Importantes estudios subrayan el aporte de este espumante a la salud de quienes lo consumen. Obviamente, se entiende que no se trata de una exposición exagerada.

Una de las razones de los beneficios se centra en las uvas negras que se utilizan para producir el champán. Esta materia prima se comparte con el vino tinto y existen muchas investigaciones que pueden compartirse.

Si bien las principales ventajas se centran en la prevención de enfermedades cardiovasculares, lo cierto es que el abanico de buenas consecuencias que ofrece la chispeante bebida se amplía.

1. Potencia la memoria. Una investigación realizada por la Universidad de Reading en Inglaterra subraya que la bebida con burbujas contiene fenoles, compuestos orgánicos aromáticos cuya principal propiedad es su perfil antioxidante.

Ello, según destaca el trabajo académico, ayuda al desarrollo de la memoria. El champagne estimula señales en el cerebro, por lo que el bioquímico Jeremy Spencer recomienda a personas mayores de cuarenta años beber de una a tres copas durante la semana.

2. Revitaliza el ciclo celular. Las uvas también generan ácido hialurónico, que es un polisacárido natural que hidrata y revitaliza el ciclo celular, que repercute en la suavidad del rostro.

Los polisacáridos son biomoléculas que se encuentran conformadas por la unión de una importante cantidad de monosacáridos, que son los azúcares más simples, más sencillos y que se caracterizan por no hidrolizarse, o sea, no se descomponen en otros compuestos.

3. Ayuda al corazón. Al igual que el vino, una copa de champagne es buena para el funcionamiento cardíaco. Esto se debe a los polifenoles, que hacen que los vasos sanguíneos se ensanchen y se reduzca la presión arterial.

4. Rejuvenece la piel. El tema de verse jóvenes hoy es un interés que preocupa tanto a hombres y mujeres. La bebida espumante tiene algo que decir al respecto, ya que al contener antioxidentes y retrasar el envejecimiento celular, los aminoácidos que trae la uva potencian la humectación de la piel.