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El glamur "old school" intenta recuperar la alfombra roja del Met

Por EFE | 6 Mayo, 2014 - 16:12
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En la era del Instagram, en la que las celebridades han roto el velo del misterio, el glamur parece condenado a desmantelarse, pero la alfombra roja de la gala benéfica del Metropolitan Museum, considerada una de las más importantes del año, luchó con uñas y dientes por reivindicar esa imagen etérea de la moda y la fama de los años 40 y 50.

Tras romper el protocolo en nombre del "punk" el año pasado, la alfombra roja de la gala del Museo de Arte Metropolitano (Met) impuso hoy la sofisticación "old school" y la arquitectura textil de su homenajeado este año, el diseñador Charles James, pero Lupita Nyong'o, Beyonce o Cara Delevingne se salieron por la tangente.

En la era del Instagram, en la que las celebridades han roto el velo del misterio, el glamur parece condenado a desmantelarse, pero la alfombra roja de la gala benéfica del Metropolitan Museum, considerada una de las más importantes del año, luchó con uñas y dientes por reivindicar esa imagen etérea de la moda y la fama de los años 40 y 50.

Entonces era cuando triunfó Charles James, el diseñador nacido en Reino Unido pero adoptado por Estados Unidos al que dedican su exposición anual y quien es objeto de culto por parte de los adictos a la moda y poco conocido para el gran público. 

Genio de la ingravidez de las telas, de la ingeniería del patronaje para conseguir abullonados, vuelos y polisones mágicos, hoy debería haber sido homenajeado por los asistentes, pero esto no llegó a suceder del todo. Fue obediente la quintaesencia de Nueva York, Sarah Jessica Parker, una de las anfitrionas de la gala junto a Bradley Cooper y Óscar de la Renta, y quien eligió precisamente a este último para firmar su vestido, con espectacular cola blanca y un corpiño negro. 

Más cómoda con la sofisticación de antaño que con el "punk" de los 80, si entonces llevó un "mohowk" para reinventar la cresta, esta vez Parker también coronó su elección con un suntuoso recogido que empañó la elegancia fina de la marca De la Renta.

La editora de Vogue en Estados Unidos, Anna Wintour, alma mater de esta ceremonia, volvía a optar por la discreción de un Chanel con estampado floral, y las que mejor lucieron la virguería y la estructura arquitectónica que legó James a la moda fueron las modelos profesionales.

Karolina Kurkova defendió un complicadísimo pero deslumbrante modelo de Marchesa y Karlie Kloss hizo lo propio con uno de J. Mendel, mientras Naomi Campbell, de Riccardo Tisci, también estuvo en la alineación de las coherentes junto con Charlize Theron (de Dior y junto a su nueva pareja, Sean Penn), Blake Lively (de Gucci) y, cómo no, una que lleva apelando a lo vintage toda la vida, Ditta Von Teese (de Zac Posen). 

Pero el capricho de las celebridades volvió a desdibujar el hilo argumental de la ceremonia y, en definitiva, las famosas que llegaron a estas lides en el siglo XXI se dedicaron a hacer lo que les dio la gana. 

Lupita Nyong'o, la misma que estuvo impecable de azul al recoger su Óscar en marzo, fue la primera en romper las barreras de la lógica con un vestido entre tribal y "charleston" de Miuccia Prada, incendiando el debate en las redes sociales.

Stella McCartney fue una de las responsables de esta salida de guión con resultados irregulares en tres "tops" de la noche: Rihanna moderó su tendencia al exceso al aparecer de blanco, mientras Cara Delevingne fue un paso más allá y se instaló en lo informal.

Finalmente, Beyoncé, que el año pasado ya, como madrina de la ceremonia, desoyó los mandatos del "punk", optó ahora por un "look" de luto de los años 20 junto a su marido Jay Z. Maggie Gyllenhall, con su apuesta por la psicodelia de Valentino, fue de las más desafortunadas y en un punto medio quedaron el poco riesgo de Anne Hathaway (de Calvin Klein), la frescura de Emma Stone firmada por Thakoon y el incomprensible Chanel de Kristen Stewart.

La sencillez siempre apoteósica de Giselle Bundchen y una casi medieval Adriana Lima fueron obra de Givenchy, mientras Jessica Alba y Selena Gómez se apuntaron a la pandilla de Diane Von Furstenberg.

Michelle Williams no salió de su pasión por el vestido corto, aunque fuera de Louis Vuitton, y no estuvo a la altura de lo que se espera en una gala de estas características y Victoria Beckham y las hermanas Asley y Mary Kate Olsen no dudaron en elegirse a sí mismas como diseñadoras de su modelo.

Entre ellos, si bien cundió la corrección, fueron Neil Patrick Harris y su marido David Burtka los que más desentonaron. Así las cosas, Madonna, que el año pasado decidió llegar la última y acumular en su "look" todas y cada una de las señas de identidad del "punk", esta vez decidió que lo mejor era quedarse en casa y poner en su Instagram una foto casi desnuda con el cartel de "censurado" y un mensaje para Anna Wintour: "¡Lo que quería llevar a la Gala del Met pero Anna (Wintour) dijo No este año!".