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Estos son los cuatro errores que impiden un buen funcionamiento del sistema digestivo

Por LifeStyle | 27 Abril, 2016 - 08:34
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La digestión es un proceso clave en la existencia de los seres vivos.  Todo lo que ingiere el organismo debe pasar por una serie de procesos internos que ayudan a la sobrevivencia. Los alimentos son transformados mecánica y químicoenzimáticamente para que se conviertan en nutrientes posibles de ser absorbidos y utilizados por las células.
 
La digestión permite que las enzimas separen las proteínas, facilitando al cuerpo la ingesta de almidones, lactosa, grasas y ácido nucleico. La correcta absorción nutricional es básica para la vida sana del cuerpo.
 
 
Este proceso se ha visto alterado en las últimas décadas, básicamente, debido al ritmo moderno de vida, en el que la rapidez con que se transita y las tensiones que implican las labores cotidianas, ya sean laborales o personales, generan complejos trastornos en el sistema digestivo.
 
Así, en términos generales, el consumo de comidas y bebidas de manera desordenada y excesiva termina por pasar la cuenta al sistema digestivo. Los expertos coinciden en cuatro aspectos básicos que impiden un correcto proceso en este punto, advirtiendo que deben ser especialmente tomados en cuenta por parte de las personas:
 
 
1. Mala hidratación.
 
Beber una botella de agua mineral en poco tiempo no es la manera correcta de hidratarse. Tomar mucha agua no es suficiente. Lo importante es la manera en que este aporte hídrico se hace al cuerpo. Los especialistas recomiendan tomar una taza o vaso de agua cada cuatro horas. Nada de grandes y frenéticos tragos.
 
Otro punto: lo mejor es hidratarse entre las comidas y no durante. Esto último tiene el riesgo de llenar de más el estómago.
 
 
2. No llevar un ritmo adecuado de comidas.
 
Saltarse el desayuno implica que se sale de casa sin la energía necesaria en el organismo. Ello origina que se acumule hambre que sólo pueda ser saciada con comida chatarra.
Lo correcto es no saltarse ninguna comida, siempre masticar lento en cada una de ellas y no alimentarse en exceso antes de dormir.
 
Una fórmula alternativa a las tres comidas espaciadas puede ser comer varias veces al día, pero en porciones moderadas.
 
 
3. No hacer ejercicios.
 
Llega un instante en que el organismo requiere actividad física para estimular sus procesos de equilibrio. La digestión es uno de ellos. El ritmo moderno de vida implica sedentarismo y por ello los altos niveles de obesidad.
 
La falta de ejercicio profundiza el estreñimiento, que –básicamente- es una excesiva retención de agua en el intestino grueso lo que dificulta el proceso digestivo. Por el contrario, la actividad física estimula los movimientos peristálticos y con ello todo el accionar de este importante sistema. La ecuación es simple, si la persona no se mueve, tampoco lo harán los intestinos, pieza clave en este tema.  
 
 
4. Menos lácteos y más fibras.
 
No hay discusión en torno a lo tentadores que son los alimentos lácteos. Una fondue de queso caliente o una tabla de quesos maduros con una botella de vino pocas veces son rechazados.
En sí no existe algo malo en eso. El problema es cuando la dieta diaria se satura de lácteos, ya que se puede afectar la motilidad, que es el proceso por el cual un alimento es ingerido, procesado y luego desechado.
 
La idea es mezclar los lácteos con cereales, verduras y más fibras. Estas últimas facilitan intensamente la digestión, pues le otorgan movilidad interna a las comidas y permiten un mayor procesamiento de ellas.
 
La doctora Robynne Chutkan en su libro best sellers en Estados Unidos “La buena digestión”, señala que la dieta occidental se basa en un 51% de alimentos refinados y procesados, un 42% en lácteos y productos de origen animal y sólo un 7% de frutas y verduras con fibra”.