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Expertos dan las claves para beber durante las fiestas de fin de año sin pasarse

Por Ricardo Segura | 1 Diciembre, 2014 - 07:40
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Un médico y un psicólogo proponen sencillos consejos para paladear y disfrutar mejor las bebidas, como el vino, cavas o licores, durante las fiestas, sin caer en excesos...

Beber alcohol de más durante las fiestas navideñas hasta emborracharse o alterar la percepción de la realidad, no solo pone en peligro la salud ajena, si se conduce bajo los efectos del alcohol, sino también la propia, a causa de la resaca, los problemas digestivos y en último extremo el coma etílico.

La buena noticia es que todo estos daños colaterales del exceso de alcohol pueden evitarse sin necesidad de privarse de  los vinos, cavas y licores, e incluso disfrutándolos más y mejor,  si se siguen una sencillas recomendaciones para consumir con moderación sin llegar a emborracharse.

"Al beber hay que tener en cuenta la graduación alcohólica y que, por lo general, las bebidas destiladas son más fuertes que las fermentadas, y al ingerirlas se consigue una mayor alcoholemia (cantidad de alcohol en sangre) más rápidamente", explica a Efe, el doctor Eduardo Polania, del equipo médico de Aparato Digestivo, del Grupo Quirón Hospitales (www.quiron.es).

Respecto de la elección de la bebida, Polania cree que "la mejor es aquella que mejor combine con el plato a acompañar, aunque según los estudios franceses, los vinos tintos en moderada cantidad pueden ser beneficiosos para la salud cardiovascular".

Según Polania, el alcohol es un tóxicos que afecta directamente a los tejidos, así que las cantidades diarias recomendadas son un máximo de 30 gramos (gr) de alcohol por día: es decir 100 mililitros (ml) de una bebida de 40º, 300 ml de vino y, aproximadamente, 1.000 ml de cerveza, dependiendo de la graduación.

"El alcohol tiene un alto valor calórico, es decir puede servir como fuente de energía para nuestras células, pero son calorías “vacías”, ya que no aportan ningún micro ni macro nutriente esencial", según este médico.

"La gente que tiene problemas con el alcohol siempre sufre algún estado nutricional carencial y, por eso, es bueno acompañar la bebida con la comida, con lo que se disminuye la absorción del alcohol a nivel del torrente sanguíneo (alcoholemia)", explica Polania.

Sobre si son preferibles las bebidas destiladas (licores, ron, whisky) o las fermentadas (vino, sidras, cervezas, cavas), con o sin burbujas, las dulces o las secas, solas o combinadas, el galeno indica que "el alcohol que ingerimos es igual si la bebida es destilada o fermentada; en combinado o no. Todo depende de la cantidad”",  responde Polania.

“Sin embargo, –añade este médico- cuando bebemos cócteles, controlamos con mayor dificultad la cantidad bebida, las calorías son mayores dada la presencia de bebidas glucosadas y, al final, la embriaguez nos puede atrapar desprevenidos y la resaca desde luego va a ser peor".

Cuando estamos alegres y más allá

“La primera clave para beber de forma responsable es saber cuál es la reacción de nuestro cuerpo ante el alcohol. Cada persona metaboliza este compuesto de forma diferente. Conocernos y tener claros nuestros límites es fundamental para saber cuándo parar”, señala a Efe,  la psicóloga Nuria Javaloyes, de Hospital Quirón Torrevieja.

“Si sabemos que con tres cervezas ya estamos “alegres”, ese es nuestro límite, y conocerlo nos ayudará a poder anticiparnos y planificar con antelación nuestro objetivo de no traspasarlo.  Hacer una lista personal de las razones por las que no queremos traspasar esa raya nos ayudará a recordarlas cuando estemos en la situación en la que nos tienta el exceso”, señala Javaloyes.

Según esta profesional, "“la absorción del alcohol depende directamente de la velocidad a la que se bebe. Cuanto más rápido bebamos, mayor será la velocidad de absorción y la cantidad total de alcohol que pase a la sangre”".

Por ello, la psicóloga de Quirón recomienda “"beber pausadamente, separar en el tiempo las bebidas que vayamos consumiendo y también intercalar alguna bebida no alcohólica entre dos bebidas alcohólicas”".

“"Beber despacio, saboreando cada sorbo, hará que la copa dure mayor tiempo, pero también que tomemos más conciencia de lo que estamos haciendo y de la cantidad que estamos tomando. Esto puede ser de gran ayuda para reducir el número total de bebidas que consumimos y para controlar no sobrepasar nuestro límite"”, recomienda Javaloyes.  

“"Si queremos beber de forma responsable tenemos que establecer nuestro propio límite de consumo y respetarlo, entendiendo que si nos lo saltamos nos faltamos el respeto a nosotros mismos. No debemos anteponer el querer agradar a los demás a nuestras propias necesidades”", resalta esta experta.  

“"Cuando nos ofrecen una ronda o un brindis, si ya hemos llegado a  nuestro límite, podemos beber otro tipo de bebida no alcohólica, dejando de lado el tópico irracional de que si no es con alcohol no se puede brindar"”, añade.

Para Javaloyes "“también es importante evitar mezclar distintas bebidas, ya que esta acción conduce a que el alcohol nos afecte en mayor medida”".

Aprenda a decirse ¡basta!

¿Pero cómo sabemos que es el momento de decirnos ¡hasta aquí! a nosotros mismos para no tomar la primera "copa de más"?. Nuria Javaloyes responde: "beber responsablemente no se traduce en ser abstemio; se trata de consumir alcohol de forma moderada, controlándonos para que nuestra velada no acabe con una tremenda borrachera que pueda traer consecuencias mayores”.  

De acuerdo a esta psicóloga, los efectos del alcohol dependen de varios factores, como la edad, sexo y peso, "por lo que cada uno de nosotros debe saber cuáles son las sensaciones corporales que indican que el alcohol ya nos está afectando”", afirma la experta.

"“Cuando en nuestro cuerpo la tasa de alcoholemia es de hasta 0,5 gramos por litro en sangre, aparecen alteraciones perceptivas, excitabilidad emocional, desinhibición, problemas de coordinación motora y alteraciones en la precisión de movimientos, entre otros”", destaca Javaloyes.

“"Cuando empezamos a sentir los primeros efectos del alcohol en nuestro cuerpo, debemos apelar al compromiso previamente adquirido con nosotros mismos y parar de tomar bebidas alcohólicas"”, enfatiza.

“"Si continuamos bebiendo entraríamos en una zona de alarma o punto de no retorno, donde pueden aparecer impulsividad, agresividad y/o alteraciones en la toma de decisiones, por lo que ya no respetaremos nuestro límite y nos excederemos en el consumo"”, advierte Javaloyes.

* Reportaje EFE