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Las dificultades que ponen a prueba el amor de la pareja

Por Diario Las Américas | 16 Enero, 2017 - 09:29
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¿Usted no ha tenido un conflicto en su relación? Si la respuesta es no, felicitaciones. Le presentamos signos que encienden el alerta para alejar cualquier elemento perturbador.

Un idilio puede tambalear o acabarse por factores perturbadores. Nadie está exento de pasar por la tempestad que genera una crisis, un problema o un conflicto. Sepa diferenciarlos para reaccionar a tiempo y aplacar el vendaval. He aquí nuestro aporte para que usted y su media naranja sean felices…
 
Ángelo llega a casa de mal humor. Pasa el día rumiando en su mente que hoy su mujer, Lucy, olvidó tener lista la camisa a rayas azules y ayer no respondió a sus caricias cuando quiso hacerle el amor. Hoy no la besa al llegar; la saluda con un “cariño, regresé” y ella responde con un monosílabo.
 
Lucy está enojada. Ángelo no quiere salir de casa, no la lleva al cine ni a cenar en el restaurante italiano que ella tanto disfruta.
 
La cena transcurre en silencio. Ambos evitan mirarse porque en sus mentes hay una guerra encendida. Cada uno se imagina reclamando atención a gritos, pero en voz alta ninguno dice nada.
 
En la cama, se dan la espalda y al día siguiente no se hablan. Piensan en la posibilidad de un divorcio.
 
¡Auxilio!
 
¿Usted no ha tenido un conflicto en su relación de pareja? Si la respuesta es no, felicitaciones. Le presentamos signos que encienden el alerta para alejar cualquier elemento perturbador de su idilio.
 
Hablar de ello, escuchar revelaciones de personas sobre la convivencia, dificultades, ventajas y desventajas pareciera ser un factor común en nuestra vida diaria…
 
Hay cientos de tips, reseñas, escritos, foros, libros, programas audiovisuales de expertos terapeutas y autoayuda sobre este tema, que pretenden conjurar quejas, sinsabores, dudas, resentimientos, decepciones, expectativas, cansancio, llanto, rabia, celos, desesperanza…al final las parejas deben recuperar el equilibrio, la felicidad, la confianza, el amor, la pasión, la sensualidad, la complicidad y el hecho de ser dos en un mismo camino.
 
 
En suma, sólo hay dos alternativas: encarrilar la relación… o disolverla, definitivamente.
 
Aclarando puntos
 
No es lo mismo hablar de conflictos, crisis y problemas porque cada situación es distinta.
 
Nos referimos a una crisis en caso de una situación coyuntural de cambios que plantean inestabilidad, es pasajero y cuando se logra el ajuste genera evolución.
 
Hablamos de problema en una situación que se da entre dos o más personas cuando existen posiciones o ideas diferentes y las emociones quedan por fuera.
 
Mientras que en el conflicto las partes involucradas no han podido resolver sus diferencias. Las emociones están a flor de piel y la turbulencia afecta la comunicación.
 
La crisis de pareja es una situación transitoria que se modifica. SI esos episodios se repiten frecuentemente, se enciende la alarma
 
Un problema de pareja es un estado más latente y los involucrados saben la causa que lo origina.
 
Una combinación de crisis recurrentes y problemas repetitivos son las raíces de un conflicto.
 
Factores de alarma
 
Existen diversas causas que desencadenan un conflicto en nuestra interacción con “nuestra costilla” y dependiendo de la magnitud y las características del mismo, que dejan huella en las relaciones de pareja.
 
 
Los detonantes de un conflicto son:
 
· Inestabilidad o dificultad económica
 
· Tiempo de dedicación a la pareja
 
· La paternidad y/o maternidad
 
· Diferencias de caracteres, temperamento, intereses y motivaciones
 
· Problemas de comunicación e interrelación
 
· La confianza y la tolerancia
 
· La pasión, la intimidad y la sexualidad
 
· El poder
 
· La infidelidad y los celos
 
· El trabajo
 
A veces no vemos el conflicto porque nos enceguecemos al centrarnos y magnificar los errores, defectos y conductas del otro que nos parecen negativas.
 
O lo culpamos de la situación que nos desestabiliza, resistiéndonos a asumir que tenemos una cuota de responsabilidad.
 
Otras veces, los ideales y las fantasías en la relación nos alejan de la realidad, creando expectativas que desencadenan frustración, miedo e ira.
 
También nos llenamos la cabeza al comparar nuestra relación amorosa con la de amigos, familiares y conocidos. Lo que vemos en películas y leemos en novelas y libros tienen cierta influencia en nuestro sistema de creencias, que mellan nuestra relación amorosa.
 
Nos enamoramos del otro tal y como es, pero queremos moldearlo y modificarlo a nuestra imagen y semejanza.
 
¡Stop! Piense: cada individuo es producto de costumbres intrafamiliares diferentes, por lo que comportamientos, temperamentos, conductas y personalidad son diversos.
 
Pretender que el otro cambie genera conflictos de poder, tendencia a la manipulación y dificultades.
 
 
No todo está perdido…
 
Analice la responsabilidad en la paternidad y los roles entre los padres; su compromiso, el acompañamiento y solidaridad por las actividades en conjunto; además de los factores económicos y sus fluctuaciones, así como quien lleva la carga en este aspecto; el tiempo de dedicación a la pareja, al igual que la comunicación, los acuerdos, la negociación, la sexualidad y la intimidad.
 
Recuerde que los celos, la inseguridad y la infidelidad son factores que llevan al abismo del conflicto.
 
La posibilidad de resolver estos escollos es parte de la convivencia, la madurez, la negociación, el equilibrio y la estabilidad entre dos personas con diferentes creencias, comportamientos y costumbres.
 
Los involucrados en estas situaciones tienen en sus manos reducir estos conflictos o solucionarlos. Considere la terapia de pareja, dirigida por un especialista, como una buena alternativa ventilar el problema, la crisis o el conflicto.
 
La psicólogo Belsai Yánez refiere que la infidelidad y los celos son el motivo de consulta más frecuente en este tipo de terapias. Las mujeres se quejan de la falta de atención de su pareja y de las salidas con sus amigos y familia, mientras que los hombres refieren baja actividad sexual.
 
Ambas partes coinciden en destacar que también enturbian una relación la intromisión de la familia en sus relaciones y la tenencia, crianza y comportamiento de los hijos, además de la atención, la discriminación y la protección, las dificultades económicas y la falta de iniciativa para solucionarlas, así como la falta de apoyo masculino en las labores del hogar.