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Revelan la faceta menos explorada de Carlos Monsiváis

Por Virginia Bautista/ Excélsior | 20 Septiembre, 2016 - 13:20
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El periodista Braulio Peralta indaga en el rol del escritor como promotor de la diversidad y fundador del movimiento homosexual en México.

Hay un Carlos Monsiváis (1938-2010) inédito que no es el cronista de la ciudad ni el ensayista agudo, tampoco el experto en cultura popular o el coleccionista de arte, ni el analista político de frases lapidarias, sino el hombre “fundador y figura tutelar” del movimiento homosexual en México.
 
Ese Monsiváis desea desvelar, “desnudar”, el periodista Braulio Peralta (1953) en su libro El clóset de cristal (Ediciones B), una crónica no autorizada, apoyada en diversos testimonios, que revela abiertamente la homosexualidad del autor de Amor perdido (1977), quien nunca mencionó de manera pública este aspecto de su vida.
 
El volumen de 220 páginas echa luz sobre el escritor comprometido con el reconocimiento de la diversidad sexual y sobre sus noviazgos, amistades y aventuras desde la década de los 60 hasta su muerte.
 
“El propósito es contar su vida íntima desde la mirada de un periodista cultural. Si la gente busca chismes, se va a decepcionar, porque es un libro sobrio sobre una vida privada que yo quiero hacer pública”, afirma el autor en entrevista con Excélsior.
 
“Me importaba mucho hablar de ese Carlos no por morbo, sino porque creo en la historia, en la biografía y en la crónica. Mi libro tiene esos ingredientes. Intento que se sepa que en la historia del movimiento gay en México está el nombre de Carlos Monsiváis, que se sepa que era homosexual y desde ahí escribió libros muy importantes”, agrega.
 
Peralta parte de la premisa de que los intelectuales son de carne y hueso. “Lo personal es político y lo político es personal. Es necesario hacer este tipo de libros, donde se revelen, se desnuden, los actos humanos. Eso tiene un valor histórico. Su actitud fue humana, valiente y rebelde ante una sociedad machista, homófona y prejuiciosa”, piensa.
 
El periodista destaca que es necesario recuperar en un libro todos los ensayos, artículos y crónicas que Monsiváis escribió en diarios y revistas sobre el VIH sida, “su gran tema”, entre 1983 y 2010.
 
Más allá de la pasión del escritor Carlos Monsiváis (1938-2010) por la fotografía, el cine, la cultura popular, el arte, más allá de la fama y el “glamour” de la literatura, “estaba su compromiso y cercanía con los grupos homosexuales que lucharon por sus derechos”.
 
Abiertamente gay
 
El periodista Braulio Peralta evoca en El clóset de cristal la lucha asidua del cronista y ensayista por la libertad sexual, al redactor de cartas y desplegados a favor del movimiento homosexual, al fundador de suplementos sobre el sida, al amigo y mecenas de diversos integrantes de la comunidad gay.
 
“Se conoce su historia por la defensa de las minorías: los indígenas, los discapacitados, las muertas de Juárez, los derechos humanos de los comunistas perseguidos; pero no lo que hizo por la libertad de los homosexuales, una comunidad de la que siempre estuvo cerca”, detalla el editor.
 
Destaca que el autor de Nuevo catecismo para indios remisos (1982) fue una figura tutelar en el desarrollo de este movimiento. “Lo inédito es que Carlos escribió los primeros desplegados a favor de los derechos de los homosexuales, desde 1975. Que él, cuando vivía en Londres, le mandó a Nancy Cárdenas unos materiales del Frente de Liberación Homosexual británico y, a partir de ahí, se creó el Frente en México.
 
“Lo que no se sabe es que él trabajó detrás de la Semana Cultural Gay que organizaba José María Covarrubias. Que cuando yo inventé las actividades culturales en el grupo SexPol, de forma privada, él ayudaba. No se sabe que apoyó a los cinco grupos homosexuales más importantes: Lambda, SexPol, Frente de Liberación Homosexual, Frente Homosexual de Acción Revolucionaria y Cálamo”, señala.
 
 
Quien posee una trayectoria de 35 años en el periodismo cultural explica que tituló su libro El clóset de cristal, “para que la gente entienda que Carlos era abiertamente gay sin que expresamente se pronunciara como homosexual. Vivió escribiendo en un clóset de cristal, transparente, todos lo sabían pero respetaban su derecho a callarlo”.
 
Desde los años 60 del siglo pasado apareció la palabra homosexual en su primer libro, Autobiografía precoz (1966). “Él fue quien develó la historia de Los Contemporáneos, perseguidos por ser homosexuales en una época en la que el machismo imperante en los medios artístico e intelectual era muy elocuente.
 
“Era la época. Había y sigue habiendo persecución. Hoy Occidente quiere vestirse de democracia y civilidad, pero no hay tal. Carlos cuenta esta historia en su libro Que se abra esa puerta (2010), donde narra la lucha de los homosexuales desde 1901 hasta la Ley de Sociedades de Convivencia, que permite en la ciudad el matrimonio entre personas del mismo sexo”, narra.
 
Cuando aparece el sida entre 1981 y 1983, prosigue el autor De un mundo raro, “Carlos inmediatamente pone cartas en el asunto. Fue un líder en ese tema, abierto, hablaba por todos. Él se arrojó a la palestra con el sida defendiendo todas las sexualidades. Eso habla de un acto de heroicidad intelectual”.
 
Sin etiquetas
 
El clóset de cristal inicia en los años 60 y concluye con el velorio de Monsiváis en 2010, en el momento en el que el flautista Horacio Franco pone encima de su féretro la bandera del arco iris, “destapándolo” ahora sí, de forma pública.
 
“Yo no quiero salir del clóset”, cuenta en el libro Sabina Berman que le dijo Monsiváis en una ocasión. “Carlos me explicó que no quería ser calificado como ‘el intelectual gay’, quería que sus cosas valieran en sí mismas, ése era su razonamiento”, añade la dramaturga.
 
Peralta agrega que, viendo el escarnio que vivieron creadores como Salvador Novo o Alfonso Michel, que aceptaron públicamente su homosexualidad, y los crímenes de odio y la censura a lo largo de la historia, el autor de Escenas de pudor y liviandad (1988) prefirió hablar desde su escritura.
 
“Creía que México no tiene la educación civil o el acto civilizatorio y ético, y la moral bien entendida, para comprender que todos somos iguales ante la ley. Prefirió preservar su intimidad y ser ese hombre público en el que nadie sabe de qué está hecho".
 
“No lo justifico. Yo estoy a favor de la apertura en la sexualidad. Pero tampoco estaba obligado a destaparse. Si los heterosexuales no explican que lo son, ¿por qué los homosexuales deben hacerlo?”, se pregunta.
 
Peralta cuenta cinco historias del movimiento homosexual, a través de  entrevistas con Juan Jacobo Hernández, Xabier Lizárraga, Arturo Vázquez y Jorge Fichtl, que da voz a José María Covarrubias. Todos mencionan a Monsiváis. Unos lo definen como “manipulador y dominante”,  otros como “genial y solidario”. Pero todos coinciden en que fue indispensable.
 
“Carlos era un ojo circular, un todólogo. Era un planeta a cuyo rededor giraban estrellas y meteoritos. Yo le conocí novios y amantes muy hermosos y conseguía lo que quería. Es uno de los hombres que tuvo la maravilla de atraer por su intelecto”, confiesa Braulio, quien mantuvo con él “una amistad cómplice”.
 
“De él aprendí a reír, a enfadarme con el Estado, con la Iglesia, a discutir ideas en la comunidad homosexual y el mundo intelectual. Se negaba a ser maestro, pero en el fondo lo era. Hay seres únicos, como Salvador Novo, Juan Gabriel y Monsiváis. Ojalá la comunidad homosexual acepte a este ser que le dio voz en un país donde no la tenía”, concluye.