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"Boca de pozo", la cruda vida de los trabajadores petroleros en Argentina

Por Télam | 11 Junio, 2014 - 14:16
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Aunque generalmente bien pagados, los trabajadores petroleros llevan una vida de consumo exagerado, dilapidando todo su salario en pocos días. Es el mundo que intenta reflejar el director Simón Franco.

La vida áspera de los trabajadores petroleros en los yacimientos de la localidad chubutense de Comodoro Rivadavia y la forma en que el capitalismo y sus altos sueldos les insuflan una pulsión consumista desenfrenada forman parte de los ejes temáticos que conforman el filme argentino.

"La película narra un problema universal, porque el protagonista tiene todo lo que quiere pero no es feliz. Eso es un poco a causa del capitalismo, que nos lleva siempre a buscar la felicidad en lo material y en los excesos, generando un atractivo desenfrenado hacia el consumo. El hombre de hoy está profundamente insatisfecho y siempre necesita estas vías de escape", subraya Simón Franco, director de la película.

El nuevo largometraje del creador de "Tiempos menos modernos", que tuvo un primer acercamiento en la última versión del encuentro cinematográfico Pantalla Pinamar, sigue durante varios días las dramáticas vivencias y circunstancias personales de un "boca de pozo", tal como les llaman a los operarios que se ocupan de hacer las perforaciones en los yacimientos petrolíferos.

Oriundo de la provincia de Neuquén, Franco es hijo de un trabajador petrolero y vivió durante años en Comodoro Rivadavia, por lo cual tuvo acceso de primera mano a la forma de vida de estos trabajadores, que generalmente son muy bien pagados, pero llevan una vida de consumo exagerado, dilapidando todo su salario en pocos días.

Con la intención de hacer "una película seca" que reflejara la hostilidad del ambiente que rodea al trabajo del petróleo, el director eligió narrar la historia de Lucho (un sorprendente Pablo Cedrón, en uno de sus pocos papeles protagónicos en cine), operario que sufre una crisis de identidad que se refleja en los excesos a los que se entrega.

Para Lucho, el día a día en el pozo petrolero es cada vez más agobiante y esa pesadez existencial se expande a la relación tirante que mantiene con su esposa (Paula Kohan), al vínculo con una madre a la que ve poco y nada y a los encuentros ocasionales que mantiene con la prostituta (Ana Livingston), de quien se está enamorando.

Franco sostuvo que la idea de la película -cuyo guión escribió junto a Salvador Roselli- surgió cuando estaba filmando su largometraje anterior en Comodoro Rivadavia, ya que "me entusiasmó la problemática de los petroleros que trabajan en las bocas de pozo".

"Al principio la película tenía un tono más tragicómico, pero poco a poco fue virando hacia un drama mucho más seco. Quería ser muy respetuoso con todo lo que sucede en Comodoro Rivadavia, tratando de reflejar las cosas tal cual son", señaló el cineasta, que contó con el apoyo de YPF para filmar en un auténtico yacimiento.

"Desde el vamos, la idea era contar la vida de un boca de pozo y el marco hostil del contexto patagónico. No queríamos subrayar ni marcar nada, sino ser sutiles y mostrar el mundo del protagonista mientras él va avanzando en su viaje interior. Por eso la cámara siempre lo está siguiendo mientras avanza", explicó.

El director sostuvo que los trabajadores petroleros "suelen sufrir problemas de alcoholismo, de adicción a las drogas y de consumo de prostitución. Ellos cobran mucho dinero pero en general lo gastan en muy pocos días en vicios y cosas superfluas. Quería mostrar esta realidad de la gente que vive en el sur del país".

El personaje que interpreta Cedrón también está en un pozo emocional, ya que además de vivir 15 días internado dentro del yacimiento, manipulando todo tipo de caños en una tarea difícil y peligrosa, "se entrega a un consumismo bestial, que de algún modo representa la tensión que viven esos lugares". concluye Franco.