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Teatro a toda hora: Buenos Aires tiene obras por la mañana, el mediodía y la tarde

Por Jazmín Carbonell/ Télam | 23 Septiembre, 2016 - 15:36
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Casi inadvertido, fue capturando días y horarios que no le eran propios. Aunque se concentran el sábado a las 21, hoy se encuentran interesantes propuestas incluso los lunes.

Cuando en 1973 François Truffaut estrenó "La noche americana", aunque muchos creyeron que se trataba de un homenaje al cine de estudios, en realidad mostraba lo absurdo que resulta copiar la realidad técnicamente cuando se haya allí nomás, a la mano de todos.
 
"La noche americana" es el recurso cinematográfico más extremo, se trata de un mecanismo lumínico por el cual se puede emular el color de la noche en pleno día. Además de ser una búsqueda técnica es, y probablemente sea esa su finalidad máxima, el recurso mediante el cual los productores pueden eludir el pago extra por grabar de noche a todo un equipo.
 
Truffaut, con su conocido cinismo, ponía de relieve lo artificial en que se había convertido el cine con esas búsquedas más técnicas que estéticas. El cine, junto con la fotografía, claro, luchó desde sus inicios por desprenderse de la realidad y conseguir una autonomía ficcional. Le costó, le cuesta. El teatro, en cambio, con su tradición milenaria, siempre tuvo claro que lo suyo era el juego. Una libertad completa para desplegar mundos imaginarios, para disfrazar y armar historias entre tres paredes. Las luces junto con la escenografía se convirtieron en el pilar fundamental para tal transformación.
 
Hace unos años, en el 2004, y como punta de lanza, Daniel Veronese estrenó su obra "Un hombre que se ahoga" en un horario hasta ese entonces insólito para la cartelera porteña: a las cuatro de la tarde. Es cierto que ese horario le permitía trabajar con actores que estaban en otras obras pero también el hecho de que la luz que entraba por la claraboya de la sala de El Camarín de las Musas le abría la posibilidad al director de un despliegue estético sin precedentes. Y así fue. Y fue un éxito. El público respondió sin peros.
 
Guillermo Cacace actualmente dirige "Mi hijo solo camina un poco más lento", y desde hace dos años llena las cuatro funciones semanales. ¿Lo curioso? Las funciones son los sábados y domingos a las 11.30 y a las 14. La entrada de la luz natural que baña la sala parece ser el elemento necesario para que se produzca la magia. “Los domingos a la mañana -reflexiona el director- nos permiten descubrir otros estados para dar y recibir teatro. El cuerpo de actores y público está distinto, se acaba de despertar. Tal vez tenemos bajas las defensas, tal vez estamos más descansados. Es menor el nivel de sonido en la ciudad, algo huele distinto y la piel está más vulnerable para convidar y ser convidada a un hecho artístico”.
 
Pero no fue la idea inicial. Cacace cuenta sobre el proceso: “El teatro independiente nos tiene acostumbrados a unas lógicas de producción absurdas para cualquier otro sistema y sabemos que esas lógicas hacen realidad un gesto de resistencia, nos pronuncian. Reunido el elenco se hacía imposible estar todos juntos más de una vez por semana y esa vez era los domingos a las nueve de la mañana. El horario lo impuso el proceso”.
 
 
La luz entonces se convierte en tema: “la obra se impone luminosa a pesar de todo. Su contenido parece decir: son tiempos oscuros pero algo aún podemos hacer. Intentamos muchas puestas de luces y nos rendimos a la evidencia de la luz natural que entra por las ventanas. Nos jugamos entonces a que no venga nadie y, muy por el contrario, estamos desbordados por la demanda como pocas veces antes”.
 
Así, casi inadvertido, el teatro fue capturando días y horarios que no le eran propios. Es cierto, por supuesto, que el día teatral por excelencia sigue siendo el sábado a las 21. Una tradición inquebrantable que hace que los espectadores avezados se encuentren en disyuntivas sobre qué ver. Sin embargo, días como los lunes que encontraban a los teatros cerrados hoy albergan propuestas interesantes.
 
Al principio aparecen tímidas, con ciertas dificultades. Pero, como todo proceso, se va instalando de a poco: los lunes permiten que actores que participan en obras comerciales (generalmente de jueves a domingos) puedan estar en otras propuestas independientes. Tal es el caso de "No daré hijos, daré versos" en Timbre 4 que tiene a Francisco Lumerman como director y en la que actores como Diego Faturos ("La omisión de la familia Coleman" y "El amor es un bien") e Iride Mockert (en "Yiya, el musical") por poner solo ejemplos pueden aportar sus talentos.
 
Lo mismo sucede con "El principio de Arquímedes", dirigida por Corina Fiorillo, obra que hace tres años viene recorriendo diversos teatros, este año aterrizó en Espacio Callejón y como parte de sus actores están en otras obras (Nelson Rueda, por ejemplo, en "Las noches blancas") se acomodaron los lunes.
 
Atrás quedó el asombro de una obra de domingos a la tarde. Eso ya es moneda corriente. El desafío ahora es conquistar todos los días, todas las horas. El Espacio Callejón, a cargo desde hace dos años de Javier Daulte, ofrece funciones de lunes a lunes.
 
A propósito de esto, Daulte cuenta: “No tenía pensado tener todos los días programado. Solamente quería programar las cosas que me gustaran, por el riesgo, por la aventura artística, por la gente que las hacía. Y se dio que mucha gente querida, que admiro y que valoro, me trajo sus propuestas. Los lunes y martes son días que dado que muchos actores trabajan en teatro comercial y siguen queriendo hacer obras en el ámbito alternativo se vuelven una opción. Y para el público también termina siendo una alternativa porque viernes, sábado y domingo se les acumulan muchísimas propuestas”.
 
 
Otro ejemplo que sobresale es "Como si pasara un tren" en El Camarín de las Musas. Escrita y dirigida por Lorena Romanin, una preciosura de obra que comenzó tímida el año pasado y recién encontró este año su tiempo justo: los domingos a la hora del té, cuando el invierno avanzaba mejor aún porque el teatro se convertía en una gran opción de tarde.
 
Los dueños del Camarín le propusieron a Romanin el reto de sumar el horario del viernes a las 12 del mediodía. Y se animaron. “Funcionó súper bien. Es un público más grande. También lo aprovechan los amigos actores que tienen funciones. Es todo un desafío y aún no sabemos por dónde encarar la difusión. La energía es bien distinta de los actores y de los espectadores. Como si hubiera algo más calmo, más mañanero”, cuenta la directora.
 
Lo más curioso es que en estos nuevos días y horarios se encuentran gran parte de las joyas ineludibles de nuestro teatro. Y el listado sigue y los ejemplos se multiplican; es que el teatro alternativo porteño parece encontrarse en su mejor momento aunque para muchos todavía sea un secreto.
 
Mi hijo solo camina un poco más lento puede verse sábados y domingos a las 11.30 y a las 14 en Sala Apacheta (Pasco 623, CABA). "Como si pasara un tren", los viernes a las 12 y domingos a las 17 y a las 19; y sábados a las 20, en El Camarín de las musas (Mario Bravo 960, CABA). "No daré hijos, daré versos", los lunes a las 21 en Timbre 4 (México 3554, CABA). Y "El principio de Arquímedes" los lunes a las 21 en Espacio Callejón (Humahuaca 3759, CABA).