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Cuatro escondites gastronómicos para descubrir en Los Cabos

Por Alberto Romero/ El Economista.com.mx | 25 Enero, 2017 - 09:57
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Safari culinario por el binomio turístico que integran San José del Cabo y Cabo San Lucas en Baja California Sur.

Cuando llegó a la mesa, más de uno pensó que aquella imagen no podría ser cierta. La visión de una charola con seis quesadillas que ostentaban un alacrán en la parte superior retaba la capacidad de asombro de cualquiera. Aquel platillo parecía desafiar a los comensales a participar en un duelo gastronómico perdido de antemano, al menos en apariencia, por el escorpión frito, aunque no del todo: más de uno declinó la invitación y se quedó sin saber a qué sabe un alacrán cabeño.
 
La escena tuvo lugar en Tenangos, escondite gourmet que ofrece sabores mexicanos inesperados al pie de la carretera Transpeninsular, en San José del Cabo.
 
Aquí, la propuesta culinaria de la chef Liliana Hernández exige una disposición total del comensal para entregarse a una experiencia sin igual en Los Cabos todo porque la búsqueda de sabores echa mano de los ingredientes más exóticos del país, incluyendo a todos los productos nacionales con denominación de origen.
 
¡Hakuna Matata! dice el mesero rompiendo el silencio y disfrutando —no puede esconderlo— el asombro que despierta entre sus clientes. Y entra a la terraza del restaurante llevando en las manos un guacamole que luce exquisito salpicado, nuevamente, de ingredientes extraordinarios: gusanos de maguey, hormigas chicatanas y chapulines que permanecen estáticos entre rodajas de cebolla, rábanos y totopos. La receta seguramente dejaría satisfechos a Timón y Pumba, como sugiriera el mesero al mencionar la frase célebre de El Rey León.
 
Después sigue un capuchino de huitlacohe con flor de calabaza en compañía de unos sopes con escamoles, crujientes y deliciosos en la atmósfera 100% mexicana del restaurante, el cual, desde su terraza, deja asomar el rumor del Pacífico que se encuentra al otro lado de la Transpeninsular. La experiencia supera las expectativas y da inicio a una caza de sabores en Los Cabos.
 
 
Del campo a la mesa
 
Al llegar a Los Tamarindos, granja orgánica escondida en las entrañas de San José del Cabo, la visión de un campo idílico llena la mirada de los visitantes apenas al descender del vehículo. En la distancia, una mujer recoge los frutos de una tierra que parece sacada de un poema, entre cerritos verdes que desbordan legumbres y hortalizas y bajo un manto azul celeste que lo cubre todo. Una fresca sensación de paz recorre el ambiente justo cuando la clase de cocina orgánica está a punto de comenzar.
 
Tras una barra llena de berenjenas de colores, jitomates de formas caprichosas, zanahorias, cebollas, calabazas y piloncillo, la voz del chef Enrique Silva, a cargo de la clase, alterna el inglés y el español para explicar a una audiencia multicultural en qué consiste la experiencia que se avecina. Él advierte que antes de pasar a la cocina hay que ensuciarse las manos en el campo para extraer los ingredientes de las recetas, y todos se enfilan hacia el paisaje de ensueño que vieron a su arribo.
 
Así inicia un recorrido gourmet a través de la granja Los Tamarindos, con los alumnos recolectando los ingredientes necesarios para cumplir la tarea asignada, entre coles moradas, ramas de albahaca y jitomates de formas y colores inesperados que aparecen escondidos entre el ramaje. La tarea logra con éxito la creación de un vínculo entre el alumno y esa tierra que habrá de alimentarlo, mientras el maestro cocinero resalta los beneficios a la salud que reportan los alimentos orgánicos recolectados.
 
Al regresar a la cocina y tras lavarse las manos, los aprendices siguen al pie de la letra las indicaciones recibidas, y tras mezclar los ingredientes, surge en sus platos un potente aroma resultado de la unión de verduras. Minutos después, una mesa comunal los recibe y no tarda en desbordar su entusiasmo, dando inicio a un festín gastronómico cobijado por la estampa rural del San José del Cabo más orgánico posible.
 
 
Celebración oriental
 
El chef Ángel Carbajal no escatima en sonrisas mientras da la bienvenida al restaurante Nicksan, ubicado en la Plaza de la Danza, en medio del bullicio nocturno de Cabo San Lucas. Su propuesta de cocina japonesa sorprende a los comensales en una atmósfera cálida y relajada, capaz de preparar los sentidos en pos de una cita gourmet ansiada incluso antes del arribo al destino: la fama del establecimiento atrae los pasos de un buen número de sibaritas nacionales e internacionales, quienes hacen su reservación días antes de su arribo.
 
Basta llegar a la mesa para, en cuestión de minutos, disfrutar un grupo de entradas que acarician al paladar. Entre ellas, la tuna tostada, rebosante de atún, aguacate, ostiones en su concha, ponzu y cebollín; además de un rollo de langosta servido con lechuga, mango, aguacate y cilantro, todo envuelto en papel de soya. La cita culinaria apenas comienza y ya conquista a los comensales.Entre las opciones de platos fuertes, el sabor del pescado kara age despierta la admiración de un par de comensales por su combinación de pescado fresco marinado en sake dulce, además de jengibre y salsa ponzu. También se lleva la noche la langosta curry, que mezcla langosta con hongo shiitake, chile habanero y salsa de curry, entre otras creaciones del chef Ángel.
 
Al salir de Nicksan, las expectativas culinarias han sido corroboradas: la cocina del chef Carbajal no defrauda.
 
 
La mejor despedida
 
La ubicación del Sunset Monalisa guía las miradas hacia el atardecer más bello de Los Cabos. Enclavado en Cabo Bello, este restaurante ofrece, además de una suculenta propuesta de cocina mediterránea liderada por el chef Paolo Della Corte, una vista panorámica del icónico Arco de Los Cabos que deja sin aliento a sus visitantes.
 
Las instalaciones del lugar alternan tres espacios de frente al Pacífico: el restaurante, la Tattinger Terrace, donde la marca de champaña se disfruta entre antorchas y las notas de un violín —además de una selección de ostiones— y el Sunset Point, lugar climatizado donde se sirven tapas y pizzas.
 
Las tardes aquí transcurren en una celebración constante que va dejando en los visitantes la sensación de formar parte de un festejo que habrá de trascender su estadía y los conducirá, finalmente, hacia un nuevo encuentro en el futuro.
 
Y así, entre copas de champaña, ostiones, con el Arco de frente y el sol ocultándose en el horizonte, la despedida del destino deja un sabor a nostalgia en los labios.