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Corralco Mountain & Ski Resort combina lo outdoor con el relajo a los pies del volcán Lonquimay

Por Loreto Oda Marín | 20 Diciembre, 2014 - 16:13
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Inmerso en la Reserva Nacional Malalcahuello, en la araucanía chilena, este centro de ski y montaña posee espacios dedicados al relajo, una carta que potencia la comida chilena y los productos locales, además de buena atención.

Por un lado, bosque verde donde las araucarias milenarias resaltan en medio del paisaje. Por el otro, una postal más agreste, donde el volcán Lonquimay coronado de nieve es el rey de la visual.

En ese hermoso paisaje de contrastes se encuentra Corralco Mountain & Ski Resort, un hotel cinco estrellas ubicado en medio de la Reserva Nacional Malalcahuello, en la Región Araucanía chilena.

Con una vista privilegiada al volcán y al cordón montañoso que lo rodea, este recinto posee una infraestructura a base de piedra y madera, lo que hace de la instalación un recinto bastante acogedor y ad hoc al lugar, por lo que su presencia en medio de toda la naturaleza no resulta invasiva, sino más bien amigable.

Para quienes se preocupan de lo sustentable que es el hotel, la empresa debe responder a varias exigencias ambientales, en especial, por encontrarse dentro de un lugar protegido. De allí es que la energía que abastece el lugar, por ejemplo, es producida por micro turbinas de gas propano de alta eficiencia, sistema que calefacciona todo el edificio y también el agua potable.

Con 54 habitaciones minimalistas y rústicas de distintos tipos, incluso algunas comunicadas entre si por una puerta en el caso que el grupo familiar sea grande, este hotel es una buena opción si lo que se quiere es disfrutar de actividades outdoor y relajarse tras una jornada de deportes como ski, trekking, excursiones, cabalgatas, mountain bike o kayak.

El centro se pensó bajos estos conceptos, por lo que todo está orientando a brindar una buena atención y óptimos servicios bajo el prisma de los deportes y el "des-estrés" coporal y mental.

Existen en el recinto lookers y un mini taller de ski, al que se puede ingresar cuando se llega directamente de la nieve. Además, posee un pequeño gimnasio y un spa, todo con vista privilegiada a la ladera del volcán.

Si de calma se trata, el sector comprende de una habitación de relajación, siendo este el único lugar del hotel que está en completo silencio, aislado de la música ambiente, lo que lo convierte en un punto exacto para descansar o leer en la reposteras, mientras se puede disfrutar de una espléndida vista.

Además, posee un sauna, con casilleros para los pasajeros que van por el día, una piscina temperada y un jacuzzi, ambos con hidromasajes, agua abastecida por ríos del entorno y vista al Lonquimay.


En todos estos lugares hay jarros con agua saborizadas naturalmente con frutas o cítricos, como limón o naranja y en ocasiones con toques de jengibre u otras especies, para que los visitantes puedan hidratarse de forma sana tras una jornada de deporte y relajación.

Para que esta experiencia sea más completa, este centro de ski y montaña también ofrece masajes de distintos tipos, los cuales pueden realizarse en piezas con una camilla, o bien con dos, si se quiere compartir simultáneamente este momento con la pareja o algún amigo o familiar.

En el segundo piso del hotel se puede encontrar una sala de juego para niños, un salón para ver televisión y dos mesas de pool, mientras que en el subterráneo un salón multiuso, donde se puede jugar ping pong o proyectar diapositivas, además de la sala de cine.

Este recinto también es opción para que las empresas puedan hacer cursos, encuentros o capacitaciones, dado que hay salas habilitadas para eso, incluyendo dentro de la oferta un salón de conferencia para unas cien personas sentadas.

En lo que respecta a la comida, Corralco Mountain & Ski Resort tiene un amplio comedor donde se ofrece bufet en temporada alta, con la posibilidad de reservar un salón vip para un grupo o familia numerosa. En los espacios comunes se encuentra el bar, donde también se puede comer, siendo este un lugar agradable pero en el cual suele perder el encanto por la presencia de dos televisores que rompen un poco la armonía y la tranquilidad que refleja el entorno.

La cocina, a cargo del chef Jonathan Elitin, busca rescatar los sabores propios de la zona y de la cocina tradicional chilena. La carta varía diariamente, con tres opciones de menú.

Es así como en entradas se pueden encontrar diversas cremas y ensaladas, todas con toques especiales y una gran personalidad, como la crema de verduras y crostino en pan artesanal gratinado en queso de cabra de Lonquimay o la ensalada de conejo estofado local y mini ensalada de papitas mayo y perejil fresco.

Se suma también el tártaro de res y el carpaccio de ciervo y limoneta de cilantro, ambos recomendables e, incluso, imperdibles.

Lo mismo con algunos platos de fondo, como la albacora sellada en su punto sobre cremoso risotto de tomate deshidratado, estofado de pierna de cordero al curry y gratín de zapallo italiano al queso de cabra, el salmón sellado con salsa de alcaparras y risotto de mantecato y los ravioles de cordero y queso sobre salsa putanesca.

Los postres también varían, encontrando recetas tradicionales de la cocina chilena como algunas más internacionales, además de la infaltable ensalada de fruta.

Aquí es recomendable probar la torta de tres leches, la crema catalana con salsa de naranja y el mousse de manjar terrina de chocolate bitter en salsa de frambuesa. El toque local igual se puede apreciar en la carta de tragos, donde se encuentran los clásicos destilados, cócteles preparados y otras de creación propia.

Todo lo anterior resulta aún más grato gracias a la amable atención de todo el personal del hotel, que por su amabilidad y buena disposición hace que los días que se está en ese encantador lugar en medio de la naturaleza el visitante se sienta, prácticamente, como en casa.