Tomar buenas decisiones financieras no solo se limita a ahorrar, sino también a elegir las mejores opciones que te permitan hacer que ese dinero acumulado, gracias a tu disciplina y esfuerzo, genere y se multiplique.

Para lograr que tus ahorros trabajen para ti, es necesario que te atrevas a dar el siguiente paso: la inversión.

Para invertir no es necesario que seas un experto, ni que tengas miles o millones de pesos; se trata de decidirte a conocer un poco más del mundo de las inversiones, y recurrir a las personas e instituciones que te ayuden a tomar la mejor decisión, de acuerdo a tus metas y necesidades.

Existen diversas formas en que puedes invertir:

- Fondos de inversión. Es un instrumento a través del cual muchas personas agrupan sus recursos para invertir. Estas aportaciones en conjunto suman un capital mayor, por lo que es capaz de generar mayores rendimientos.

- Acciones. Se puede colocar cierta cantidad de dinero en una startup o empresa que inicia.

- Préstamos P2P. En plataformas de Internet se coloca cierta cantidad de dinero en un fondo, de ahí se presta a un solicitante de crédito y cuando paga se regresa lo prestado con determinada ganancia.

- Objetos de valor. El mercado de compra y venta de antigüedades, obras de arte, y objetos de colección.

- Cuentas de ahorro. Es un instrumento seguro que ofrece rendimientos pequeños; ideal para las personas que no quieren correr grandes riesgos.

- Bienes raíces. Se trata de una forma relativamente segura de invertir, ya que los inmuebles siempre tienden a incrementar su valor.
Negocio propio. Puedes elegir vender alimentos o algún servicio que sepas ofrecer.

Si bien existen muchas opciones para poner tu dinero a trabajar, es importante que consideres cuánto tiempo y esfuerzo estás dispuesto a dedicar para cuidar tu inversión; especialmente si estás comenzando.

Una forma de empezar es recurrir a un asesor financiero. Buscar la ayuda de un experto te permitirá conocer a fondo los diversos instrumentos de inversión y a tomar las mejores decisiones, con base en tu tolerancia al riesgo, tu edad y tus metas, es decir, tu perfil de inversionista.