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¿Debemos alterar el clima para prevenir el cambio climático?

Por Rodrigo Riquelme/ El Economista.com.mx | 7 Julio, 2017 - 11:31
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Desde el siglo XIX, la temperatura de la Tierra ha aumentado alrededor de 0.8°C. Para algunos científicos, este incremento seguirá afectando el clima del planeta si no se llevan a cabo modificaciones a factores climáticos como las nubes.

Los cirros son esas nubes alargadas y ligeras que parecen inmensos tejidos tendidos en el cielo y que se forman en las capas superiores de la atmósfera terrestre. De acuerdo con David Mitchell, físico atmosférico de la Universidad de Nevada, estas nubes son en cierta medida uno de los factores que han contribuido al aumento de la temperatura global de la Tierra, por lo que actuar sobre ellas podría revertir el proceso de cambio climático que está experimentando el planeta.

La razón por la que los cirros intervienen en el calentamiento global es que están compuestos por pequeños cristales de hielo que devuelven la energía que la Tierra disipa al exterior, lo que produce un aumento de la temperatura en la superficie. Para Mitchell, es posible incidir en estas nubes para contrarrestar este fenómeno. ¿Cómo prevenir los efectos del cambio climático mediante la alteración del clima?

Según un artículo publicado por la MIT Technology Review, la estrategia es la siguiente: “Cada año, una flota de grandes drones zigzaguearía por las latitudes superiores del planeta durante los meses de invierno, rociando los cielos con toneladas de materiales extremadamente finos parecidos al polvo (...) esto generaría cristales de hielo más grandes de lo normal, por lo que los cirros se disiparían más rápido. Este efecto dejaría escapar más calor al espacio exterior, lo que enfriaría la Tierra”, explica Mitchell a la revista.

Desde el siglo XIX, la temperatura de la Tierra ha aumentado alrededor de 0.8°C. En caso de que la idea de Mitchell se realice a una escala lo suficientemente grande, las temperaturas en todo el planeta podrían reducirse hasta 1.4°C, de acuerdo con una investigación independiente de la Universidad de Yale.

En un estudio publicado en The Lancet, el doctor Marco Springmann, del Programa sobre el Futuro de la Alimentación de la Universidad de Oxford, llegó a la conclusión de que habrá medio millón de muertes de personas adicionales en todo el mundo en el año 2050, debido a los efectos que podría ocasionar el cambio climático en la producción de alimentos. Esto quiere decir que dentro de poco más de 30 años, el cambio climático y el calentamiento global que lo produce podrían tener consecuencias graves en la vida de las personas.

Hasta ahora, la prevención de estos efectos ha sido el objetivo de la comunidad científica y de los activistas que luchan contra el rol que el hombre ha jugado como la principal causa del calentamiento global en el último siglo. Para evitar que la temperatura de la Tierra aumente más de 2°C por encima de los niveles que registraba antes de la Revolución Industrial sería necesario que se redujera 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que implicaría que miles de empresas dejen de producir y que millones de automóviles dejen de circular por las calles, lo que resulta sumamente improbable, si no es que imposible.

Por eso, de acuerdo con un número cada vez mayor de investigaciones, prevenir ya no es suficiente. Según la MIT Technology Review, es necesario incidir directamente en el clima para solucionar los problemas que la acumulación de gases de efecto invernadero han provocado en el planeta.

“Aunque cada país cumpliera con los compromisos alcanzados en el acuerdo de la pasada Cumbre del Clima de París (Francia), las temperaturas globales aún podrían aumentar en más de 5°C para 2100”, refiere la revista.

La geoingeniería es la disciplina científica que provee el enfoque necesario para contrarrestar el cambio climático a través de la alteración del clima. Apareció aproximadamente hace una década en la periferia de las universidades y poco a poco ha cobrado mayor relevancia conforme muchos investigadores caen en la cuenta de que es preciso comenzar a incidir directamente en el clima para conservarlo.

En el 2009, Mitchell publicó un artículo en el que proponía diseminar partículas de triyoduro de bismuto sobre los cirros para contrarrestar el cambio climático. El investigador contabilizó un total de 160 toneladas de este material al año necesarias para lograr su objetivo, lo que supondría un costo de 6.3 millones de dólares.

La alteración del clima para contrarrestar el cambio climático no es una buena idea para todos. En el 2013, un grupo de científicos liderado por Dan Cziczo, profesor de Química Atmosférica en el MIT, llegó a la conclusión de que cargar los cirros con el triyoduro de bismuto podría ocasionar el efecto contrario al que Mitchell predijo, es decir que “añadir más polvo podría generar nubes más gruesas que atraparían más calor”.

Pese a esto, según la MIT Technology Review, Mitchell parece convencerse cada vez más de su idea. Según una actualización de su investigación basada en imágenes de cristales de hielo provistas por el satélite Calipso de la NASA, la manipulación de los cirros puede funcionar con bastante eficacia, “siempre que se haga en zonas en las que los cirros se forman principalmente sin partículas de polvo”, explicó.

Existe otro proyecto de geoingeniería que podría demostrar la eficacia o inutilidad de esta ciencia en un lapso mucho menor. David Keith y Frank Keutsch, profesores de la Universidad de Harvard, lanzarán el próximo año un globo que puede alcanzar una gran altitud con el que explorarán las ventajas y los riesgos de la gestión de la radiación solar, es decir, la administración de la energía que llega desde el Sol en forma de radiación, de la cual una parte importante se queda dentro de la atmósfera terrestre por la acción de los gases de efecto invernadero.

“La idea consiste en rociar la estratósfera con determinados materiales capaces de reflejar más calor hacia el espacio exterior, imitando un fenómeno de enfriamiento natural que sucede después de que un volcán emite decenas de millones de toneladas de dióxido de sulfuro a los cielos”, explica la MIT Technology Review.

La pregunta que preocupa tanto a los científicos que apoyan la geoingeniería como una forma de contrarrestar el calentamiento global y el cambio climático como a aquellos que rechazan esta idea es: ¿Qué otros efectos pueden ocasionar estas tecnologías? Aunque las intenciones de los científicos que apoyan la alteración de factores climatológicos como los cirros pueden ser las mejores, es preciso mantener cautela para no empeorar una situación que pone en riesgo la vida de millones de seres humanos.