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Knausgard: "No pensé en las consecuencias de mis libros y fueron un infierno"

Por Cecilia Guardati/ Télam | 29 Junio, 2017 - 11:46
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La saga autobiográfica Mi Lucha comienza en 1988 en Bergen, con el noruego veinteañero convertido en el alumno más joven de la Academia de Escritura.

Pasaron seis años desde que terminó su saga autobiográfica "Mi Lucha" y con la misma honestidad con la que cosechó su éxito mundial, el noruego Karl Ove Knausgard confesó que escribir su historia no lo ayudó a ser una mejor persona, pero sí le permitió "perdonarse a sí mismo".
 
El escritor lo afirmó en Barcelona, donde presentó "Tiene que llover", la quinta y penúltima entrega de la saga.
 
Knausgard se muestra afable, tímido pero dispuesto a derribar las barreras que lo separan de los periodistas extraños que esperan ávidos para entrar de lleno en su obra, y por lo tanto, en su intimidad.
 
"Si uno abre la puerta y habla sobre su propia vida, después es difícil saber dónde está la frontera. Si tú defiendes que no haya límites en la literatura, trasladarlo a la esfera privada es difícil”, admitió el escritor noruego en conferencia de prensa en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), horas antes de participar de un acto en el marco del festival de literatura amplificada Kosmopolis 2017.
 
"Tiene que llover. Mi Lucha 5", (publicado en castellano por Anagrama) relata los fracasos de Knausgard en su intento por escribir "una gran obra", algo que paradójicamente llega al lector como testimonio de su actual éxito literario a escala mundial.
 
La historia comienza en 1988 en Bergen, con un Knausgard veinteañero convertido en el alumno más joven de la Academia de Escritura de la ciudad. El precoz novelista se revela inepto en todos los frentes: el social, el amoroso y literario. Sus textos están hechos de clichés, y pese a ello, persiste. Se trata de un relato de su aprendizaje literario y vital.
 
Para Knausgard, "escritor no se nace, sino que se hace", y la prueba es este libro que es "la historia del proceso de hacerse autor".
 
"Yo quería ser escritor a toda costa, pero no lo conseguía", destacó el escritor escandinavo recordando sus inicios literarios.
 
"El giro fue cuando establecí que lo más importante no eran los hechos sino el lenguaje", añadió.
 
 
La idea que tenía era escribir una sola novela de ficción con la que pretendía abordar la trágica muerte de su padre, consumido por el alcohol, acompañado por su abuela, senil y también alcohólica.
 
Sin embargo, Knausgard quería ser fiel a la realidad y terminó escribiendo sin parar durante tres años hasta finalizar los seis volúmenes de 3.600 páginas que ahora integran su autobiografía.
 
El noruego sostuvo que en el momento de escribir sobre su propia vida, lo que plasmaba en el papel no lo representaba, hasta que pudo encontrar un punto de coincidencia "entre lo que a uno le gusta leer y lo que escribe".
 
"Es como si intentara desaparecer, y luego ver si algo que hayas escrito vuelve a ti. En ese momento te conviertes en escritor", dijo.
 
Cuando sus primeros libros comenzaron a publicarse en 2009, progresivamente se desató un debate ético en torno a su estilo salvaje e íntimo -que en palabras de Jeffrey Eugenides "ha roto la barrera de sonido de la novela autobiográfica"- y una virulenta polémica, que generó fascinación con su figura.
 
La crítica se rindió a los pies de Knausgard, quien adquirió el estatus de "estrella de rock" en el mundo literario, algo que ahora le permite darse el lujo de tocar de vez en cuando con su grupo de adolescente.
 
"Probablemente el Karl Ove del libro hubiese preferido ser una estrella de pop en vez de escritor", sostuvo, sonriendo, evocando los años de juventud plasmados en esta última entrega.
 
Pero el proyecto también causó mucho sufrimiento en su familia desde el momento en que lo alumbró. Su madre no quería que lo publicara, la familia de su padre se enemistó con él y ya no le habla, su ex esposa lo ha repudiado públicamente y la actual entró en depresión.
 
"Cuando escribí los dos primeros libros ("La muerte del padre" y "Un hombre enamorado") estaba encerrado en mi habitación, fui ingenuo, naif, pensaba que a nadie le importaría ni lo leería, me sentía libre. No pensé en las consecuencias. Vinieron y se convirtió en un infierno", confesó Knausgard.
 
En ese momento estaba escribiendo los libros 3 y 4 ("La isla de la infancia" y "Bailando en la oscuridad") y aunque "la idea era seguir siendo honesto y franco, intenté ser más amable con mi entorno".
 
 
Pero con la sexta entrega, que ya fue publicada en su país en 2011, "tenía que volver al principio, a la crudeza, y eso fue posible, a pesar de las consecuencias".
 
Aunque el conflicto con su familia continúa, Knausgard reivindicó su derecho a contar esta historia que también le pertenece".
 
"Tengo un punto de autista, como otros autores, soy capaz de abstraerme. En toda actividad creativa es importante poder ser libre. Tienes que encontrar ese lugar, nadie puede decirte qué puedes y qué no puedes hacer", se defendió.
 
A pesar de que su proyecto un viaje existencial puro y duro, el escritor noruego aseguró que para él escribir "no es terapéutico".
 
"Mis miedos fundamentales no han cambiado. Algunos creen que saber las cosas e identificarlas ayuda a superarlas, pero yo tengo mis dudas", reflexionó.
 
"Creo hay algo verdadero en decir que entender ayuda a perdonar, y en ese sentido me perdono a mí mismo, porque he entendido la complejidad humana, y también he entendido a mi padre. Pero eso no me ha hecho sea mejor persona ni más funcional", agregó.
 
Knausgard destacó que "el tema de sus libros es la identidad, cómo somos y por qué somos como somos".
 
"Mi padre me marcó la existencia, y cuando me convertí en padre debía dejarlo atrás y pensar qué papel quería desempeñar y quién era realmente", explicó.
 
Ahora, escribe sobre los objetos, algunos insignificantes: "el valor del arte no radica tanto en celebrar la vida sino en dónde se sitúa tu mirada respecto a la vida", sentenció Knausgard.