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"Making a murderer", la devastadora serie de Netflix sobre el abuso de poder

Por El Observador | 27 Diciembre, 2015 - 08:18
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La injusticia a la que se ve sometido Avery molesta y genera intriga para saber cómo se desarrolla.

El crimen vende, y actualmente está en un momento de bonanza, apoyado por una buena calidad en sus narrativas, tanto de ficción como documentales. La novela policial es uno de los géneros literarios más vendidos, series como True Detective generaron fieles legiones de seguidores, mientras que en el terreno documental se presentaron durante los últimos años proyectos interesantes como el podcast Serial o la miniserie The Jinx, de la cadena HBO.
 
De este estilo es una de las nuevas series originales de Netflix, "Making a murderer", que a lo largo de diez episodios de una hora narra la historia de Steven Avery, un preso estadounidense, encerrado de forma incorrecta durante 18 años.
 
Avery vivió toda su vida en Manitowoc, una pequeña localidad del estado de Wisconsin, al norte de Estados Unidos. Se lo presenta como un hombre normal, que trabaja en el negocio de repuestos automotrices de su familia, es padre de cinco hijos y a pesar de no ser muy inteligente (tiene un coeficiente intelectual de apenas 70 puntos) y ser un poco raro, no es ni un criminal ni un desequilibrado.
 
Pero Avery no era totalmente un santo. En sus antecedentes tenía haber cumplido 10 meses de prisión por robo a sus 18 años y un caso de maltrato animal, hechos que el hombre excusó en sus malas compañías. Sin embargo, en 1985 fue acusado y encarcelado por atacar y amenazar con un arma de fuego a su prima, esposa de un policía de Manitowoc y por una supuesta violación a una mujer de la localidad, crimen que luego de 18 años se pudo probar que no había cometido.
 
Tras ser liberado, Avery demandó a las autoridades de su ciudad, contando con el apoyo del gobierno y los congresistas estatales, quienes aprobaron una ley (conocida como la Ley Avery) para evitar encarcelamientos injustos.
 
En medio de todo eso, ya en 2005, Avery fue nuevamente enjuiciado y encarcelado por el asesinato de la fotógrafa Teresa Halbach, por el que actualmente cumple cadena perpetua.
 
Lo que Making a Murderer intenta demostrar, es que Avery fue incriminado por las autoridades de Manitowoc, en represalia por su juicio.
 
Para esto se vale de un amplio acervo de entrevistas con la familia Avery, las autoridades de la época, sus abogados, la supuesta víctima de la violación y otras figuras que lucharon tanto por su libertad como por su encarcelamiento.
 
Filmada a lo largo de diez años, la serie también apela a documentos y pruebas oficiales, incluidos los registros de diversos interrogatorios, allanamientos y juicios.
 
A pesar de haberse filmado hace apenas una década, el estilo casi casero de la filmación, y el estilo pueblerino de sus personajes lo hace parecer aún más viejo, además de que remite en cierta forma a programas como Rescate 911.
 
Más allá de que a nivel visual no tenga un atractivo particular, la historia es suficiente para captar al espectador. La injusticia a la que se ve sometido Avery molesta y genera intriga para saber cómo se desarrolla.
 
Sin recurrir a un narrador, guiándose solo por los testimonios de los participantes y la música del argentino Gustavo Santaolalla, "Making a murderer" es una serie devastadora y aplastante que refleja el abuso de poder y como la desigualdad económica también se desliza en los asuntos legales.