Reseña

“Searching for Sugar Man”: la apasionante historia de un tal Rodríguez

Por Revista Cultura y Tendencias |  14 Mayo, 2014 - 16:45
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Obra completa, pieza de valor incalculable para los amantes del cine y la música, demostración de que todavía es posible encontrar material nuevo y sorprender al mundo con un documental. El sueco Malik Bendjelloul ganó el Oscar como Mejor Documental con este trabajo, venció en la National Board of Review, en los Critic´s Choice Awards y en el Bafta. Murió este martes en su país a los 36 años.

"Sugar man", "Inner city blues", "Climb up on my music". Seguramente esos nombres de canciones no suenan a nada. Menos si se escucha el nombre de Sixto Rodríguez. Pero este desconocido cantante mexicano-indio-estadounidense y rostro habitual en la década del 70 en los barrios bajos de Detroit, es parte importante de una de las realizaciones más placenteras y brillantes que dejó el cine documental el año 2012: "Searching for Sugar Man".

Rodríguez cantaba en pequeños clubes y en bares perdidos, de espaldas al público, sin que se notara siquiera sus ojos y sin que nadie supiera quién diablos era ese hombre, al que sólo ubicaban por su apellido, usado como nombre artístico. Sin embargo, atrajo la atención de los ejecutivos de los estudios Susex, quienes lo contrataron y grabaron su primer álbum en 1970, llamando “Cold fact”. Para ellos, el trovador del ghetto era una versión distinta de Bob Dylan.

Para los críticos, fue uno de los mejores discos del año. Los especialistas decían que el tipo era un genio. Sin embargo, las ventas fueron míseras. Un fracaso total para el artista, situación que se repitió un año después con su segunda oportunidad en la música, “Coming from reality”.

El delicioso sonido del fracaso

Pese a que sus canciones eran deslumbrantes, con claras referencias a las drogas (“Sugar Man”), al desamor (“Forget it”), manifiestos políticos dylanianos (“The establishment blues”) o a la difícil situación del hombre común y corriente de Detroit (la conmovedora “Cause”), Rodríguez fue completamente ignorado en Estados Unidos.

En este último tema, por ejemplo, una desgarradora letra comienza diciendo "Cause I lost my job two weeks before Christmas” (“Porque me quedé sin trabajo dos semanas antes de Navidad"). Imágenes como esa explican porqué el músico se graduó de profeta trágico: dos semanas antes de Navidad fue despedido de la firma discográfica. De esta manera, la que sería la meteórica carrera de un genio, terminó siendo la caída de un hombre que volvió a sus orígenes dentro de los anónimos rostros de Detroit.

Hasta ahí, sería la historia de otro caso artístico más que sucumbió en su vida musical. Varios son los casos similares, parecidos o iguales. Pero esta historia en particular da pie para que el sueco Malik Bendjelloul se sumerja con pasión y entusiasmo en "Searching for Sugar Man" y revelar que detrás de este malogrado hombre, existió un mito gigantesco, que bien vale la pena verlo. Se muestra cómo llega a Sudáfrica uno de los pocos gringos que adquirió “Cold fact”.

Y así como el disco lo enamoró a él, le sucedió lo mismo a un amigo y a otro y a otro. De esta manera, el caset pirata pasó de mano en mano hasta convertir a Rodríguez en la voz de los sin voz, en un país aplacado por el salvajismo del "apartheid".

Los jóvenes tomaron la rebeldía del músico, su libre canto sin tabúes y abrieron los ojos entonando temas como "I wonder", una de las canciones más sexuales de la historia. La nación vivía en un hervidero, la televisión flotaba en una burbuja, toda la información era controlada por el gobierno y -a lo más- a lo lejos se sabía de la existencia de un guitarrista llamado Jimmy Hendrix y un grupo denominado Abba.

No sabían que a Rodríguez no lo conocía nadie en su país. Pero eso no importó, y al ritmo del hijo de una pareja de mexicanos que llegó a Estados Unidos a trabajar en el armado de automóviles, comenzaron a luchar para derrocar el sistema imperante en lugares como Ciudad del Cabo, Johannesburgo y Pretoria.

Una historia que vale la pena

Y es de recalcar bastante el hecho de que pese a ser una figura trascendental en Sudáfrica, por esos lares no sabían nada del cantante. Sólo ubicaban la carátula del disco: un hombre sentado, con clara pinta de hippie, en un fondo blanco. No sabían cómo se llamaba y tenían mil dudas, empezando por cuál era su nombre. En el vinilo salía como Sixto Rodríguez, pero en los nombres del compositor de los temas, salía Jesús Rodríguez. Sólo se sabía que había muerto. Ahora cómo murió, tampoco lo sabían.

No se ponían de acuerdo: se pegó un disparo en el escenario; se quemó a lo bonzo en una presentación o murió de sobredosis en la cárcel. Así, como el inefable "Gaete" de Mauricio Redolés, murió de diversas formas. A partir de esto, es que Bendjelloul trata de llegar a fondo en la historia de este anónimo artista. Con pasadas por Detroit y Sudáfrica, revelando el mundo de donde apareció el mito de Rodríguez, indagando cómo todos se considera un genio, la opinión de diversas personas que lo conocieron, la demostración de cómo nadie llegó a conocer en verdad que era lo que había en la mente del compositor y todo el enigma sobre su vida.

Así, regalando –además- las notables creaciones del cantante, impregnando admiración por su arte, el director y guionista entrega una obra gigante, atesorable y perdurable en el tiempo, de asombrosa capacidad de emoción. Todo lo que se ve, es para agradecerlo. "Serching for Sugar Man" ganó el Oscar como Mejor Documental. Venció en la National Board of Review, en los Critic´s Choice Awards y en el Bafta. En La Meca del cine independiente, Sundance, triunfó por duplicado: el premio al Mejor Documental Internacional y el galardón del público.

De esta manera, la historia de un héroe libertario en Sudáfrica, de un desconocido norteamericano, de un genio artístico, de un fracasado músico, de un enigmático hombre llamado Jesús, del sujeto que daba la espalda en todas sus presentaciones, del que no sabía como diablos había muerto y del profeta que anunció su propio despido, se convirtió en la gran historia del 2012.

Obra completa, pieza de valor incalculable para los amantes del cine y la música, y la demostración de que todavía es posible encontrar material nuevo y sorprender al mundo con un documental. La historia de Rodríguez, apellido tan singular en Chile como Pérez y González, vale la pena ser vista.

 

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