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Giuseppe Di Filippo: alquimia, tradición y pasión en las pastas

Por Zinnia Martinez | 23 Abril, 2015 - 15:44
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Este empresario vende sus pastas como lo que son: obras artesanales que requieren que las traten con cuidado. Recomienda a cada cliente el maridaje de las salsas, el tiempo de cocción y el trato adecuado para que llegue perfecta hasta el paladar

Giuseppe Di Filippo es un maestro de la pasta. Su dedicación es evidente desde el momento en que uno, como comprador casual, se acerca a la pequeña tienda que hay en la entrada de su fábrica en Santa Eduvigis, en Venezuela. Giuseppe Di Filippo vende sus pastas como lo que son: obras artesanales que requieren que las traten con cuidado. Recomienda a cada cliente el maridaje de las salsas, el tiempo de cocción y el trato adecuado para que llegue perfecta hasta el paladar

Graduado en química en la Universidad Central de Venezuela y con un doctorado en materiales en el MIT —Massachusetts Institute of Technology—Giuseppe se enfrenta diariamente a su oficio como lo hizo durante muchos años de trabajo en los laboratorios: con un propósito y la curiosidad suficiente para hacer que sus productos logren la tan ansiada perfección. “Yo no estoy satisfecho con mi propio pasticho —un plato con el que cualquier ama de casa está contenta. Es que estoy convencido de que puede ser mejor… todo proceso es susceptible a mejora”, añade. Esas láminas de harina y huevo pueden literalmente quitarle el sueño hasta dar con el punto correcto.

"Pastas Ricardo" es un negocio que Di Filippo compró a una familia italiana hace casi 12 años, momento que decidió abandonar la industria petrolera y arriesgarse como emprendedor. Su conocimiento de la pasta para ese entonces era el que corresponde como hijo de inmigrantes italianos oriundos de la región de Abruzzo. “Mi mamá hacía pasta todos los domingos, una inigualable que preparaba en casa con su maquinita”.

Sin embargo, no es únicamente tradición lo que está por detrás de su éxito. Giuseppe Di Filippo aplica casi a diario en su fábrica artesal los conocimientos de la química y física de los alimentos, la experiencia que le dejó su paso por la investigación científica, la docencia y sobre todo la gerencia.

“Cuando comencé con este negocio no dormía por la inquietud: qué nueva pasta, qué nuevo relleno, qué ingredientes podíamos incorporar. Desde entonces he venido cambiando radicalmente la oferta y, actualmente, tenemos una gran variedad: rellenas, salsas, cremas y hasta postres para nuestros compradores al detal”.

Las "Pastas Ricardo" no son solo la pequeña tiendita de Santa Eduvigis en la que los vecinos, curiosos y conocedores de este plato se acercan para saciar el antojo. No. La fábrica cuenta con una sección de consumo masivo que atiende algunos bodegones, cadenas de supermercados como Excelsior Gama, Automercados Plaza´s, El Patio, entre otros.

Por otra parte, atiende a clientes como los hoteles Eurobuilding, Gran Melía, J.W. Marriot, Hotel Tamanaco Intercontinental, así como el servicio de catering de aerolíneas nacionales e internacionales en el aeropuerto de Maiquetía.

Giuseppe Di Filippo lidera una pequeña fábrica con 11 empleados que trabajan para lograr complacer los paladares más exigentes. “En algunas oportunidades nos hemos quedado sin sémola y para nosotros es un ingrediente fundamental. Hemos tenido que fabricar tallarines con harina panadera y un alto contenido de huevo —como los que hacía mi abuela— que son muy ricos pero costosísimos, gracias a eso empezamos a crear formulaciones 100% huevo como los macarrones a la guitarra y la masa de pasticho, en toda crisis hay una oportunidad”, suscribe.

Pastas rellenas como el tortellini de mozarella y ricotta, raviolis de carne, panzerotti de berenjenas, raviolone de queso pecorino y acelgas son las consentidas de los compradores. Sin embargo, Giuseppe asegura que todos los productos son sus predilectos. “Las tratamos como a un ser vivo, hay que tratarlas con cariño, hacerlas con pasión”.

De lunes a sábado atienden a clientes mayoristas y del detal, pero el sábado es el día que más gente se acerca a comprar sus pastas para disfrutar la comida del fin de semana. “Para mí es una gran satisfacción ayudar a la gente, darle las indicaciones, que se vayan contentos a sus hogares…”. Su amor por el oficio es contagioso, provoca quedarse aprendiendo todos los secretos de la pasta que, por cierto, está presto a compartir sin mezquindades.

“Por aquí han pasado muchos cocineros y aprenden de nosotros y nosotros aprendemos de ellos. Creo que el conocimiento debe compartirse”. La alquimia detrás de esta empresa sin duda la aporta su creador: respeto por la tradición, confianza en la innovación y mucha pasión por lo que se hace.

* Nota El Estímulo