Artículos

Autor de Trainspotting asoma como una de las figuras de Filba 2016

Por Télam | 15 Agosto, 2016 - 11:52
  • books-1245744_1280.jpg

Montevideo y Buenos Aires recibirán a fines de septiembre la octava versión del festival literario.

Con el escritor británico Irvine Welsh -autor de "Trainspotting"- como una de las figuras centrales, desde el 28 de septiembre y hasta el 2 de octubre se desarrollará en Buenos Aires la octava edición del Filba, a esta altura convertido en un hito dentro de la agenda literaria latinoamericana con su apuesta a ampliar el universo lector y dar cuenta de las nuevas modalidades de lectura.

Todavía falta un mes y medio para arranque una nueva edición, pero ya están trazadas las coordenadas de programación y la agenda de invitados totaliza unos veinte autores internacionales y cincuenta nacionales que, a lo largo de cuatro maratónicos días, se repartirá en treinta paneles, entrevistas, diálogos, lecturas y performances.

Unos días antes, entre el 23 y el 26 de septiembre, el Filba calentará motores en Montevideo, con una grilla igual de intensa, para desplazarse luego a Buenos Aires en sus múltiples sedes: el Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415), la Abadía Espacio Cultural (Gorostiaga 1908), el Club Cultural Matienzo (Pringles 1249) y la librería Eterna Cadencia (Honduras 5582).

A veinte años del rodaje del polémico film "Trainspotting", Irvine Welsh, autor del libro homónimo, llegará para hablar sobre esa experiencia y sus obras posteriores: "Es un escritor súper prolífico que sigue publicando novelas que tocan temas sobre lo que nos gusta trabajar en el Filba", señala a Télam la directora del festival, Gabriela Adamo.

En la nómina de confirmados figuran también la española Marta Sanz, que acaba de ser distinguida con el Premio Herralde por su novela "Farándula", próxima a llegar a la Argentina a través del sello Anagrama. Y también el escritor angoleño José Eduardo Agualusa, emblema de la nueva narrativa africana por obras como "Estación de lluvias", "Nación criolla" y "El vendedor de pasados", galardonada con el Independent Foreign Fiction Prize que otorga el periódico británico The Independent.

Vendrán también Peter Cameron (Estados Unidos), Paul Fournel y Valérie Beaudouin (Francia), José Luis Peixoto (Portugal) y el crítico Hans Ulrich Gumbrecht (Alemania). Y latinoamericanos como Bernardo Carvalho (Brasil), Gabriela Alemán (Ecuador), Rafael Gumucio (Chile), Héctor Abad Faciolince (Colombia), Mario Bellatin (México), Mercedes Estramil e Inés Bortagaray (ambas de Uruguay).

"El programa completo lo tendremos recién a fin de mes", señala Adamo, editora y traductora, ex directora de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que afronta su segunda temporada como titular del festival: "el Filba no es un congreso, no trata de presentar a la literatura de una manera monolítica y sólida, sino todo lo contrario. Tratamos de promover y explorar algunas formas novedosas: formas distintas, desacartonadas, íntimas y muy personales de acercarse a la literatura", describe.

- Télam: ¿Bajo qué criterios se traza la programación y qué tipo de vínculos establecen con las editoriales para convocar autores?

- Gabriela Adamo: Nos manejamos de manera independiente para trazar la agenda. Hubo años en las que tuvimos mayor presencia de sellos independientes y otros en los que prevalecieron las grandes editoriales. Nos gusta el trabajo de las independientes pero no es un criterio excluyente de selección. Creo que ni todo lo que hacen las grandes editoriales es malo ni todo lo que publican las independientes es bueno. A veces hay una tendencia a dividir el mundo bajo este criterio y la verdad es que no es tan taxativo. Nuestro propósito sigue siendo trabajar para generar lectores cada vez más independientes en su forma de asimilar y aplicar sus lecturas. Hay que trabajar para generar lectores críticos, variados y activos, así­ como para movilizar el mercado del libro, algo que se torna complejo en territorios que son enormes en su extensión geográfica.

- T: ¿En qué medida el Filba trabaja también para captar un nuevo segmento de público, ajeno al circuito de los sellos independientes y la literatura menos consagrada?

- G.A: Hay, obviamente, un núcleo duro de público que es el que va a las librerías y está al tanto de los hallazgos literarios. En ese sentido, no queremos pescar en la pecera. Nos interesa ampliar ese margen y para eso desarrollamos pequeñas estrategias.

Lo que no podemos hacer es lanzar un programa muy masivo porque eso lo puede hacer sólo el Estado con políticas públicas a nivel nacional o un evento muy instalado como la Feria del Libro de Buenos Aires. Nosotros en cambio lo que hacemos es como una guerra de guerrillas. Por ejemplo, este año repetimos una idea lanzada el año pasado que consiste en trabajar con los clubes de lectura. Hicimos una convocatoria para que participen de una actividad por la cual el ganador entrevista a un autor. Es un segmento muy interesante porque involucra a un montón de librerías, bares, escuelas y cafés donde la gente se reúne a leer libros de todo tipo. Otra iniciativa también destinada a ganar nuevos públicos es la de trabajar con los docentes, que hasta ahora no se sentían parte del ciclo. Lo que hicimos desde el año pasado fue organizar un encuentro para docentes con los mismos autores que participan del Filba. Eso hace que un público clave, que a su vez es mediador porque trabaja con chicos de secundario, se conecte con otro tipo de autores con la idea de que después los trasladen a las clases.

- T: ¿Y cómo se relacionan con nuevos canales de difusión como los booktubers, que además de fijar modos de vincularse con la literatura rivalizan con la crítica tradicional en su capacidad para legitimar consumos?

- G.A: Los booktubers son un grupo a tener en cuenta porque disputan hoy un lugar en la crítica respecto a la legitimación de qué es un buen libro y qué es un buen autor. Antes esa operación tenía canales clásicos que eran los suplementos literarios, pero hoy está absolutamente desarticulada ya que la legitimación se da bajo nuevas formas. Muchas de ellas pasan a través de las comunidades de lectores que están en las redes. Los booktubers claramente empiezan a ocupar un lugar. Después se puede discutir a fondo con qué herramientas lo hacen y entramos en la zona delicada de si hay alguien que pueda decir si hay buenos o malos libros. Las editoriales grandes en eso son muy hábiles y rápidamente los incluyeron en el circuito de difusión.