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La danza africana llega a Colombia
Germaine Acogny, una de las coreógrafas y bailarinas más importantes de África compartió su técnica y conocimiento en el país.
La sencillez con la que Germaine Acogny compartió sus conocimientos como una de las pioneras de la danza contemporánea africana provocó la ovación del público en más de una ocasión en la cuarta edición de la Bienal Internacional de Danza de Cali. Los espectadores acudieron a la cita para ver el resultado de una residencia que realizó con los Jóvenes Creadores del Chocó en Nuquí y terminaron conmovidos por una muestra en la que África y Chocó danzaron de la mano y en la que cada bailarín descargó en el escenario una pieza de su vida en el Pacífico colombiano.
Germaine Acogny era una de las coreógrafas más afamadas en la edición de esta bienal, por eso no sorprendió que este domingo el Museo de la Tertulia llenara su aforo pocos minutos después de abrir sus puertas al público. La presentación fue gratis y más de un sollozo se escuchó mientras los jóvenes chocoanos seguían con fuerza cada movimiento impartido por Acogny. Fue una clase en vivo en la que la maestra africana de 75 años invitó a sus alumnos a seguir el ritmo del tambor inspirado en el sol, la luna, la estrellas y las palmeras.
Nacida en Senegal, Acogny formó gran parte de su carrera en Francia, en la escuela Simon Siegel en París, como educadora física y gimnasta. Junto a su esposo, Helmut Vogt, creó su propia escuela a la que llamó Studio Ecole Ballet Theatre y, en 1995, regresó a Senegal para fundar un centro internacional de danzas africanas tradicionales y contemporáneas para que bailarines de África y de otros continentes se encontraran. Este año volvió a Colombia para enseñarles su técnica a los Jóvenes Creadores del Chocó, que permanecieron con ella durante una semana en Nuquí.
La mayoría de sus estudiantes chocoanos, pese a habitar el territorio, no conocían las playas de Nuquí, un destino recurrente entre los turistas pero ajeno a muchos locales. Por eso, uno de los momentos más emotivos de la presentación llegó cuando los instrumentos se silenciaron y cada bailarín narró con su cuerpo lo que sintió cuando se sumergió en el mar. El agua, así como cualquier elemento de la naturaleza, ocupa un lugar privilegiado en el quehacer artístico de Acogny. Su técnica se basa precisamente en evidenciar esa conexión entre el ser humano y la naturaleza.
La corporación Jóvenes Creadores del Chocó es una organización que busca brindarles oportunidades a las poblaciones vulnerables, a través del arte y la cultura. Es una escuela que propone bailar como resistencia a la desigualdad y a la injusticia social que golpea con más frecuencia a las personas afrocolombianas. Se creó hace una década y el año pasado sus bailarines estuvieron representando al país en Brasil. Cada año, más de 300 niños y adolescentes se benefician de esta iniciativa. “Estar aquí es un sueño. Es la primera vez que vemos tanto apoyo como negros. En 2008, cuando nació esta corporación, nos veíamos en 30 años participando en espacios nacionales y en 50 años, en internacionales. Todo ha pasado muy rápido. Aún no lo creemos”, afirmó Katherine García Gil, directora de Jóvenes Creadores del Chocó.
En el escenario, Germaine Acogny también estableció un diálogo generacional con los adolescentes chocoanos. Ella, con más de 70 años, y ellos, sin sobrepasar los 20, se encontraron en los sonidos africanos. “Puedo ser la abuela de estos chicos, pero lo importante es dialogar entre el sur y el norte, y reconocer todas las danzas, no solo la contemporánea. Es identificarnos todos en África. Y en el espacio común de la naturaleza (…) Uno puede bailar a cualquier edad, se hay que adaptar el baile, se evoluciona con la edad”, afirmó la bailarina, quien con los años ha tenido que adaptar su baile a sus dolores de rodilla. Ahora camina todos los días a orilla del mar.
La africana también resaltó la importancia de las raíces africanas en la danza. “Yo les pedí a los chicos que me mostraran sus danzas patrimoniales y me sorprendió que eran imitaciones de los blancos, de los colonizadores. Es muy difícil tener hoy la visión del negro. A través del baile se emancipa, las danzas africanas son la madre de todas las danzas y hay que sentirse orgullosos. Si nuestras nalgas son grandes, pues se hacen movimientos grandes, con orgullo. Solo quiero decir que el arte y el baile anulan el complejo colonizador, existimos a través de la danza, y la esencia de África siempre se tiene que conservar”, concluyó Acogny.
Finalmente, en un conversatorio en el que dialogaron también representantes de la bienal, el Ministerio de Cultura, el coreógrafo Rafael Palacios y la directora de Jóvenes del Chocó, Acogny terminó su intervención con un símil que comparó a un bailarín con una botella vacía. “Hay que aprender con humildad para ir llenando esa botella”.
*Este artículo fue posible gracias a la invitación de la Bienal Internacional de Danza de Cali