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Milton Nascimento y la extraña manía de creer en la vida

Por Juan Carlos Piedrahíta B./ El Espectador | 27 Octubre, 2016 - 10:50
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Para el artista brasileño, la música siempre ha sido su primer lenguaje. Nacido en Río de Janeiro, ha dedicado buena parte de su vida a eliminar las fronteras que puede tener su idioma.

Dos mujeres impulsaron el ascenso del brasileño Milton Nascimento hacia el complejo renglón del reconocimiento. En su país, Elis Regina se encargó de popularizar su nombre al aportarle la voz a "Canción de sal"; mientras que Mercedes Sosa fue una de sus principales promotoras en español al interpretar una versión especial de "María, María", composición gestada a cuatro manos con la colaboración de Fernando Brant.
 
El hecho de haber sido hijo de una empleada doméstica que lo dio en adopción a una familia blanca, le permitió tener la visión periférica de la sociedad. Por un lado, asimiló buena parte de la cruda realidad de las poblaciones en estado marginal en América Latina, y por otro se movió con libertad en los círculos de poder gracias a las conexiones de su padre, quien manejó durante varias temporadas los contenidos de una frecuencia radial en Belo Horizonte.
 
Las composiciones, que al comienzo de su actividad musical fueron la base sobre la que se fundamentó el grupo Berimbau Trio, abordaban de manera indistinta las riquezas naturales del Brasil pero también le hacían frente a las desigualdades sociales. Temáticas políticas, económicas, sociales y artísticas le sirvieron para incrementar sus facilidades poéticas, casi tanto como para multiplicar los señalamientos por parte de las autoridades de gobierno.
 
Milton Nascimento se resguardó en los concursos musicales para aficionados hasta 1967, cuando no le vio mucho sentido a la competencia entre amigos, así que decidió no volver a inscribirse. Un tiempo después, conoció a Agostinho Dos Santos durante una presentación en un bar en Sao Paulo. Allí, con motivo de la grabación de su propio disco, Dos Santos le solicitó a Nascimento un casete (así era cómo la música lograba superar fronteras) con tres composiciones nuevas y sin su consentimiento las matriculó en un festival.
 
Como era de esperarse, las creaciones llegaron hasta las rondas finales. Milton Nascimiento fue escogido por el jurado del Festival Internacional de la Canción como el mejor intérprete, y una de sus letras, "Travesía", ocupó el segundo lugar, convirtiéndose en una de las composiciones más representativas internacionalmente de la sonoridad brasileña.
 
"Pero hace falta la maña/ hace falta la gracia/ hacen falta los sueños/ siempre/ dentro de la piel y esas marcas/ posee la extraña manía/ de creer en la vida", dice Milton Nascimento en su canción "María, María", una de sus favoritas a pesar de reflejar la vida rural y de no haber sido interpretada de forma recurrente por importantes jazzistas como Wayne Shorter, Herbie Hancock, Bob Mintzer, Jack DeJohnette, Ron Carter o Pat Metheny, quienes han recurrido a la obra del cantautor brasileño.
 
Milton Nascimento ha dedicado su vida a eliminar las fronteras que puede tener su idioma. Él siempre ha pensado que la música es su primer lenguaje.