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Estopa, quince años de amor de barrio

Por David Villafranca | 31 Julio, 2014 - 16:45
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Con desparpajo, espontaneidad y mucho arte, los hermanos Muñoz celebran este año su quince aniversario con una gira promocional por América, conciertos íntimos en España y un CD en vivo para demostrar que siguen siendo los reyes de la rumba.

A finales de 1999, mientras el mundo se encogía ante el "inminente" e "inevitable" apocalipsis del "Efecto 2000", dos desconocidos músicos catalanes describían "una tarde tonta y caliente", de concierto en un  "bar sin nombre", y en la que una chica comía "con gracia" aquel Chupa Chups. Y remataban: "¡qué vicio, qué vicio!".

Aquellos jóvenes que cantaban con tanta gracia y salero eran dos hermanos, José y David Muñoz, que se hacían llamar Estopa y por los que entonces muy pocos habrían apostado por su futuro. ¿De verdad querían triunfar con una canción titulada "La raja de tu falda"? ¿En serio pensaban vivir de la música haciendo rumbas a estas alturas del siglo XX?

Quince años después, la fórmula Estopa es un rotundo éxito. Mezclando desparpajo, gracia natural y mucho, mucho arte de barrio, los hermanos Muñoz han vendido millones de copias de sus ocho discos, han coleccionado éxitos como "Me falta el aliento", "Vino tinto" o "Como Camarón", y han tocado en cada rincón de España, pero siempre con un ojo en América, donde siempre han tenido una gran acogida.

Con un aniversario tan especial, los chicos de Estopa no lo han querido dejar pasar por alto y, literalmente, no han parado en 2014: gira promocional por América, exitosos conciertos en teatros y recintos íntimos en España, y un nuevo disco, titulado "Esto es Estopa", como si a estas alturas hiciera falta alguna explicación más sobre quiénes son los actuales reyes de la rumba.

Como una tarjeta de presentación 

"Es algo para enseñarlo a nuestros nietos. Va a haber un antes y un después de este disco para nosotros. Nos hemos puesto el objetivo de que sea nuestro DNI (documento de identidad), nuestra tarjeta de presentación", explicó José Muñoz, guitarrista y segunda voz del grupo, sobre el álbum "Esto es Estopa".

Grabado en formato acústico, en vivo, y aderezado con elegantes arreglos de cuerda y metales, este octavo disco de Estopa recoge las canciones que les han hecho grandes a lo largo de estos años y que, según aseguraron, "necesitaban una mano de pintura" y ahora "lucen como nunca".

Además, el disco cuenta con la participación de invitados tan especiales como el músico argentino Vicentico o los mexicanos Lila Downs y Celso Piña, que le dan un aroma americano al conjunto.

Para "Esto es Estopa", los Muñoz cruzaron el océano y recorrieron América, algo que no hacían desde hacía diez años, una ausencia que los hermanos atribuyeron a la "saturación" que sufrieron tras los dos primeros discos.  "Fue una decisión acertada. Ahora que estamos más relajados ya podemos venir a América", afirma David Muñoz.

Medellín, Buenos Aires o Monterrey fueron algunas de las paradas de la gira promocional, pero los Estopa aún deben algo a su público americano: una gira como tal, con conciertos en varias ciudades del continente, algo que no se descarta para finales de este año, ya que su tanda de conciertos en España ya ha finalizado, además, con sobresalientes resultados.

Cantar al oído

El escenario vacío, con sólo dos taburetes, dos guitarras y un público incondicional. Así han recorrido España en los últimos meses los Estopa en su gira "A solas", un espectáculo diferente, muy especial y en el que los hermanos Muñoz han tratado de acercarse lo más posible a su público, con un enfoque muy íntimo, como si les cantaran al mismo oído.

"Es algo que nos apetecía hacer desde hacía mucho tiempo. Después de tanto Palau Sant Jordi (estadio de Barcelona) y Palacio de los Deportes (Madrid), que son muy bonitos... Pero las sensaciones de un teatro también son enriquecedoras", explicó el dúo.

La magia y el encanto que favorecen los pequeños recintos, con la audiencia cómodamente sentada en sus butacas, era algo que Estopa deseaba para esta gira, porque además les permitía dar rienda suelta a dos de sus ingredientes estrella: el humor y la improvisación.

"La comunicación no verbal entre nosotros está llegando a cotas tan altas que no sabemos dónde vamos a llegar", explicaban entre risas antes de la gira. La apuesta, finalmente, salió redonda: ciudad que visitaban, ciudad que colgaba el cartel de "No hay billetes". Como muestra, las cuatro noches consecutivas que agotaron entradas en Madrid. 

Los conciertos de "A solas" tenían casi un aura de ritual, de encuentro y celebración de la complicidad existente entre un público más que fiel y unos músicos capaces de hacer cualquier cosa por cumplir los deseos de sus fans. Y por ello no eran simples conciertos: además de las canciones había chistes y anécdotas, bromas con el público y juegos teatrales, como si fueran experimentados actores en plena comedia. 

Crecer sopbre el escenario

Y es que, tras tres lustros sobre los escenarios, los Estopa ya no son aquellos jóvenes que escuchaban artistas como Los Chunguitos o Peret a todas horas, sino que son artistas experimentados, fogueados en mil y una batallas y que han construido su carrera paso a paso, pero siempre creciendo.

"Es una historia muy bonita, pero creo que la evolución ha sido natural", explicó David. "Nunca hemos querido cambiar de rumbo radicalmente, siempre han sido pequeños giros", añadió.

Su hermano José, dio la peculiar receta de la evolución de la banda: "A mí siempre me gusta poner como ejemplo la salsa alioli: a veces te sale más picante, otras más salada, pero es como te sale".

Aunque si en algo coinciden los hermanos en que el éxito no les ha cambiado: siguen siendo aquellos dos tipos normales, los vecinos de cualquiera, a los que "les tocó la lotería" con su primer álbum. Pero, ¿qué habría sucedido si no hubiera sido así? ¿Dónde estarían los Estopa si hubieran fracasado en el mundo de la música? 

"Mi padre tiene un bar y yo me he tirado mucho tiempo de camarero. Probablemente nos habríamos quedado con el negocio y habríamos sido la pareja del bar", dijo José. Pero quince años después, los hermanos del bar siguen al otro lado de la barra, todavía con muchas ganas de rumba, con las guitarras en la mano y rompiendo "tres cuerdas" cada vez que ven a la chica de la raja de la falda.

* Reportaje EFE