Artículos

BMW Z4, la elegancia básica

Por Fernando A. Marqués | 3 Abril, 2014 - 17:48
  • 48249_5.jpg

Los Z son en BMW el sinónimo de la esbeltez deportiva desde que hace 25 años entrara el primero de ellos en el mercado, el Z1, un biplaza que entonces tenía la condición de turismo deportivo aún más selecto que ahora.

Los Z son en BMW el sinónimo de la esbeltez deportiva desde que hace 25 años entrara el primero de ellos en el mercado, el Z1, un biplaza que entonces tenía la condición de turismo deportivo aún más selecto que ahora.

Con el paso del tiempo, los Z han ido depurándose en líneas y formas, hasta llegar al actual Z4, que con muy poco tiempo en el mercado ha sido retozado para en algunos elementos exteriores e interiores, pocos, que han dado al dos plazas convertible una mayor pureza de estilo, con un resultado que puede considerarse más elegante.

Con los retoques ha llegado también una actualización de la oferta motriz, que arranca ahora con el nuevo motor básico sDrive 18i y algunas mejoras en el sistema de conexión del coche con el mundo exterior.

El nuevo Z4 es un clásico roadster que con un techo convertible duro en lugar de la lona de la anterior generación se convierte en dual, es decir, puede ser roadster o coupé, según convenga, con un ambiente acústico interior cuando está cerrado que es igual al de un coche convencional.

Esta es la evolución natural de este tipo de deportivos desde que han aparecido en el mercado los techos duros y articulados, con los que los fabricantes evitan las complicaciones de tener en el catálogo dos modelos diferentes y se ahorran el doble proceso de fabricación.

El techo duro permite a los diseñadores, además, un estilo más depurado y elegante y en consonancia con la racionalidad de ofrecer dos coches con un único envoltorio. Una opción segura, por otra parte, ante los actos vandálicos que sufren en algunos lugares los coches capotados con lona.

El diseño va con los tiempos y ahora gusta contemplar un Z4 que es más esbelto que su antecesor y, por supuesto, sobre el predecesor del primer Z4, el redondeado Z3.

Las líneas han sido dibujadas en el nuevo Z4 con otra intencionalidad, al menos es lo que parece, la de crear un coche que se adapte a un mayor número de automovilistas y con una mejor resistencia al paso de los años. Este Z4 nos presenta, claramente, dos estilo, el de un roadster descubierto en el que la figura está dominada por los arcos de seguridad que se superponen a los reposacabezas.

Por cierto, entre los arcos se puede montar un deflector para mitigar las turbulencias habituales en esa zona y que castigan la zona derecha del conductor. La parte izquierda del conductor, de la misma forma que la derecha del acompañante gozan de una buena protección a la intemperie, cuando el coche viaja descubierto.

El trabajo aerodinámico es en este convertible de alta calidad, porque a cielo descubierto es posible circular a gran velocidad sin que los ocupantes sientas las inclemencias del tiempo y, además, poder mantener una conversación sin necesidad de gritar. Es ligeramente perceptible una ligera turbulencia en el túnel central, pero sin llegar a molestar, salvo que la temperatura exterior sea excesivamente baja.

Sin el techo, con las ventanillas subidas y la climatización activa, es posible lograr un ambiente agradable en el interior del coche. Cubierto con el techo metálico, la silueta del Z4 es claramente la de un coupé, en el que es difícil de detectar que es convertible, a no ser que se conozca de antemano su doble naturaleza.

El techo está construido en aluminio y está dividido en dos partes para plegarse y guardarse en un espacio reservado en la zona superior del maletero, que queda muy menguado con el formato roadster. De 310 litros disponibles en estado coupé se pasa a los 180 litros del formato roadster. Poco espacio si se necesita viajar y, además, acompañado, porque la única opción de almacenaje es la del maletero. En el habitáculo no hay sitio para nada, salvo pequeños objetos personales y pocos. La conducción del Z4 crea buenas sensaciones. Son una consecuencia natural de la ingeniería aplicada al bastidor, que ha ganado en rigidez sobre las generaciones anteriores.

La resistencia a las torsiones longitudinal y transversales es notoria en los giros, Puede decirse de él que es uno de los más eficientes en este apartado, teniendo en cuenta, además, de las generosas dimensiones de la parte delantera, hasta la cabina de conducción.

Con el incremento de rigidez del bastidor, la posición del Z4 en curva desvela un gran margen de esfuerzos en el apoyo. Por su configuración podría parecer que las curvas lentas son su peor escenario, pero se desenvuelve bien en ellas, siempre y cuando la entrada se haga a la velocidad adecuada.

El exceso es mal digerido por la parte trasera del coche que va a tender a desplazarse, a pesar de la electrónica. No obstante, el sistema de dirección es una gran ayuda para colocar el eje delantero en el sitio adecuado. El trasero es muy rápido en seguir la trazada o al menos esa es la sensación, quizá aumentada por ir sentado muy cerca de la vía, que es, además, la de propulsión. La suspensión es otro factor de mejora que contribuye a esas buenas sensaciones.

El esquema delantero y trasero tienen tal ajuste que no se producen desacuerdos entre los trenes rodantes, ni cabeceos, que serían naturales con un morro tan largo. Para gestionar curvas de reducido radio de giro la mejor práctica es la de entrar muy parado para ya en el vértice iniciar una aceleración progresiva, sin brusquedad, para no despertar el tren trasero. No obstante, la electrónica se encarga de corregir equivocaciones o excesos de un tren que de forma natural se mantiene en su sitio hasta un umbral elevado de sobrecarga.

Una de las grandes novedades de este Z4 es el motor. Se trata de la combinación básica, la de entrada, suficiente para quien quiere disfrutar de un deportivo a un precio "razonable", aunque la cifra no está al alcance del automovilista medio. La combinación parte del motor 2.0 de la marca, pero sobrealimentado, para dar al final una entrega de potencia de poco más de 150 caballos y una entrega de par, esto es lo más interesante, de 240 Newton que empieza a materializarse a partir de las 1.250 vueltas.

Esta forma de entrega del par hace que este motor de gasolina tenga un comportamiento muy parecido al de un diesel, ya que adquiere con ello una capacidad de reacción que en un atmosférico se encuentra a un régimen de giro del motor muy superior, con la consecuente sensación para el conductor de falta de energía, y una aceleración más enérgica que mejora el buen sabor sobre este motor. En este caso, el motor está asociado a una caja de cambios manual de tacto duro, a la que hay que acostumbrarse. No obstante, con el correspondiente sobreprecio, está disponible una opción de transmisión automática para los que quieren evitarse el fatigoso uso del manual.

La prestaciones de esta combinación motriz en el Z4 son más que razonables, con una marca en aceleración (0 a 100 km/h) que está por debajo de los 8 segundos y una punta que anuncia un gran desahogo por debajo de esa velocidad. El Z4 con este motor tiene un buen tono de rodadura en cualquier rango de velocidad pero es especialmente confortable a la velocidad máxima legal, sobre todo en descubierto, para mantener un ambiente acústico razonable.

Una vez consideradas todas las variables, este Z4 es un coche equilibrado gracias al binomio construido a partir de un motor que es sobrado para disfrutar de la conducción a cielo abierto y la utilización a diario, aunque en este capitulo de la funcionalidad no sea precisamente la mejor alternativa del mercado. El Z4 se sitúa en un segmento de mercado en el que, nominalmente, tiene frente así a más competidores de los que, por prestaciones de motor, le corresponden.