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El aplauso final para el payaso Popov

Por Deutsche Welle | 28 Noviembre, 2016 - 08:32
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Tras una presentación en el sur de Rusia, el artista se quedó dormido en un sillón y no volvió a despertar.

Oleg Konstantinovitch Popov era considerado el mejor payaso del mundo. Se lo llegó a llamar el "Chaplin ruso" o simplemente el "poeta del circo". Murió en su país natal, Rusia, a la edad de 86 años y fue sepultado en su patria de adopción, Alemania.
 
Nacido el 31 de julio de 1930, entró con 14 años a la escuela circense de Moscú, donde aprendió malabarismo, equilibrismo y acrobacia. Posteriormente utilizó su talento para impresionar al público con artísticos números bufonescos en el trapecio y la cuerda floja. Le gustaba hacer malabarismo aunque no llevara disfraz.
 
En 1955, Popov fue contratado por el Circo Estatal de Moscú. En 1959 se presentó con él, por primera vez, en la República Federal de Alemania. Le siguieron muchas presentaciones más en este país. Desde 1991, el mejor payaso del mundo vivía en la localidad de Egloffstein, en Franconia, Alemania.
 
 
En sus actuaciones, Popov también parodiaba a miembros del Partido Comunista. Tras el desmoronamiento de la Unión Soviética en 1991, dejó su patria. Se casó con una alemana 30 años menor, Gabriela.
 
Para Popov, la compañía de un perro era fundamental. En 1971 se presentó con el Circo de Moscú en la arena de Wembley. Dedido a las estrictas disposiciones británicas de cuarentena, no había podido llevar a su terrier a Londres y necesitaba un perro inteligente para su primer acto. Entre 40 perros, escogió a Gemma para compartir el escenario.
 
 
"Un payaso debe ser ante todo buena persona, simpático y optimista", dijo una vez Oleg Popov. Y justamente esas cualidades eran las que reflejaba en los delicados números, graciosos y profundos, con los que fascinó a generaciones. En uno de los más conocidos, trataba de atrapar los rayos de sol en una cesta. Este fue uno de los números que le valió el apodo de "poeta del circo" o "payaso del sol".
 
Al comienzo, Popov apenas se maquillaba. Una raya de delineador negro bajo los ojos, la peluca amarilla bajo su gorra y una nariz roja le bastaban. Más adelante usó también la clásica nariz de cartón y se pintó la cara de un color pálido.
 
A lo largo de sus más de 60 años de carrera, Oleg Popov no fue el típico payaso que hace tonterías. Con su talento para la pantomina y la acrobacia, creó un nuevo tipo de payaso. No necesitaba muchas palabras. La mímica y los gestos del "poeta del circo" eran entendidos en todo el mundo.