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Escritor Alberto Laiseca: "uno, cuando escribe, vuelve a ser niño"

Por Télam | 9 Junio, 2014 - 09:19
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Laiseca, que tardó diez años en escribir la novela y esperó más de 15 para verla publicada, contó que "cuando yo era chico no tenía ni la menor idea de que iba a ser escritor y, sin embargo, en mis juegos solitarios ya aparecía `Los Sorias`".

"Hay una búsqueda de la eternidad, la humanización y también del aquí y ahora, esa poquita materia que somos tan importante", dijo el escritor Alberto Laiseca sobre la nueva edición de "Los Sorias", su monumental novela que explora la naturaleza del poder, el amor y la guerra.

"Los mejores escritores tienen una sola obra que la escriben en muchos libros", dijo el creador del `realismo delirante` ante el público reunido en el auditorio de la porteña Casa de la Lectura, donde presentó, junto al crítico Hernán Bergara, una nueva edición de su emblemática novela que supera las 1.300 páginas -la más extensa de la literatura argentina-, publicada por la editorial Simurg.

Laiseca, que tardó diez años en escribir la novela y esperó más de 15 para verla publicada, contó que "cuando yo era chico no tenía ni la menor idea de que iba a ser escritor y, sin embargo, en mis juegos solitarios ya aparecía `Los Sorias`".

"El libro ya estaba ahí, con sus batallas, sus ejércitos, sus castillos, toda la cosa; después, cuando me puse a escribir, lo único que hice fue agrandar lo que ya estaba. Uno, cuando escribe, vuelve a ser niño, una suerte de niño adulto, pero niño al fin, porque en la escritura se vuelca todo lo que uno tiene guardado", profundizó. 

"Los Sorias", considerada por Ricardo Piglia como la mejor novela que se ha escrito en la Argentina desde "Los siete locos", representa, según su autor, "la búsqueda de la totalidad, por una sencilla razón: uno intenta poner todo en un libro, pero es imposible, entonces hay que escribir uno que es otro y a su vez el mismo". 

Bergara confesó que "sospecho que la salida de Borges es la entrada en `Los Sorias`; que un límite de la obra de Borges es la obra de Laiseca: una novela que cultiva la exageración tiene que ser un posible límite de unos cuentos que cultivaron la reducción del verbo hacia el átomo gramatical".

"`Los Sorias` es un libro grande que, sin embargo, se deja sintetizar. Es la historia de un dictador que se humaniza justamente en su derrota militar; es la historia de una guerra que involucra tres superpotencias quizás imaginarias. Pero también es la lucha entre el ser y el anti-ser. El texto mismo es un guerra semiótica", apuntó el crítico.

Bergara definió luego que "es una novela sobre el poder; es la versión libre más extraordinaria de `El anillo del nibelungo`; es una novela de amor, de arquitectura política; es un novela de guerra, una búsqueda de una reestructuración cosmológica; es una novela sobre tecnología que plantea la posibilidad de seguir siendo humanos a pesar del control del aparato burocrático del Estado".

"`Los Sorias` es la imaginación ejerciéndose; es un concepto matemático difícil de leer, distinta a otras lecturas, con otro espacio; ocupa mucho lugar en el orden literal y figurado; es una novela absoluta, no absolutista; no es totalitaria, sino total. `Los Sorias` no es un libro que se lee, es un libro que todavía se está leyendo", ilustró.

Guerra de Vietnam

Laiseca, autor de inclasificables libros como "Matando enanos a garrotazos", "Aventuras de un novelista atonal", "La mujer en la muralla", "El jardí­n de las máquinas parlantes" o "Las aventuras del profesor Eusebio Filigranati", contó, además, que acaba de terminar su novela sobre la Guerra de Vietnam, "La puerta del viento", que será publicada este año por la editorial Mansalva. 

"Es una nouvelle sobre un tema que me preocupó durante muchos años, pero no hacía falta que fuera muy larga. También empecé a escribir, con la ayuda de mis discípulos, un nuevo libro: se llama `Camilo Aldao`, que es el pueblo donde crecí y, en el libro, va a ser un lugar mítico", narró.

Laiseca sostuvo que la novela sobre Vietnam "salió muy bien gracias a un dato que me enteré antes de terminarla: resulta que el ejercito de Vietnam del Sur tenía 2.700.000 hombres; sin embargo, perdían todos los combates; los norteamericanos los despreciaban, y eso que eran muy buenos soldados. Era todo debido a la corrupción de Saigón: se vendían grados militares. Por más que tengas muy buenos soldados, sin oficiales no podés ganar una guerra, es imposible. Los norteamericanos se enteraron cómo era la cosa recién al final, cuando ya todo estaba perdido. Los sur-vietnamitas hubiesen podido liquidar a los bolcheviques sin necesidad de Estados Unidos, pero la corrupción destruyó todo, es difícil de creer", afirmó.

Luego recordó que "yo me ofrecí de voluntario para ir a Vietnam, no quería correr aventuras, no buscaba acción, nada de eso, tenía un problema para resolver conmigo mismo: el miedo. Le mandé una carta al presidente Lyndon B. Johnson, que nunca me contestó; hoy me alegro de que no me haya contestado, porque me hubiera pasado algo mucho peor que la muerte. Basta un simple balazo en la médula y quedás paralítico para siempre. Yo creía que la guerra era una salida ontológica rápida, pero no, es pesada la cosa, hay cosas peores que la muerte", graficó