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Museo chileno tendrá temporada dedicada al exilio y el asilo político

Por Nación.cl | 9 Mayo, 2014 - 18:25
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El Museo de la Memoria ha programado este año actividades para instalar la conversación sobre el asilo/exilio, como: ciclos de cine chileno e internacional, la exhibición de piezas del museo como afiches internacionales y un concurso de dramaturgia.

Un banderín de la Brigada Víctor Jara en la URRS, que reunía fondos para apoyar a los perseguidos de la dictadura de Pinochet, da la bienvenida al Museo de la Memoria a un grupo de gringos que rodean la vitrina en que se exhibe la pieza.

Observan con interés alienígena mientras escuchan el relato de la historia política chilena en el smartphone y se preguntan entre sí por qué no hay una estación de metro que lleve el nombre del compositor. La memoria sigue siendo un invitado pendiente en la mesa chilena, cree Ricardo Brodsky, director del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos (DDHH), aunque valora que el año pasado haya sido protagonizado por muchas conversaciones sobre esa deuda.

"El 2013 hubo una explosión de memoria en los medios de comunicación, las universidades y centros culturales. La sociedad empezó a hacer suya esa memoria. Ese es el gran triunfo de un museo como éste, que la memoria no quede enclaustrada en su interior", agrega Brodsky.

El siguiente escalón en esa progresión es la línea temática que la institución escogió para tratar el resto del 2014 y que se refiere en particular al asilo y exilio político en sus diferentes ejes. La idea es dar visibilidad a lo que significó para miles de familias chilenas haber sufrido el destierro forzado, traspasar a sus hijos y nietos esta condición, y vivir hasta el día de hoy bajo sus consecuencias traumáticas.

"Ese ha sido un tema siempre presente para nosotros porque son ámbitos de la dictadura que afectaron a mucha gente y que ha sido poco tratado", dice el director.

Si bien muchos protagonistas son valorados hoy, ese agradecimiento no se ha hecho de manera explícita en los últimos 40 años. Ahí Brodsky cita a embajadas relevantes como las de Suecia, Francia, Italia, Argentina y México. En particular, el trabajo que realizó gente tan jugada como Harald Edelstan, el reconocido diplomático sueco que rescató a víctimas de la persecución política en Noruega durante la Segunda Guerra Mundial y en Chile después de 1973.

El mundo hizo mucho por Chile en esos años, desde dar asilo a opositores hasta apoyar los derechos humanos permanentemente ante la ONU y enviar observadores a nuestro país.

"El exilio también ha dejado su huella profunda hasta hoy en la convivencia nacional y persisten deudas como la de voto de los chilenos en el exterior. Solo 30 años después, los chilenos que viven en el exterior podrán ejercer su derecho a voto. Eso es otra forma de continuar el exilio, de negarles sus derechos como ciudadanos", asegura Ricardo Brodsky.

Entre las actividades que se han programado este año para instalar la conversación sobre el asilo/exilio se han contemplado ciclos de cine chileno e internacional sobre la temática, la exhibición de piezas del museo como afiches internacionales sobre la solidaridad para con Chile y se convocó a un concurso de dramaturgia sobre el exilio que va de la mano con la creación de un archivo oral con entrevistas a diversas generaciones de chilenos que han ido y vuelto del exilio con distintos grados de adaptación.

"La idea es aumentar el patrimonio del museo a través de este foco que esperamos que marque la agenda en materia de derechos humanos y la reflexión sobre el tema", agrega el director del Museo de Santo Domingo esquina Matucana.

Adelanta también que el 2015 el macrotema será la cuestión indígena, en búsqueda de un vínculo más concreto también con la actualidad. 

Tarea transversal

La tarea transversal del Museo de la Memoria también incluye educar a sus audiencias actuales y futuras.

La fórmula para superar la fobia a los museos, Brodsky la explica como una estrategia que busca no abrumar con tragedia, dolor y horror a sus visitantes, como suele pasar en otras instituciones de esta índole.

"El criterio nuestro es educar de una manera que no es frontal y eso es importante porque 60% de nuestros visitantes son escolares. Vienen también colegios de la cota 1000, por decirlo así, que agregan al itinerario el Museo de la Memoria y la Fundación Pinochet, por igual. Entre esos niños también hay hijos y nietos de personas que participaron en la dictadura. Ellos se van de acá con preguntas que harán en su casa a padres y abuelos. Eso es algo positivo", comenta.

Dentro del compromiso con esos visitantes, Brodsky también destaca una iniciativa que forma a carabineros y gendarmes como monitores del museo para que hagan visitas guiadas a sus compañeros en formación. "Este es un museo donde, a diferencia de otros, no se vienen a ver cosas que ya no existen", cree el administrador.

- Después de un museo dedicado a la memoria, ¿cuál es el paso siguiente en el camino a una memoria social?

- Lo que tiene que seguir pasando es que la memoria siga fortaleciéndose socialmente y no sólo en sectores políticos o sea circunscrita a los museos únicamente. La gente ha ido asumiendo esta historia y creando realidad. ¿Por qué perdió Cristián Labbé las elecciones en Providencia en circunstancias de que se trata de una comuna de derecha? Creo que fue porque esta memoria sobre la dictadura que ha ido formándose hizo intolerable para muchos que una persona que fue agente de la DINA y que realizaba homenajes a criminales sea elegido como jefe de la comuna. Algo parecido pasó con el cierre del penal Cordillera por parte de (Sebastián) Piñera. Este tipo de hitos permiten que avancemos en una dirección de normalidad, que va generando cambios importantes en la sociedad.