier cuestión artística te hacés preguntas. No me gusta caer en asuntos que tengan que ver con la moral y trato de evitar los desenlaces porque creo que la vida no lo tiene. Me interesa contar sin explicar, buscar la simpleza.

- En los cuentos lo siniestro aparece más en la forma que en la acción, como si la manera, directa, de contar contuviera algo que se escapa a los límites de la realidad…

- Algo que vengo pensando mucho es por qué estoy tirándome cada vez más hacia el género de terror, yo que soy una persona miedosa, y reflexionando eso recordé que en Misiones, cuando era chica, iba todos los fines de semana a la casa de mi abuela materna, al lado del río, y ella prendía el brasero, nos sentaba a toda la familia y contaba historias de terror, era algo impresionante. Esa es la voz que estoy rescatando ahora. Ella tenía una manera de contar en donde no había dos planos, todo estaba en uno.

- Otra cosa, en otro nivel, es el tema de las relaciones de poder que reflejan los relatos, como la explotación laboral, la desigualdad social y la falta compasión en los vínculos familiares…

- Mis personajes no pertenecen a ningún ámbito, están forzados a participar de alguna actividad; el trabajo de Guillermina, en el cuento "Santoral", habla de la extrañeza que se da en esos contextos: todo lo que tiene que ver con adaptarse a un lugar que no es el propio. Eso pasa en todos los cuentos, los personajes se ven obligados a acatar un nivel de vida que no tiene que ver con el suyo, y esa extrañeza la expreso porque a mí también me parece muy rara la idea de tener que trabajar en una casa donde tenés que aceptar las normas de otra gente. Creo que la locura está ahí.

En realidad, el punto de locura que tienen los personajes lo planteo como una posible solución, una salida. Esa cuestión extraña que todos tienen es la que los salva de la cotidianidad, la desigualdad, el peso del mundo; su posibilidad es la locura. Creo que en cierto sentido la locura puede ser muy salvadora.