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Heinrich Böll, el poeta del hedor del lavadero

Por Sabine Peschel/ Deutsche Welle | 27 Diciembre, 2017 - 08:26
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Nacido hace 100 años, el controvertido escritor alemán ganó el Premio Nobel de Literatura en 1972.

Heinrich Böll nació en Colonia el 21 de diciembre de 1917 y creció en un barrio católico y pequeño burgués de la ciudad renana. El diario Frankfurter Allgemeine Zeitung lo calificó en 1971 de "poeta del hedor del lavadero” y "dolor de cabeza honorífico” de Alemania. Uno de sus dos hijos, René Böll, cofundador de la Fundación Heinrich Böll, recuerda aquellas acusaciones y explica que su padre releyó en aquel entonces sus propios textos y dijo: ‘Yo no escribo nunca sobre lavaderos”. Su hijo sonríe: "Lo cierto es que jamás pisó uno, todo hay que decirlo, pero se lo acusaba de escribir sobre los pobres”.

Sus obras de las décadas de los 50 y 60 reflejan la disputa entre los antiguos nazis y los disidentes: "Los hijos de los muertos” (1954), "Diario de Irlanda” (1957) , la sátira "Los silencios del doctor Murke” (1958) y su novela más conocida, "Opiniones de un payaso” (1963). A principios de la década de los 70, Böll estaba considerado como un escritor político muy conocido en Alemania. En 1972, con la concesión del Nobel de Literatura, logró el reconocimiento mundial.  Pero también en esta década fue atacado en Alemania por una hipotética cercanía con el grupo terrorista Fracción del Ejército Rojo.

Böll publicó en el semanario Spiegel un llamado a los terroristas que además criticaba  el trato que el popular diario Bild daba a una de las líderes del grupo, Ulrike Meinhof, y sus compañeros. Spiegel publicó el artículo de Böll con el título "¿Desea Ulrike el perdón o la libertad vigilada?”. Según René Böll, aquel asunto fue delicado para su padre y lo perjudicó mucho: "Sobre todo, porque Spiegel cambió el titular. Mi padre habló siempre de ‘Ulrike Meinhof', pero ellos publicaron ‘Ulrike', como si entre él y la terrorista existiera una cercanía personal”, explica el hijo del escritor. "Aquello fue demagógico por parte de Spiegel. Y hubo cientos de artículos contra mi padre después. En realidad, contra toda nuestra familia, con insultos de toda índole, pero muchos ataques dirigidos específicamente hacia él por ‘comunista' y ‘anarquista”

Revalorización de su obra

"El honor perdido de Katharina Blum”, una de sus obras más conocidas, se publicó en 1974. Esta novela, una contribución al debate sobre la violencia en la década de los 70, vendió millones de copias, fue traducida a treinta idiomas y llevada al cine. Trece relatos de Böll fueron llevados en total a la gran pantalla.

En los años 80, la calidad literaria de de Böll como narrador de la posguerra fue redescubierta. Y esa fama perdura hasta hoy. Este otoño se publicaron sus diarios de guerra. "Son tres cuadernitos que mi padre llevó consigo entre octubre de 1943 y septiembre de 1945”, explica su hijo. "Empiezan cuando fue trasladado desde Francia hasta el frente ruso. Estuvo en Crimea, donde lo hirieron en cuatro ocasiones. A veces, el escritor refleja en esos diarios solo palabras clave: hambre, desesperación, miedo, cómo fue herido, cómo un amigo suyo fue asesinado junto a él…” Los diarios de guerra de Heinrich Böll, publicados 32 años después de su muerte, han provocado recientemente una revalorización de su figura y su obra, aunque su hijo reconoce que sus libros no se venden mucho actualmente. "Pero existen millones de ejemplares, no puede saberse si se la gente los lee o no”.

Sobre este asunto, el propio Heinrich Böll adujo "tener ceguera para los ricos”. Y así lo reiteró en sus "Cartas desde la guerra”, libro publicado 16  años tras la muerte del escritor, y en su temprano relato de posguerra "Wanderer, kommst du nach Spa…”, con el que se hizo conocido. A Böll también se lo acusaba peyorativamente de escribir "literatura de victimización”. Para su hijo René, se trata de una apreciación errónea: "Al contrario, una de sus mejores cualidades como autor es la manera profunda que tiene de ponerse en la piel de los personajes. Y algo que me parece muy importante en su obra es que todo el mundo tiene el mismo valor: sin arrogancias, sin pretensiones, sin pensamiento de clase. El autoritarismo le era totalmente ajeno”.