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El esperado retorno de John Frusciante tras una década

Por Santiago Valenzuela / El Espectador | 17 Diciembre, 2019 - 13:00
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Considerado por muchos como uno de los mejores guitarristas del rock, el músico llega tras experimentar con electrónica y publicar 10 álbumes solista, lo que tiene a los fans esperando la tercera era dorada de Red Hot Chili Peppers.

Dicen los más fanáticos que es la reencarnación de Jesús, que es de otro planeta. Algunos periodistas musicales dicen que john, guitarrista de los Red Hot Chilli Peppers, en dos etapas esenciales de la banda (1988 -1992/1998 -2009) está dentro de los mejores guitarristas de la historia del rock.

Otros creen que, por el contrario, está muy lejos de aparecer en esas listas.   Y ese contraste, esa discusión tan común en las secciones de entretenimiento, es lo que menos importa ahora. La conexión con John, como sabemos muchos de sus seguidores, es espiritual.

Los solos o jams de Frusciante en los Red Hot Chilli Peppers son difíciles de interpretar desde la racionalidad o desde la lógica de lo  “mainstream” (escuchen el solo de Wet Sand). Esa idea –  y realidad, hay que aceptarlo –  de que la música está en el espectro de las leyes del mercado y la competencia es lo que justamente lo alejó del mundo de los conciertos, los premios, los videos musicales, los likes, etc. “La música es algo inefable”, decía después de abandonar la banda en 2009. “No creo que pueda ser verdaderamente entendida a través de las palabras”.

John Frusciante sentía que cuando la gente hablaba con él después de un concierto – o  cuando le pedían fotos o un autógrafo–  estaban hablando, en realidad,  con una imagen creada de él por el mercado, con una imagen impresa en miles de afiches. “La idea de que alguien se considere responsable de una pieza musical es ridículo. Nosotros solo estamos actuando dentro de las leyes de la naturaleza”. La creatividad, decía, está en un lugar más allá con el que no podemos tener un contacto directo.

En estos últimos 11 años Frusciante siguió otro camino que lo distanció de la esfera pública. Los Red Hot, mientras tanto, siguieron tocando con uno de los músicos más cercanos a la banda: Josh Klinghoffer, con quien grabaron dos discos. Ese camino que recién mencionaba no era tan popular. Fueron años de experimentos musicales con sintetizadores, de asistir a festivales de electrónica, de escuchar en su estudio a Aphex Twin y Squarepusher y de ocultarse de la prensa y los fans. Frusciante publicó, como solista, 10 discos en ese lapso. La música que hizo no fue tan atractiva para los admiradores de “Californication” o “Under the Bridge”. Abandonar ese guitarrista ídolo creado por el mercado. De eso se trataba, quizás, la distancia.

John Frusciante regresó a los Red Hot Chilli Peppers. Esa es la noticia que conocimos ayer,  15 de diciembre de 2019. La banda hizo un anuncio breve en Instagram: "Josh es un músico bellísimo que respetamos y amamos. Estamos profundamente agradecidos por el tiempo que pasamos con él (...). Y anunciamos, con gran emoción y nuestros corazones llenos, que John Frusciante regresa a  nuestro  grupo". Ese mensaje, tan corto, es lo más cercano a la definición de ilusión para los seguidores de la banda. Y lo es porque Frusciente hizo, con jams como el de Polonia en 2007, que sintiéramos un concierto como un ritual, como un momento de éxtasis en los que el yo se funde con una emoción colectiva. Un sentimiento oceánico, dirían algunos.

Frusciante pocas veces toca los solos de guitarra en vivo tal como los grabó en estudio. Improvisa, hace explícita esa emoción que surge en la relación con su entorno y con los otros tres músicos que lo acompañan. Como artista, crea paréntesis en la realidad. Nos despierta y nos muestra que nos vemos ridículos grabando todo un concierto con el celular, desperdiciando un presente por otro virtual, viviendo en un mundo paralelo en el que buscamos validar socialmente nuestra experiencia. Ese “yo” que está en las redes sociales es creado también por unas leyes del mercado. Frusciente lo ha dicho y con su música hizo espontánea una suerte de rebelión contra Hollywood.  

Los Red Hot, sin embargo, son una familia. Frusciante llegó a los 18 años a la banda, hoy tiene 49. Han pasado por momentos de funk puro, de punk, de rock alternativo y de un momento cumbre que fue Stadium Arcadium, el último disco en el que participó. Algunos dirán que es inevitable que la banda esté inmersa en el mundo de la música gringa capitalista. Desde la subjetividad de este texto, solo podría decir que el final de The Zephyr song me salvó de un ataque de pánico hace unos años y que, como otras personas, siento que cuando Frusciante toca no está imitando a un personaje para lucrarse en un mundo vacío. Está, por el contrario, dotando de significado la experiencia musical.

Decía John Frusciante en 2008 que “la máquina hacedora de estrellas de Hollywood ha perpetuado la mentira de que la imagen es lo que importa y de que la persona es responsable de la obra. Esta idea ha tenido continuidad en el negocio de la música. Nos ha metido en la cabeza  la idea de que la imagen física o el nombre de la persona  son  responsables de la creación, y eso no es lo que crea a la música. La verdadera foto de Jimi Hendrix es su música, no como se vestía o como lo veían”. Esos fetiches con el espectáculo – y con la rentabilidad del mismo, por supuesto –  también hartaron a John Frusciante. “(…) Estamos viendo los efectos dañinos de la mentalidad del negocio siendo aplicada a los artistas, y los artistas aprendiendo a pensar más como hombres de negocio que como músicos. Afortunadamente me salí de ese mundo".

La carrera solista de Frusciante es otra dimensión de la creatividad. Si la tocamos tendríamos que hablar de su descenso con la heroína. Pero eso sería otro artículo. John Frusciente llegará de nuevo a esa escena de la música que lo convirtió en un ídolo, pero recordemos que él devolvió ese traje hace 10 años. Uno de sus seguidores decía que, más allá de lo que pueda pasar ahora, esta será una de las navidades más felices de su vida. “Es lo más cercano a un renacimiento como el de Jesús”. Es un sentido de adoración inevitable. Frusciante regresa inesperadamente para abrir caminos en el camino, como lo hizo en el 98 con Californication.