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“Artistas, locos y criminales”, el vital libro de Soriano cumple treinta años
En este libro los antihéroes se toman las páginas para celebrar a Laurel y Hardy, Chaplin o al mitológico pugilista argentino José María Gatica. A eso suman las peripecias del propio Soriano en California. Con una vigencia intacta, la obra constituye lectura obligatoria para gozar de una historia original y bien escrita, algo que tanto se echa de menos en estos días.
A tres décadas de su primera edición, el universo narrativo y periodístico de Soriano reflejado y revelado en este libro no sólo continúa vigente: sigue erigiéndose como un atractivo camino a seguir por las nuevas generaciones.
Osvaldo Soriano es dueño de una de las plumas más originales y certeras del periodismo latinoamericano de las últimas décadas. Leerlo siempre es un placer, pues construye un mundo novedoso lleno de personajes entrañables y exóticos que excitan la imaginación de su contraparte.
Autor de siete novelas y cuatro antologías de crónicas y relatos personales, el narrador trasandino encontró en este último género su mayor aporte a las letras, aunque los estudiosos están divididos sobre este tópico.
Para algunos no sólo es un gran periodista, sino que un encumbrado escritor de ficción. En lo que sí existe consenso, es que Soriano le dio un nuevo aire a la literatura argentina, con su fuerte mensaje en contra del capitalismo y el libremercado, con ese entrañable cariño por los perdedores, desamparados y todos aquellos que buscan -por sobre todo- la justicia y la igualdad en este valle de lágrimas.
UN CRONISTA MAYOR
El profesor de literatura de la Universidad de Chile, Cristián Montes, en su libro “Osvaldo Soriano, una contrautopía posmoderna”, intenta “develar el universo de un autor descalificado comúnmente por la crítica académica de su país como un escritor superficial. Al contrario, su obra revela una lúcida percepción de la sociedad contemporánea y una capacidad innegable de intuir el estado espiritual del momento que vivimos”, según este catedrático.
Una cosa parece clara: el mejor trabajo de este narrador fallecido en 1997 se encuentra en su obra periodística, ya que si Soriano es un novelista menor –como lo cataloga la mayor parte de la crítica- no resulta un despropósito consignar que es -por el contrario- un cronista mayor, donde su pluma mágica no tiene límite, recreando la realidad que le tocó vivir con destellos de talento puro.
PERDEDORES DE LA VIDA Y DE LA HISTORIA
En “Artistas, locos y criminales”, los antihéroes se toman las páginas para celebrar a Laurel y Hardy, a Chaplin o al mitológico pugilista José María Gatica. Las peripecias del propio Soriano en California están muy bien trabajadas en “Tribulaciones de un argentino en Los Angeles”, quizá la serie de relatos mejor logrados de esta antología.
El prólogo resulta -además- fascinante. Ahí el gordo trasandino cuenta sus motivaciones para escribir el mencionado texto, destacando al mítico diario “La Opinión” –donde fueron publicados la mayoría de sus textos- y a la figura de su director, el también mítico Jacobo Timerman, con quien tuvo una larga relación de amor-odio.
“La Opinión –escribe Soriano- fue, en su mejor época, un diario de lujo para una élite de profesionales e intelectuales liberales o de izquierda (…) su creador Jacobo Timerman tenía una teoría: Se necesita a los mejores periodistas de izquierda para hacer un buen diario de derecha”.
“Integrar el equipo de Timerman –continúa el cronista- era motivo de orgullo profesional: por primera vez una redacción reunía a los periodistas más célebres de Buenos Aires, aquellos que habían estado en Primera Plana, en Confirmado, en El Mundo y en otros intentos de hacer un periodismo diferente”, algo que Soriano siempre cultivó y que lo llevó a ser parte posteriormente de la creación de un nuevo nombre mítico en este sentido: el diario Página 12, en el que Soriano profundizó con pasión en su senda de buenas crónicas hasta su deceso.
VIGENCIA INTACTA
El arte de lo apócrifo -que el autor argentino desarrolló con especial capacidad- marcó su obra y esta característica también reconoce haberla aprendido de Timerman.
Otras colecciones de relatos notables de Soriano son “Rebeldes, soñadores y fugitivos” (1988), “Cuento de los años felices” (1993) y “Piratas, fantasmas y dinosaurios” (1996). Todas tienen en común, aparte de la afilada pluma de este cronista, cierta nostalgia, ternura y cariño por los derrotados por la vida o por la historia.
Mas, es en “Artistas, locos y criminales” donde el gordo amante de los gatos consigue su obra más lograda que, a treinta años de su aparición, mantiene intacta su vigencia y se constituye en lectura obligatoria de las escuelas de Peridismo y para el público que quiere gozar de una historia original y bien escrita, algo que tanto se echa de menos en estos días.
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