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El carmenere cumple veinte años de su redescubrimiento en Chile
Experto francés Jean Michel Boursiquot caminaba entre vides de la cepa merlot pero al observar detenidamente una de las plantas no tuvo ninguna duda: el viñedo era de carmenere, cepa que se pensaba desaparecida.
En noviembre de 1994, el experto francés Jean Michel Boursiquot realizó un hallazgo durante una visita a los viñedos de Viña Carmen, en el valle chileno del Maipo, que amplió el horizonte de los vinos de este país andino.
El galo caminaba entre vides de la cepa merlot pero al observar detenidamente una de las plantas no tuvo ninguna duda: ese viñedo era de carmenere, una antigua y casi desaparecida cepa originaria de la región francesa de Burdeos.
A casi veinte años del redescubrimiento del carmenere, la plantación de esta cepa ha crecido de forma sostenida y muchas bodegas apuestan por convertirla en un emblema de la industria vinícola de Chile e impulsar su difusión en los mercados internacionales.
"Hay que explicarle al consumidor que el carmenere chileno es único y distinto. Tenemos más cabernet sauvignon, pero no es la cepa que nos hace únicos", explica Andrés Lavados, gerente general del grupo Santa Rita, que controla Viña Carmen.
El descubrimiento del carmenere en Chile sorprendió a la comunidad vitivinícola mundial, que creía que esta variedad estaba extinguida por culpa de una plaga de filoxera que a mediados del siglo XIX arrasó los viñedos europeos.
Los expertos estiman que el carmenere llegó a Chile entre 1840 y 1890 con enólogos franceses que huyeron de la filoxera y decidieron probar suerte en el país sudamericano, que en esa época vivía un auge económico gracias al salitre y el carbón.
Los vinateros galos plantaron en suelo chileno sus variedades más características, como cabernet sauvignon, merlot y sauvignon blanc, e importaron también miles de vides de carmenere.
Durante décadas el carmenere se cultivó creyendo que era una variedad chilena del merlot. La ausencia de un referente -se pensaba que la cepa había desaparecido más de un siglo atrás- evitó que los enólogos supieran que en realidad se trataba de otra variedad de uva.
Jean Michel Boursiquot agitó las aguas en 1994 con su hallazgo y dos años más tarde Viña Carmen envasó por primera vez un carmenere, aunque apareció etiquetado como Grand Vidure porque la cepa carmenere aún no estaba registrada por las autoridades agrícolas del país.
Desde entonces, la cantidad de hectáreas cultivadas con carmenere ha crecido significativamente y los enólogos han identificado los mejores suelos y valles para plantar esta cepa, que necesita un clima cálido y suelos profundos y arcillosos.
Las particularidades del "terroir" chileno, con la brisa proveniente del Pacífico y la cordillera de los Andes al este, da como resultado vinos carmenere finos y de taninos delicados.
"Es un vino muy fácil de entender. Tiene mucho volumen en boca, es muy amistoso, muy sedoso y aterciopelado. Es un buen vino para acostumbrarse a tintos más pesados, aunque también puede tener mucha complejidad y ser un vino de alta gama", explicó Labbé.
Marcelo Retamal, enólogo de la viña De Martino, destaca su olor a especies -"rompe con la mayoría de los vinos, que van a aromas frutales"- y asegura que es "tremendamente suave", lo que lo convierte en un compañero ideal para muchos tipos de comida.
Andrés Lavados, gerente general del grupo Santa Rita, que agrupa a varias viñas, está convencido de que la industria vitivinícola chilena debe aunarse para promover el consumo y la producción de carmenere y convertir la cepa en una insignia de los vinos chilenos.
"Nos tenemos que poner de acuerdo como industria qué cepa queremos impulsar, y nuestra bandera debe ser el carmenere", sostiene Lavados.
En su opinión, Chile tiene que conseguir con el carmenere lo que Argentina ha logrado con el malbec. Eso implica hacer que aumente el consumo interno -en Chile se consumen solo 14 litros de vino por persona al año de promedio- y que en el extranjero los consumidores asocien la cepa carmenere al país sudamericano.
Uno de los primeros pasos para lograrlo será la celebración del Día Mundial del Carmenere, que Viña Carmen quiere instaurar el 24 de noviembre, coincidiendo con el día que Boursiquot redescubrió la cepa en 1994.
* Crónica EFE