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¿Qué pasa con la industria de la animación en Chile?

Por Loreto Oda Marín | 29 Febrero, 2016 - 07:33
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El director del reconocido cortometraje "Historia de un Oso", Gabriel Osorio, entrega un panorama sobre la situación actual de este sector.

Aunque muchos no lo crean o lo desconozcan, la animación chilena tiene un antiguo pasado que se remonta a 1942 cuando se creó el primer filme de este tipo llamado “15.000 dibujos”, el cual se centra en el Condor Copuchita, considerado por algunos como un antecesor del personaje clásico personaje "Condorito".

Sin embargo, la historia de cómo ha evolucionado la animación en el país latinoamericano tiene sus claros y oscuros. Esta industria cuenta con diversas vertientes, la fructífera animación publicitaria, con más de 30 años de existencia, y de gran calidad, comparable con producciones extranjeras y perfectamente competitivas; la animación infantil de televisión que ha logrado buenas producciones en los últimos años, y la más estancada correspondiente a los trabajos de corte cinematográfico.

"Los largometrajes animados locales tuvieron un claro arranque a principios del año 2000, con películas como 'Ogú y Mampato en Rapa Nui' y 'Cesante', pero lentamente la producción local se fue estancando, hasta el punto de desaparecer en 2007 tras 'Pulentos la película', que sigue siendo hasta el día de hoy la ultima película de animación realizada íntegramente en Chile", revela Gabriel Osorio, director del reconocido cortometraje "Historia de un Oso" y académico de Animación Digital de la Universidad de Las Américas.

Al momento de ver cómo se posiciona Chile en el ámbito del cine de animación en comparación con otros países de la región, la situación claramente es de desventaja, en especial, frente a otros mercados como Brasil, Argentina y Perú.

De hecho, en este momento el cine de animación en el país latinoamericano factura cero, asevera el profesional, dado que "no tenemos películas actualmente en cines".

"Los primeros intentos de la incipiente industria de películas animadas chilenas no fueron exitosos en términos de números y audiencias, razón por la cual la animación en Chile ha visto mucha dificultad en volver a encontrar recursos e inversionistas dispuestos a arriesgarse. Una historia muy diferente a lo que ha ocurrido, por ejemplo, con la animación para series y televisión, que ha visto en los últimos años, gracias al apoyo constante del Consejo Nacional Nacional de Televisión, un sostenido desarrollo en términos de calidad narrativa, visual y de distribución, que nos permiten pararnos frente a otros productores de la región, como una industria de muy buena calidad que comienza a consolidarse", afirma el experto.



Por lo mismo, uno de los grandes desafíos que enfrenta la industria es convencer a los posibles inversionistas y al público objetivo que asiste al cine, dado que las películas de animación chilenas pueden ser de buen nivel. "No sacamos nada con crear una película muy buena, si nadie va al cine a verla. Para lograr eso se necesita una inversión no sólo en mejorar la calidad de la película misma, sino que en crear campañas de difusión y distribución que sean realmente eficaces y que logren que la película no sólo recupere la inversión, sino que genere ganancias que permitan generar esa confianza. Creo que si lográramos al menos una experiencia exitosa en Chile, sería probable que las puertas se abran para una mayor producción local", argumenta Osorio.

Si bien para el director es difícil abordar las temáticas de las propuestas cinematográficas como un tema a mejorar, debido a que la industria está en receso y no existen muchas tramas de largometrajes en este momento, al verlo desde la perspectiva de los cortometrajes de animación, Osorio asegura que desde hace años se ha estado realizado un muy buen trabajo de rescate y apropiación de historias locales y otras no tan locales pero con un filtro chileno, que, a su juicio, son sin duda muy reconocibles y al mismo tiempo muy interesantes para un público internacional. Ejemplos de esto son cortometrajes como "Enco: travesías a vapor", "Cóndor", "Arte de papas" y "La noche boca arriba".

Entonces, la pregunta de si los trabajos chilenos son tan atractivos como los que provienen de las grandes industrias queda flotando en el aire. En opinión de Osorio, los cortometrajes de animación locales en los últimos años han logrado un muy buen nivel que les permitiría competir en el mercado internacional. 

"Obviamente estamos muy lejos de Hollywood, Pixar, Dreamworks, etc. En términos de números, estas industrias son inalcanzables, estamos hablando de inversiones de US$100 a 200 millones. Creo que es mucho más realista para nosotros compararnos con industrias medianas, independientes, con un énfasis en el contenido local, como lo que viene desarrollando la productora irlandesa Cartoon Saloon, con películas como 'Secret of Kells' o la recientemente nominada al Óscar 'Song of the Sea' (ambas con presupuestos entre US$6 y US$8 millones). Es importante para nosotros entender que estas películas e industrias están tratando justamente de desmarcarse de las 'grandes industrias', su objetivo no es ser como Hollywood, sino que diferenciarse por medio del uso del folclor local y temas no explotados aún por Hollywood. Creo que para nosotros son un excelente ejemplo de cómo deberíamos plantear estratégicamente la industria de animación local. Es importante destacar que ya se están comenzando a desarrollar producciones en Chile que responden a esta lógica, como por ejemplo el largometraje 'Nahuel y el Libro Mágico' que actualmente se encuentra en preproducción", explica.

Ya es claro que la proyección y desarrollo de esta industria radica, principalmente, en las contribuciones y apoyo financiero que pueda tener. Por lo mismo, al evaluar el futuro de esta categoría, Osorio considera que con los nuevos apoyos que están surgiendo gracias a las gestiones de la Asociación Chilena de Animación (Animachi) y el fondo de fomento audiovisual del CNCA, podría revertirse esta situación y, con ello, lograr tener, como industria, al menos dos estrenos cada año y que estos logren facturar en una primera etapa montos que permitan darle una sustentabilidad.

Por ello, sentencia que "si revisamos la industria actual de animación chilena y tomamos en cuenta ejemplos exitosos de series animadas como 'Puerto Papel', coproducida con cuatro emisoras latinoamericanas, 'Hostal Morrison', adquirida por Cartoon Network, 'Las Aventuras de Muelin y Perlita', licenciada a Netflix, 'Personas cetáceas', transmitidas por el canal de Youtube de Frederator, o el cortometraje 'Bear Story', con más de 50 premios internacionales, creo, sinceramente, que estamos frente a una industria seria, absolutamente capacitada para desarrollar largometrajes de animación con gran éxito".