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Guayaquil y sus múltiples hitos iluminados, el nuevo atractivo

Por El Universo | 24 Octubre, 2017 - 14:31
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La noche también es momento para admirar la radical transformación que la ciudad ecuatoriana ha experimentado últimamente.

Múltiples son los lugares y decenas los colores. Dirigirse a pie o en auto por cada uno de estos rincones moldeados es ideal para admirarla y notar su crecimiento y activo cambio.

Así se ven algunos rincones de la ciudad en el mes de los 198 años de independencia. Mantiene un ritmo que no para. Llega la noche del lunes 16, un azul estrellado, intensa brisa, es parte del pronóstico del clima. Cuando la cultura, diversidad y tranquilidad se regala en hitos iluminados. Uno de ellos, el The Point, el edificio más alto, o el Cabildo, la Gobernación, son esos puntos; sin embargo, esta ciudad guarda más espacios que se engalanan cada noche, para recibir el halago de locales y visitantes.

En el centro, en pleno Malecón Simón Bolívar, el reloj público de la Torre Morisca engalana la ciudad con luces led de tonos azules, morados y otros colores. Allí, los venezolanos Mileidy Sosa y Alejandro Hernández, oriundos de Valencia, sonríen con la figura y exclaman: “Llama mucho la atención su arquitectura, es muy bonita, atrae las miradas”, según dice Mileidy al admirar la torre.

En el norte y centro, múltiples esculturas llenan de color los redondeles. Nos dan virtud de nuestra fauna y flora. El papagayo, la iguana, el mono, la orquídea o el bagre. Una de 70 mil piezas reflejando su multicolor aspecto con verde-naranja-amarillo se replican en la figura que asoma con una cabeza rojiza y pico azul en la escultura del Papagayo, en la av. Benjamín Carrión de la Alborada.

En el puente zigzag, ubicado entre la Kennedy y la av. Carlos Julio Arosemena, cada noche los faroles blancos iluminan el paso en medio de jardines amarillos colgantes de las zonas techadas en los 200 metros de paso. Por allí circulan estudiantes universitarios que pasan hacia sus clases. Algunos se besan entre las bancas. “Al haber seguridad uno puede estar tranquilamente en este lugar bonito”, resalta Fabrizzio Quirola, sentado en una banca en el paso peatonal, cobijado por el abrazo de su acompañante, la brisa del estero.

Hacia el frente del joven está el puente 5 de Junio, donde nace el malecón del Salado, aquel que rehabilitó esa zona del brazo de mar. Su pileta monumental de aguas danzantes se engalana de azul, violeta y morado, moviéndose a ritmos de música clásica y tirando chorros a gran altura.

En la Francisco de Orellana, decenas de autos transitan bajo el puente que une los dos tramos del gigante parque Samanes, decenas de postes iluminan el juego de los deportistas o el paso de los que buscan desestrarse a pie o en bicicleta.

Desde esa misma avenida se observa el templo Mormón inaugurado hace casi dos décadas. Cada noche sirve de referencia para los que se movilizan por Urdesa norte. Desde edificios o viaductos cerca se visualiza su majestuosidad única.

La apuesta municipal busca precisamente iluminar estos sitios para ser visitados tanto de día como de noche, dando un espacio de seguridad, bienestar a las familias del sector y se extiendan las visitas de turistas. Ello se empieza a replicar en avenidas icónicas, según Jorge Rodríguez, vocero del Cabildo. Agrega que en vías como la 9 de Octubre y av. Malecón Simón Bolívar se instalará iluminación led, el triple de luminosa.